El pasado lunes, el presidente Andrés Manuel López Obrador nombró a una nueva secretaria de educación pública: la Maestra Leticia Ramírez Amaya, quien es la tercera en asumir el cargo desde que inició esta administración. Con su llegada, se generan una vez más las esperanzas de trabajar de manera coordinada por el avance educativo y la superación de las brechas socioeconómicas que explican el actual retroceso y el estancamiento que vivimos en el sector.
Es importante señalar que los retos que se observaban en materia educativa desde el 2018 permanecen e incluso se han incrementado. Más allá de las dificultades como consecuencia de la pandemia, las intenciones y acciones no empatan con lo que deseamos quienes hemos dedicado nuestra vida a la educación. Parece que lo que observamos es que la SEP se convirtió, sobre todo, en una secretaría con pocas responsabilidades, en la que se evita tomar decisiones estratégicas y se asemeja más a una plataforma política de promoción electoral. Desafortunadamente, nada de lo anterior se relaciona con la recuperación de aprendizajes, la capacitación docente o la mejora de la infraestructura para educación.
La llegada de la Mtra. Leticia Ramírez Amaya supone la posibilidad de que ejerza el liderazgo que se requiere para enfrentar los desafíos educativos de la actualidad, pero también los retos a corto y mediano plazo. Basta recordar que, de acuerdo con el CONEVAL, 24 millones de personas se encuentran en rezago educativo, lo que incluso es superior al 2018, año en que 23 millones de personas vivían en dicha condición. Nadie niega que la educación es un derecho social de naturaleza fundamental para superar la pobreza en este país. Por lo tanto, para cumplir el eslogan “primero los pobres”, se debe comenzar por atender las causas que desencadenan los distintos grados de pobreza que las personas padecen en nuestro país. En este contexto, la educación es una de las principales herramientas para mitigar el avance de la pobreza, pero también de otras problemáticas que, en mayor o en menor grado, afectan a la población.
Otro desafío que enfrenta quien acaba de asumir este cargo es, sin duda, lo concerniente a los avances en la homologación de la Ley General de Educación Superior, una tarea que exige la creación de instrumentos, pero sobre todo garantizar los recursos necesarios para implementarla. Lamentablemente, hasta el momento, esta Ley es todavía letra muerta debido a que no contempla una estrategia de financiamiento real para que entre en vigor. Justo durante esta semana trabajé con un grupo de expertos en materia educativa para construir alternativas que conduzcan a que esta Ley encuentre un buen cauce. Una de las conclusiones que surgieron del intercambio de ideas es que, para el caso de Aguascalientes, la tarea pendiente más grande es lo presupuestal. De hecho, para el cumplimiento de la Ley, se requeriría un excedente de 400 millones de pesos respecto al presupuesto que actualmente se ejerce en educación.
Debemos tomar en cuenta que el presupuesto educativo es bastante rígido, principalmente porque la mayor parte se destina a cubrir sueldos y salarios, aunado a ello que las prioridades políticas se revelan en otros proyectos que distan mucho de la mejora educativa. En otras palabras, llevar a buen puerto una expansión de los servicios educativos requiere de recursos frescos. Bajo el contexto actual, la disponibilidad de los recursos necesarios para echar a andar la Ley General de Educación Superior parece ilusoria.
La nueva secretaria de educación pública recibe una de las áreas que, sin temor a equivocarme, ha sido de las más olvidadas durante este sexenio. En el ánimo de mantener y ampliar los apoyos sociales, se han desvirtuado los objetivos de la educación, a través de programas que si bien atienden demandas sociales, lo cierto es que poco y nada tienen que ver con el avance educativo. En esta materia, el actual gobierno no ha logrado llegar al núcleo del sistema educativo, que es el aula, ese espacio en donde sucede la enseñanza, por parte de los docentes, y el aprendizaje, en los estudiantes. Tiene muchísimo por hacer la actual secretaria y, por el bien de nuestras niñas, niños y jóvenes, le deseo el mayor de los éxitos en su gestión.
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