Hay películas que se crean como sutiles artefactos. Están diseñadas como un meticuloso experimento sobre las emociones humanas que surgen ante la ficción. Tienen medido el tiempo máximo exacto para que un gancho no sea aburrido, respetan milimétricamente los distintos puntos dramáticos de una historia, y combinan de manera inteligente la comedia con el drama. Los dos papas de Fernando Meirelles, como artefacto estético, me parece maravillosa, entretenida, actuada con brillantez, graciosa, amena, amarga… Es un artefacto diseñado de manera formidable para generar las emociones que busca en la audiencia, y en ningún momento es pesada ni lenta. Meirelles es un director extraordinario, y lo vuelve a demostrar.
No obstante, la película muestra una caricatura sobre las pugnas al interior de la iglesia católica. Claro que existen pugnas ideológicas, pero éstas no son ni las únicas ni principales. Hay quienes dicen que el partido republicano y el partido demócrata en los Estados Unidos sólo se diferencian por su grado de conservadurismo. Incluso algunos afirman que la izquierda más radical es hasta cierto punto conservadora, si la comparamos con las izquierdas de otros sitios. Algo muy similar sucede con la iglesia. Ésta no presenta la variable de distancia necesaria para la polarización: es toda conservadora.
Me inquietó un poco que se presentara a Joseph Ratzinger como un conservador, y a Jorge Mario Bergoglio como un progresista. Esta caricatura sí deforma por completo la realidad que busca representar. Ni creo que Ratzinger sea o haya sido un conservador radical (su participación en el Concilio Vaticano II, y su relación con teólogos como Lubac desmienten esta sugerencia), y mucho menos creo que Bergoglio sea un progresista de avanzada (yo sugeriría que más bien es un conservador de izquierda, muy cercano a la teología de la liberación). Claro que existen profundas pugnas ideológicas entre ambos papas, pero son mucho más sutiles que las que dibuja el grueso carbón de la dicotomía conservadurismo/progresismo.
La película también se equivoca cuando muestra el conflicto entre estas dos personalidades como uno entre conservadurismo/progresismo, y a mí parecer éste es su más grande error en cuanto a su contenido. La diferencia entre la personalidad de Ratzinger y la de Bergoglio se captura mejor con otra dicotomía: academicismo/populismo. Ratzinger siempre fue un scholar. Él mismo, en múltiples entrevistas y ocasiones, negó su deseo de ser papa, pues eso le impediría dedicarse a su vocación académica. En la película se le presenta como un conservador ansioso de poder para iluminar en demasía la figura de Bergoglio.
Meirelles se deja llevar por una exagerada filia por Bergoglio. Le gusta -a mí también- su discurso contra las estructuras e instituciones sociales que favorecen la desigualdad y la pobreza, y que están destruyendo al planeta. Eso le impide juzgar con objetividad que la iglesia de Francisco no ha dado pasos progresistas contra el machismo, la homofobia y su moral sexual trasnochada. También, la atención a los miles de casos de pederastia sigue siendo insuficiente y vergonzosamente lenta y torpe. La iglesia es la misma de siempre, sólo ha cambiado el énfasis de su discurso.
Lo que Meirelles sí presenta adecuadamente es el cambio de austeridad que se ha implantado en el Vaticano. Bergoglio es popular, en gran parte, debido a su austeridad y el hartazgo de los fieles con respecto a los excesos de la curia (¿no les suena a un caso familiar?).
En cuanto a contenidos, me parece muchísimo mejor el documental sobre Pepe Mujica que dirigió Emir Kusturika. Mujica es un personaje mucho menos contencioso para trasmitir el mensaje que busca Meirelles sobre los desfavorecidos. Pero el director prefirió a Francisco.
Incluso teniendo en cuenta sus debilidades de contenido, Los dos papas me parece una gran película.
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