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viernes, diciembre 5, 2025

La sororidad es un camino de ida y vuelta

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Entrevista a Rosa Beltrán, sobre Radicales libres

Radicales libres habla de cómo cambió el mundo, porque también habla del mundo socialista, de la caída de muro y lo que significó, la caída de las utopías socialistas, de la era de Thatcher, de Reagan, pero también la aparición del sida, que determinó la manera de ver la sexualidad, porque ahí hubo un retroceso enorme, y la aparición de los medios digitales.

 

En la década de los años sesenta del siglo pasado era un país completamente diferente, cerrado en sí mismo, conservador, autoritario. Sin embargo, las protestas estudiantiles de 1968 y 1971, el rock, los cambios tecnológicos, apuntaban a una trasformación radical en las relaciones sociales. La sexualidad era vista como un terreno de rebelión, y el cuerpo de las mujeres y las decisiones que las mujeres podrían tomar sobre él, era, es una revolución, que sigue transformando las relaciones sociales en nuestro país.

La escritora mexicana Rosa Beltrán toma como punto de inicio ese momento histórico para desarrollar y dar impulso a su más reciente novela Radicales libres, publicada por Alfaguara. En esta novela Beltrán nos presenta la voz de una narradora, que nos contará la vida de tres generaciones de mujeres en México: Su madre, ella misma y su nieta, a quien le está escribiendo esta historia, esta remembranza de un país que ya no existe.

La protagonista de Radicales libres es una adolescente, cuando nos empieza a contar la historia de su madre, una mujer tradicional, casada desde muy joven, y quien tiene una vida dedicada a su hogar. Pero todo cambiará. El ambiente revolucionario que permea, que flota en el aire, se introduce en la casa, transformando la visión del mundo de toda la familia. Los tíos paternos intentan conservar el statu quo familiar, la normalidad, pero los primos mayores de la protagonista ya están involucrados en los movimientos estudiantiles y están embebidos ya en las lecturas, en el rock, en el uso de sustancias lúdicas. La madre de la protagonista sufrirá una transformación personal, tan fuerte que decidirá abandonar a su familia, a su hija. Esta es la historia central de la novela de Beltrán, ya que la protagonista buscará entender, comprender qué llevó a su madre a cambiar, transformarse de una manera tan radical, que buscará su propia libertad, su propia identidad, antes de seguir ligada, atada a un matrimonio que no la hace feliz. Una madre, que al final abandonará a la familia para irse con su amante, un pintor que hace cuadros de ella desnuda. Una madre que lee a Carlos Castaneda a escondidas y que abandonará a su familia a bordo de una Harley Davidson, marcando así la visión que tiene su hija de su vida y de su sexualidad. Una mujer que estaba transformando su historia, trastocando la historia de las mujeres de su familia, de su entorno.

Beltrán nos lleva así a un mundo que está en crisis, un mundo que se niega a morir, pero cuya transformación dará como resultado el México que ahora conocemos. Un país en crisis, pero en donde el papel de las mujeres se ha transformado radicalmente. Un país en donde la maternidad, el rol de las mujeres en el hogar, en el trabajo, es completamente distinto. Un país, una ciudad que ha perdido esa aparente tranquilidad, para convertirse en una megalópolis enloquecida, en donde las mujeres ocupan cada vez más un espacio central. Porque de eso también se trata Radicales libres, de los distintos feminismos, de las distintas formas en el que las mujeres van tomando conciencia de su rol, de su papel, de su sexualidad, de su cuerpo.

Conversamos con Rosa Beltrán (Ciudad de México), quien es autora de novelas como La corte de los ilusos, El Paraíso que fuimos, Alta infidelidad, El cuerpo expuesto, y quien es miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

Javier Moro Hernández (JMH): Es un libro que nos habla de generaciones de mujeres, pero también sobre el proceso de aprendizaje de qué se les pide a las mujeres desde la sociedad

