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viernes, diciembre 5, 2025

“La culpa es del sistema de justicia”/ Sobre hombros de gigantes 

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Es el slogan de moda de la “vieja” y la “nueva” normalidad. Todo es culpa de la ley, su flexibilidad, la falta de castigo, de las familias, de la falta de represión. Tienen razón, “la culpa es del sistema de justicia”. Va un listado de evidencia del porqué no funciona:

  1. Omisión legislativa: la mayoría de los Estados mexicanos siguen sin legislar sobre atención a víctimas, a pesar de existir un mandato Constitucional que les obliga a crear Comisiones Estatales para su atención, quienes serán los mecanismos de protección y ejercicio de sus derechos. Tampoco han creado los fondos para la reparación del daño integral de las víctimas del delito, ni le han informado a la población que en caso de que el autor del delito no tenga para pagar el daño, el Estado debe cubrir esa reparación. 
  2. Víctimas sin acceso a la justicia: en la mayoría de los casos las víctimas siguen siendo revictimizadas. Sus datos personales siguen siendo transmitidas indiscriminadamente por algunos medios sin que existan consecuencias. Sigue sin existir un número real e importante de Asesores Jurídicos, que son los abogados representantes de las víctimas, y quienes las apoyarán en el ejercicio y protección de sus derechos. Los asesores deben acompañar a la víctima desde que se interpone la denuncia o querella, y hasta que se declare el asunto como concluido. También se carece de investigadores y servicios periciales para que los asesores cumplan adecuadamente con sus funciones; y finalmente siguen trabajando incluso en horas inhábiles, con salarios bajos.
  3. Policías sin respaldo: se atribuye muchas culpas al sistema policial sobre la ineficacia del sistema de justicia penal. Los policías a pesar de estar capacitados, no cuentan con las herramientas necesarias para hacer su trabajo, no tienen el número adecuado de materiales de primer respondiente; son pocos elementos frente a una cantidad enorme de ciudadanos; sus salarios son bajos a pesar de arriesgar el pellejo día con día y dejar la vida por personas que los critican; no tienen estabilidad en el empleo; al ser personal de confianza tienen pocas prestaciones; y se les exige que hagan todo bien, sin apoyarlos con los medios para que se haga bien. Las unidades de medidas cautelares y de ejecución penal siguen en conformación, en lugar de consolidación, con poco personal, y sin poder cumplir adecuadamente con sus funciones de vigilancia de órdenes de restricción, suspensiones condicionales y ejecución de sanciones 
  4. Imputados presuntos culpables: los imputados o acusados siguen tratados como culpables; no hay límites ni restricciones a ciertas personas que siguen informando hechos como ciertos y declarando culpables a personas que aún ni son juzgadas. Al igual que ocurre con los asesores de las víctimas, los defensores públicos son pocos frente a la cantidad de Agentes del Ministerio Público que tienen las fiscalías. Igualmente carecen de investigadores y servicios periciales para cumplir con una eficaz defensa técnica. Sus salarios siguen siendo bajos, a pesar de que la Constitución Federal desde junio de 2008 obligó a todos los Estados a igualar esos sueldos a los de los Ministerios Públicos. 
  5. Fiscalías y Poderes Judiciales en consolidación: Personal de Fiscalías y Poderes Judiciales están capacitados y tienen grandes perfiles; pero siguen siendo pocos para el cúmulo de trabajo que existe, debido a que la mayoría de las peticiones y decisiones deben tomarse en audiencias orales. Falta incrementarse el número de fiscales, auxiliares, investigadores, peritos, jueces, asistentes de sala, notificadores y actuarios, administradores judiciales, y no sólo en el ámbito penal, sino en otras áreas como civil y familiar. Cada año, los Poderes Judiciales deben estar negociando su presupuesto, cuando debe legislarse para que en automático se les asigne un mínimo de un 7 % del total del presupuesto anual aprobado. Los jueces son la principal garantía de protección de los derechos de cualquier ser humano. Sin jueces, no hay verdaderos derechos. 
  6. Injusticias sociales: Y por último (siempre lo último es lo primero), la falta de empleo, de educación, de alimentación, los salarios miserables, la falta de viviendas, no acceso a las tecnologías y comunicaciones, ausencia de vigilancia, de agua accesible, de luz, pocos parques y abandonados, falta de espacios culturales, discriminación, ignorancia, división, rechazo, olvido y abandono; y un largo etcétera, se suman a la inseguridad y falta de funcionalidad del Estado de Derecho.

No, no me faltó incluir que no funciona porque los “delincuentes están en la calle”. Tampoco omití señalar que no funciona ya que los “delitos graves” fueron disminuidos. Así como no es verdad que con la Ley de Amnistía, los detenidos del anterior van a salir de la cárcel en automático; tampoco es cierto que la prevención del delito y la disminución de la inseguridad se lograrán al meter a la cárcel a cualquiera que se considere “presunto culpable”, o tener justicieros ciudadanos. Si eso fuera real, hace siglos que no existirían los delitos, pues el delito estaría encarcelado o eliminado.

Al romperse las barreras de la información, las personas reciben una gran cantidad de mensajes a través de medios y redes sociales que regularmente traen una misma línea de sentido, muchas veces confusa y nada clara, y sin saber si las fuentes de esa información son veraces y confiables, o exageradas y mentirosas; pero a final de cuentas, esa comunicación sin límites, y emitida casi en vivo y en directo, ayuda a una persona a imaginar una visión del mundo, que a finalmente es la que vive, la que desarrolla y conforme a la que reacciona. 

Parafraseando a García Márquez, la vida no es lo que se vive, sino lo que se platica; pero deben tener razón; incluso la contaminación ambiental y el coronavirus son culpa del sistema de justicia y el Estado de Derecho: “Cuando yo uso una palabra –insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso–, quiere decir lo que quiero que diga, ni más ni menos. La cuestión –insistió Alicia- es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes. La cuestión –dijo Humpty Dumpty-, es saber quién es el que manda… eso es todo” (Lewis Carroll. A través del espejo y lo que Alicia encontró ahí).

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