Este domingo 11 de junio, el Movimiento de Regeneración Nacional, Morena, habrá celebrado su Consejo Nacional en medio de una gran expectativa entre la opinión pública del país, ello plenamente justificado por la preponderancia que ese partido político tiene en el escenario nacional y que se ha expandido de manera notable desde su arribo a la Presidencia de la República en julio del 2018, sólo debemos hacer mención que a partir del pasado 4 de junio, esta fuerza política detenta el control de 22 gubernaturas, poco más de dos terceras partes de las que integran el país. Pero volvamos al Consejo Nacional morenista.
De acuerdo a información del portal de noticias de Animal Político a cargo del periodista Ernesto Núñez Albarrán, el Consejo Nacional de Morena está compuesto por 365 integrantes, de ellos, son 100 mujeres y 100 hombres electos en el Congreso Nacional de septiembre de 2022; 100 que propuestos o relacionados con las dirigencias estatales, secretarios generales y secretarios de organización de los 32 estados, y 65 con la calidad de “consejeros eméritos”, entre los que destacan 21 gobernadores afiliados al partido (Delfina Gómez, aún no toma protesta como mandataria estatal).
De conformidad con las apreciaciones de los propios simpatizantes de los aspirantes, actualmente en el Consejo se reconoce que más del 50 por ciento es afín a Sheinbaum; cerca de un 30 por ciento se identifica con el secretario de Gobernación, Adán Augusto López; un 20 por ciento identificado con el senador Ricardo Monreal, y minoritariamente los que simpatizan con la candidatura del canciller Marcelo Ebrard.
Si bien el Consejo Nacional no tiene atribuciones para determinar al candidato del Movimiento, los alcances de los acuerdos que puedan lograr, serán fundamentales para el proceso electoral del año entrante, ya que se estarán definiendo una serie de reglas y procedimientos con los que se renovarán el Congreso de la Unión, diputados y senadores, ocho gubernaturas, la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, pero, sobre todo, la Presidencia de la República, un cargo cuya convocatoria y requisitos se prevé queden establecidos en el Consejo Nacional.
Más allá de los números y fuerzas en el interior de este órgano de gobierno morenista, los acuerdos que se formalicen serán determinantes no sólo para la vida interna del partido del presidente, sino para el país mismo. En una reunión celebrada con las “corcholatas” el lunes 5 pasado, el presidente, quién en su tradicional estilo de decir “sí pero no”, se había comprometido a no intervenir en la vida interna de su organismo político, “instruyó” a que los aspirantes de Morena a la candidatura presidencial deben separarse de sus cargos públicos para poder participar en la encuesta con la que se definirá quién abanderará al partido en los comicios de 2024. López Obrador afirmó que, si el Consejo Nacional aprueba ese mismo día la convocatoria al proceso interno de selección, la siguiente semana las “corcholatas” deberán dejar sus cargos en el Gobierno, una resolución que puede ir de la licencia temporal a la renuncia definitiva. Lo que obligaría a realizar ajustes en las estructuras de gobierno en diversos organismos como en la Ciudad de México, dónde por la normatividad vigente, el suplente de Sheinbaum sería el Secretario de Gobierno, Martí Batres, quién no llena el perfil deseado por la “corcholata” capitalina.
En el gabinete se vislumbran dos importantes bajas y la necesidad de definir los relevos correspondientes, al gusto del huésped de Palacio Nacional. Es claro también el mensaje del presidente de que quienes resulten designados, deberán acompañarlo hasta el final de su administración el 30 de septiembre del 2024. Esto significa, que los designados descarten aspiraciones a ocupar cargos de elección popular el año que entra. Las “corcholatas” que se ubican en este rubro son los secretarios de Gobernación y de Relaciones Exteriores, César Augusto López y Marcelo Ebrad respectivamente. El trabajo de selección de los relevos no será cosa sencilla. Por un lado, el secretario López Hernández cuenta con toda la confianza presidencial para operar las tareas de gobernabilidad del país, ya en sí complejas y difíciles por su naturaleza y circunstancias actuales. Quién encabezará esta importante cartera hoy es un auténtico enigma, sobre todo al considerar la personalidad y las exigencias que de ella se derivan del propio López Obrador.
Por otro lado, el relevo en Relaciones Exteriores igualmente exigirá un trabajo de selección muy fino, ya que, hoy por hoy, las relaciones internacionales del país atraviesan por una coyuntura complicada, sobre todo la relación con los Estados Unidos, relación multivectorial con temas como la migración, el comercio, el fentanilo, el tráfico de armas, entre otros graves asuntos de la mayor relevancia para ambos países. La relación con la Unión Europea, con los vecinos centroamericanos, China, y un largo etcétera. Además, habría que considerar el perfil personal de Ebrad, quién era un todo terreno para el gobierno federal, específicamente para el presidente.
Ahora bien, respecto a las “corcholatas” menores, no representan una preocupación mayor para el presidente, ya que, en el caso del senador Ricardo Monreal, se resuelve a través de la licencia legislativa, y el cargo de Coordinador del GPMORENA y por tanto de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, se hará mediante un consenso al interior del grupo y la venia del presidente de Morena, Mario Delgado. Para ello se reunió el senador con el presidente López Obrador la semana que recién concluyó. En este rubro, el diputado petista Gerardo Fernández Noroña y el senador verde Manuel Velasco, basta con sus licencias a sus cargos y listo. Realmente, en las diversas encuestas externas al proceso, ningún legislador con calidad de “corcholata” pintan en el ánimo ciudadano, lo más probable es un mero mecanismo de negociación a la distribución de los cargos de elección para sus grupos o partidos políticos.
Aunque fue el canciller quien obligó a la dirigencia nacional de Morena a definir ya reglas y tiempos, su equipo no tiene fuerza suficiente para ganar una sola votación en el Consejo Nacional.
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