C. Francisco Miguel Aguirre Arias.
C. Director, quiero solicitarle un espacio en esta sección de El Correo Ilustrado para manifestarle lo siguiente.
Expreso mi absoluta coincidencia con las ideas de fondo que maneja el señor Edilberto Aldán, en el texto de su autoría de este lunes 6 de agosto del presente año.
En efecto, no es asunto menor el comprobar la existencia de escritos, libros, ensayos, artículos periodísticos y propuestas personales en los que se comprueba el plagio; siempre será lamentable ser testigos de que existen personas que caen en esa nefanda tentación; por ello, se debe de aprovechar todo tipo de oportunidades para pedir que la honestidad intelectual y académica sea parte de los valores que conozcan los niños, jóvenes, estudiantes, investigadores y, en suma, toda la sociedad.
Un elemento adicional que tiene cierto tufo de plagio es el de algunos investigadores que les piden y exigen investigaciones a sus alumnos y se quedan con ellas como si fueran fruto de su propio trabajo, cuando lo único que les dieron fue la calificación y, debido a ello, se creen dueños del trabajo de los jóvenes.
Como se sabe, en asuntos de actuación ética y de valores, en este caso de corte intelectual, no existen términos medios.
Atentamente,
M. en C. Octavio Arellano Reyna




