El pasado sábado 13 de junio, realizamos un ejercicio novedoso, lo que anteriormente se llamaban Mesas Redondas o Simposios, ahora en la era digital se llaman Webinar. Pues bien, nos reunimos un grupo de psicoterapeutas para comentar ante una audiencia abierta de mil participantes, las soluciones que la Psicoterapia ofrece a las personas que emocionalmente se han visto alteradas por la Pandemia. Estuvimos Lupita Morales de México, Sonia Giménez de Argentina, Elisabetta Muraca de Italia, Marly Kuenerz de Madrid, Quim Mesalles de Barcelona y Marcelino Riveros de Perú. A mí me correspondió el honor de conducir y moderar el trabajo. Lo más interesante fue que coincidimos totalmente, es decir, que aún cuando nos referíamos a países distintos, con latitudes y culturas muy diversas la problemática emocional era la misma. Encontramos miedo al contagio, temor a convivir con amigos, familiares y pacientes. Duelos profundos por la pérdida de parientes o seres queridos que fallecieron por la enfermedad. Rabia por las alteraciones ocasionadas por el confinamiento y no solo por el encierro mismo, sino por los conflictos familiares y de pareja que se presentaron ante la convivencia forzada. Aquellas personas que por su trabajo tuvieron que salir y enfrentarse al padecimiento experimentaron miedo, resentimiento y enojo. El personal de salud tuvo las mismas dificultades en todos los países, falta de equipo, jornadas agotadoras, escasez de medicamentos y muerte de compañeros de trabajo. Manifestaron enojo ante los gobiernos, las autoridades sanitarias, la población irresponsable y hasta el destino que nos trajo semejante desastre. Y algo más, también pudimos detectar que hubo un renacimiento en el amor de las familias, el teléfono y las charlas por zoom, videollamadas y otros recursos tecnológicos hicieron que nos comunicáramos con parientes a quienes dejamos de ver por mucho tiempo. Hubo intercambio de noticias, recetas de cocina, consejos, frases amables, oraciones, chistes y en general un alud de comunicación amable y divertida. Muchas personas ocuparon el tiempo en cocinar, arreglar su ropero, hacer jardinería y con ello hubo un encuentro de sí mismos. Los que se dedicaron a reacomodar sus libreros, su caja de herramientas, su costurero o la alacena sintieron que también se merecían un reajuste interno. Las aportaciones de los expertos fueron muy variadas. Aconsejaron la meditación y la expresión de las emociones, descargar la ira apretando un cojín o mordiendo una manzana. Despedir a los fallecidos en amor y aceptación de un destino imposible de cambiar. Cuidar especialmente las emociones, sentimientos y diálogo con niños y adolescentes. Ingresar al cuerpo alimentos saludables, desde la dieta compuesta de verduras y comida sana, hasta interiorizar buenos sentimientos, buen humor y sana alegría. Y un mensaje que estuvo presente en todos los conferencistas; esta pandemia es un aviso del planeta. Tenemos que respetar la casa en la que vivimos todos. El regreso a la actividad no será de ninguna manera volver al mismo mundo, porque ya cambió. Necesitamos aprender de ello. No podremos seguir viviendo ni tratando a nuestra tierra como lo veníamos haciendo. Es definitivo, el mundo cambió y nosotros tenemos que hacer lo mismo.