Rosa Beltrán (RB): Es una historia que narra la historia de tres distintas mujeres, de tres distintas generaciones, a lo largo de seis décadas en México, es un libro que aborda los feminismos, porque el feminismo empezó mucho antes de los años sesenta, pero en esa década fue cuando las mujeres conocieron los anticonceptivos, sobre todo en nuestro país, y esto fue un cambio radical, porque fue la primera vez que pudieron hacer un uso más libre de su cuerpo, eso les permite pensar, por primera vez, en hacer algo más que vivir exclusivamente para la maternidad, en tener una vida laboral. Por otra parte, los cambios de los años setenta, que pareciera que fueron ayer, y que fue cuando las mujeres obtuvieron el derecho al divorcio, por ejemplo. Es muy reciente, en realidad. O abrir una cuenta bancaria, todavía se sigue luchando por el derecho al aborto, es decir, hay muchas luchas que siguen presentes, pero que inician en estos años. Las mujeres más jóvenes exigen ahora de manera mucho más radical que las mujeres no sean asesinadas. Porque hay que pensar que en nuestro país mueren 11 mujeres diariamente por el solo hecho de ser mujeres. Todo eso me hizo preguntarme el porqué. Al margen de que la violencia haya ido en aumento en este país, dejando a la sociedad civil en medio, y aunque la violencia existiera desde siempre, pero estuviera soterrada, o, aunque hubiera otras máscaras, es un hecho que la violencia en contra de las mujeres es mucho mayor ahora, y que en parte tiene que ver que las mujeres han accedido a ciertos puestos de trabajo y a ciertas posiciones que eran exclusivamente masculinas. Esto ha provocado, en los hombres, una sensación de pérdida muy grande. En la novela, todo esto pasa adentro, porque la historia es lo que nos pasa a nosotros, a individuos, a familias particulares, así que este amplio marco histórico que tiene la novela, este trayecto de sesenta años le está ocurriendo a personas, a familias específicas, con las que muchas lectoras se podrán identificar, porque esa primera persona en la que está escrito el libro, es en realidad una primera persona del plural, es en realidad, un nosotras, las que estamos aquí y ahora.

JMH: Es una historia plural de mujeres, porque también están las historias de las primas, de las amigas. Porque además se interpela al lector constantemente, lo cual hace que la historia nos refleje los cambios sociales y los cambios de la posición de las mujeres en la sociedad.

RB: Creo que, de algún modo, nos hace ver que la historia no empezó con nosotras, con las que estamos aquí, sino que viene de generaciones que incluso no están en la novela. Cada una a su manera y dependiendo de su generación, responde a su momento histórico, buscó sus respuestas y sus estrategias. No podemos pedir que todas las mujeres pensemos lo mismo. Es una novela conciliadora en ese sentido, conciliadora con el tema de la familia, porque parafraseando a Tolstoi, diría que, si todas las familias son iguales, pero añadiría que las familias disfuncionales, lo son a su manera. Y en la novela se ve que todas las familias son disfuncionales, que también el invento de la familia tiene una serie de normas, de preceptos, que son construcciones culturales, que no tienen que ver con la realidad. Las familias funcionales, si existen, deberían estar en el museo, porque yo no las conozco.

JMH: Quería preguntar sobre la voz narrativa, la protagonista es muy pequeña cuando su madre se va, es un personaje que nos va contando su historia a partir de las dudas y preguntas a partir de que va aprendiendo a construirse.

RB: Es que cuando tienes ocho años, que es cuando empieza la protagonista a preguntarse qué es lo que pasa con los primos que participan en el movimiento del 68, y se va dando cuenta conforme crece, de que todos somos villanos y víctimas en la misma historia, porque no hay buenos ni malos en diferentes bandos, como nos han hecho creer en la tele, las telenovelas, la literatura más convencional, sino que somos ambas cosas, y depende del lugar en el que nos situemos o nos situé un destino, a partir de este personaje comienza una novela de crecimiento, porque ella se va preguntando qué significa incluso el lenguaje, cómo va cambiando el lenguaje. Cuando eres niño no sabes qué son las metáforas, yo me acuerdo de que cuando alguien hablaba de una mujer de cascos ligeros, yo me imaginaba una mujer caminando sobre cascos de refrescos, no entendía qué significaba. La literalidad del lenguaje nos obliga a construir una realidad también literal que se va a ir deconstruyendo conforme crecemos, y nos damos cuenta de que la realidad hay que leerla entrelíneas, de que el lenguaje significa muchas cosas, de que no es transparente, y que todas esas cosas van cambiando de significado conforme nosotros cambiamos también. Ahora hablamos de la “nueva normalidad”, pero sabemos que esto no se parece a lo de antes, de que nosotros no somos los mismos. Hubo cambios terribles. Todo esto me hizo pensar, que en efecto, no somos los mismos a lo largo de las diferentes etapas de la vida y que quería relatar cómo se va viendo el mundo de manera distinta, relatar en el que pudiera recordar, pero no sólo yo, porque en efecto, es una historia colectiva, quería que todos pudiéramos recordar eso que hemos vivido, con las interpretaciones distintas, que la edad nos fue dando, y preguntarnos ahora qué hacemos aquí, porque el mundo ahora se divide en dos, porque los que se fueron, por la razón que sea, y los que nos quedamos y que nos estamos preguntando ahora qué hacemos, a partir de una realidad que cambió totalmente, y que apenas hace unas décadas era tan distinto, como menciono al principio de la novela, que se podía vivir una vida de barrio, jugando en la calle, jugando con las hijas de las dueñas de la tienda, es decir, en una comunidad que sin tanta retórica era mucho más democrática y tolerante, que la actual, y menos acotada a vivir dentro de centros comerciales, no estaba acotada a la producción y al consumo. La novela habla de cómo cambió el mundo, porque también habla del mundo socialista, de la caída de muro y lo que significó, la caída de las utopías socialistas, de la era de Thatcher, de Reagan, pero también la aparición del sida, que determinó la manera de ver la sexualidad, porque ahí hubo un retroceso enorme, y la aparición de los medios digitales.

