En este contexto nacional actual, en el México de los 43 estudiantes oficialmente muertos y el de los padres inconformes, el de los payasos candidatos y futbolistas presidentes, el de los conflictos de intereses y los gobiernos insensibles, la corrupción, las mordidas, la injusticia, la impunidad, el no cumplimiento de las leyes y más, en ese México, pensar en política es pensar en lo peor.
Yo estudié la licenciatura en Estudios Políticos y Gobierno, pudiendo ser ingeniero químico o mecánico tomé una de las mejores decisiones de mi vida. (Morirme de hambre, dicen algunos) quise estudiar la política, en un principio y siempre lo he sostenido, para saber en qué país vivo, en qué mundo vivo, para saber qué seré, de izquierda o de derecha, para escribir y ver sobre las cosas que pasan en el mundo, en sí, desde que estaba en la prepa, como decía Mercedes Sosa: todo era para que el dolor no me fuera indiferente.
Fui criticado y sigo siendo criticado, como todos mis colegas y maestros, por amigos, familiares y algunos desconocidos que te dicen: quiere ser político, trabajar en el gobierno, quiere ser corrupto, diputado, etc. Yo he tardado un poco de tiempo de convencer a mis hermanos que no soy político, soy politólogo, y que no quiero ser político, quiero mejorar la política.
Y es que la política tiene un fin bueno, está creada para cosas buenas. Hay muchas definiciones que no quiero discutir aquí, hay muchos libros y artículos, manuales de ciencia política y algunos otros textos más sencillos como Política para Amador, de Fernando Savater, donde le escribe a su hijo sobre la política y la necesidad de ésta en nuestro mundo. Para mí, la política es esa actividad, arte, método que tiene la naturaleza de reducir la incertidumbre para solucionar los conflictos y no provocar la descomposición social, es decir, todo aquello que se puede hacer para evitar la violencia.
La política tiene en su último fin el más limpio: el consenso. Poner de acuerdo a dos bandos opuestos para el beneficio de la comunidad, eso de manera utópica, o ponerse de acuerdo para no llegar a la guerra y beneficiarse a ellos mismos. He ahí que la buena política con políticos de calidad, inteligentes y capaces de resolver la incertidumbre y consensuar a pesar de diferencias ideológicas, provocan comunidades estables, con una calidad de vida muy alta. Y cuando hacen mala política provocan desigualdad, pobreza extrema, muertes, guerra, inseguridad y más factores negativos. Pero eso es hacer mal la política, porque reitero, el fin último de la política es bueno, aunque usted no lo crea.
Esto es así y lo digo a pesar de los políticos que conocemos en México, los que llegan al mini poder de gobernar un municipio como Iguala, que no pueden gobernar ni a su esposa, que no puede crear consenso entre policías y entre unos estudiantes de una escuela normal. A pesar de que hay políticos que llegan a una posición sin pensar en buscar solucionar conflictos, sino en agrandar sus cuentas de banco, y bajan presupuesto para crear una constructora y licitan proyectos a favor de sus amigos, que a final de cuentas le darán una parte por el simple trato de la amistad. A pesar de los políticos que llegan sin estudiar y dejan municipios endeudados, a pesar de que los medios tengan miedo a las presiones del gobierno y sean oficialistas y a pesar de todo lo malo de la política, si nos interesa lo que pasa en nuestra ciudad, en nuestra calle o en nuestro gobierno no dejemos que esos casos nos quiten nuestros sueños de que este lugar puede ser un lugar mejor.
No escuchemos a nuestros maestros, padres o amigos que nos dicen que todo va seguir igual, que vivir fuera del presupuesto es vivir en el error, que Miguel Alemán es el fundador de la Administración Pública del moche, que así deben ser las cosas y que así serán por siempre, que la política es el arte de tragar mierda y hacer buena cara, que se asustan cuando vamos a manifestaciones y que nos juzgan de ilusos por creer en la utopía de una política buena.
A veces la gente no entiende que la política no es de los políticos o de los politólogos, que la política es de todos. Debemos partir del punto que la política nos debe interesar a todos, debemos de salir de la idea de que todo en la política es y será malo. Quizá después de que entendamos que la política es para todos y que puede ser buena, quizá ahí estemos construyendo una mejor sociedad.
