Pierdo un vuelo, pierdo un tren, pierdo los papeles,
y por ti perderé la cabeza poco a poco.
Me recibes sonriendo, me arrastras veinte metros por el suelo,
Y sólo dices -Esto es cosa de locos…
Dry Martini SA – Nacho Vegas
La sucesión presidencial, que el titular del ejecutivo ha adelantado dentro de su partido desde hace poco más de un año, nos ha dejado saldos políticamente encarecidos, que abonan al extravío de la agenda pública y que llevan a la discusión nacional hacia temas accesorios que no aportan respuesta a las graves problemáticas del país.
Estos saldos han aumentado las tensiones entre la feligresía del gobierno federal y lo que éstos han dado en llamar sus “adversarios”; es decir, cualquier individuo o grupo que no comulga con la liturgia oficial. En ese sentido, se incumple una máxima de la política, como mecanismo de distensión social. Aquí se promueve la tensión.
Entre los saldos más destacados están, por supuesto, el de la errática agenda de la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. Años de no dar mantenimiento, ni preventivo ni correctivo, al metro de la ciudad, comienzan a pasar factura con accidentes, descomposturas, y fallas varias. La respuesta oficial es: “sabotaje de los adversarios”.
Así, la federación desplegó una estrategia ilógica: asignar más de seis mil efectivos de la Guardia Nacional a las estaciones del metro. Dos apuntes: uno, en el inverosímil caso de que hubiese sabotaje, éste se realizaría tras bambalinas, no en los andenes; dos, seis mil efectivos hacen más falta en municipios tomados por el narco.
Las consecuencias de esto, para empezar, han sido manifestaciones de protesta por la gradual militarización, que han terminado en detenciones de civiles y en operativos de vigilancia en los que personal con entrenamiento militar vigila, toma fotos, y graba videos de los usuarios del metro, mientras que zonas del país viven en un Estado Fallido.
Además, el uso simbólico de las fuerzas armadas en tareas civiles. Aun y cuando se activó un protocolo militar del Plan DN-III (en el que el ejército interviene ante desastres y siniestros), las características de los sucesos del metro están alejadas de la vocación constitucional de las fuerzas armadas, y sólo le abona al desgaste.
Otro de los saldos políticamente encarecidos: la relación del presidente con la UNAM y con la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Luego de comprobarse el plagio por parte de una ministra del grupo del presidente, el ejecutivo ha elevado el discurso adverso a la división de poderes, y ahora carga contra la UNAM.
Que el presidente se enfrente a la máxima casa de estudios, implica simbólicamente una confrontación -en general- contra la razón y el intelecto; otra vez, con la cantaleta de que la academia es un gremio “fifí”, “conservador”, “adversario”, “traidor a la patria”, sólo porque se evidenció el plagio de una ministra del equipo del presidente.
Pero los saldos no son sólo entre el presidente y el resto de sectores nacionales. Este choque de fuerzas por la sucesión presidencial adelantada también cobra saldos en el intestino de su partido. Aunque ese tema da para otro análisis, sirve comentarlo porque la otra batalla es la que se libra al interior de Morena.
Falta menos de un año para el inicio legal del proceso electoral 2024, y el presidente –lejos de resolver problemáticas de fondo- ha encarecido los saldos políticos de la sucesión. Sube al ring a la academia, a los periodistas, al Poder Judicial, y –en general- a todos los que no suscriben su proyecto de nación.
@_alan_santacruz
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