JMH: La protagonista, esta chica cuya madre es una mujer cambiante, una mujer que cambió y se convirtió en dos mujeres, como dice la protagonista. Eso marca a esta protagonista, pero también marca la vida sexual femenina de la protagonista y de su entorno. La sexualidad como descubrimiento y de independencia.

RB: Es una novela de iniciación, y no sólo del aprendizaje de la conciencia política e histórica, sino también del aprendizaje de los usos del propio cuerpo y no una apropiación. Es un empoderamiento, pero no sólo a través del ejercicio personal del cuerpo, sino a través de la interpretación que hacemos del cuerpo de otras mujeres, porque el machismo no sólo es un tema de los hombres, porque sin duda muchos hombres leerán la novela en su propia clave, pero es un tema de nosotras también que lo aprendimos y tenemos nuestros machismos, que están expuestos ahí. El empezar a juzgar a una mujer que empieza a usar libremente su cuerpo y poner epítetos, habla también de algo que nosotros aprendimos y nos fue inoculado, y en lo que no nos hemos detenido. El esperar una forma de maternidad específica, eso también es una imposición que viene desde fuera, el entender que la maternidad, que las maternidades son tantas como mujeres haya, y se puede vivir fuera del esquema freudiano de los traumas, eso también es un ejercicio de libertad.

JMH: Quería preguntarte también sobre el tema del lenguaje, me parece muy importante la forma en la que ella lo va desmenuzando, la lectura también era el momento de libertad, como ella misma lo dice. Pero relacionándolo con el tema de la revolución, con el tema de la visión del mundo aprendido a través del lenguaje, de la lectura.

RB: El mundo lo aprendemos a través del lenguaje, salvo raras excepciones, este lenguaje doblemente articulado, el que usamos todos los días, es el que determina nuestra forma de pensar y nuestro mundo y lo que sabemos de él. No es lo mismo decir “crimen pasional” que decir violencia de género. Por eso, si no asumimos el lenguaje como una nueva forma de nombrar la realidad, no vamos a poder cambiar las leyes. Porque no las va a poder transformar el gobierno, como todos los que debemos aprender a nombrar el mundo distinto, porque ya cambió. Antes había pequeños cambios, pero se ocultaban, se enmascaraban, se satanizaban, se ocultaban, y con la visibilización, en los últimos veinte años, en términos de identidad, porque simplemente darnos cuenta de que la identidad es algo que construimos, no que nos viene dado de fuera, también viene el aprendizaje de cómo nombrar esas identidades.

JMH: Te quería preguntar sobre los múltiples feminismos que retrata tu novela también, como también las nuevas generaciones se van apropiando de estos nuevos lenguajes, que se va trasladando hacia más mujeres. Por supuesto, lo mencionaste, son las nuevas generaciones las que están muy conscientes y empoderadas. Pero creo que hay múltiples feminismos de mujeres mayores en tu novela.

RB: Porque la sororidad consiste también en eso, es un camino de ida y vuelta, no sólo las jóvenes nos hacen partícipes de sus movimientos, de esas maneras de verbalizar a través de consignas, y a través de marchas y de símbolos, esa necesidad de igualdad que tenemos, sino también nosotras les podemos decir que hemos llegado aquí porque hay un camino previamente construido, pavimentado, incluso por mujeres que llegaron antes que yo y que participaron activamente en la lucha por sus derechos. Ha sido un trayecto muy largo y falta mucho todavía, y que eso también nos hace comprender a las mujeres de otras generaciones, de generaciones mayores que las nuestras, porque a veces podemos pensar que se entregaron y que pactaron y que no les importó este tema, pero hay muchas maneras de rebelarse, por eso la novela habla de que no necesitas haber pasado a la historia con H mayúscula para darte cuenta de que tu vida fue distinta de la que se esperaba, de que no te ceñiste a un guion previamente construido, de que no viviste una vida convencional, y de que en muchos momentos radicalizaste tu comportamiento, viviste y pensaste fuera de la caja.

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