Me encuentro en el ocaso, ve una de las amistades que me ha acompañado la mayor parte de mi vida, ahora me doy cuenta que el ciclo vital se compone de preparar siempre una despedida y es que los caminos se bifurcan en el momento menos esperado y aunque es natural que la vida cambie, cambiemos nosotras, cambien nuestros intereses nuestros sueños, eso no quiere decir que sea menos doloroso.
La amistad suele jerarquizarse como algo menor a las relaciones de pareja, nada me parece más absurdo, pues las amistades son quienes permanecen con nosotras con y a pesar de estar o no en una relación de pareja a pesar de lo horribles que puedan ser nuestras familias sanguíneas, las amistades son parte del círculo familiar más íntimo porque son el refugio que hemos decidido conformar más allá de los vínculos sanguíneo, aunque no corra por nuestras venas la misma sangre aprendemos a entender cómo es que late nuestro corazón. Culturalmente deberíamos aprender a valorar más a quienes permanecen con nosotros por voluntad y no por algo tan absurdo cómo pertenecer a la misma línea de sangre o haber firmado un contrato matrimonial.
A veces quisiéramos conservar para siempre a las personas que hemos elegido como parte de nuestra manada pero aún en las manadas hay separaciones, lazos que se rompen nuevos comienzos y relaciones que se transforman.
No quiere decir que amemos menos a quienes protagonizan las despedidas, quiere decir que les amamos tanto que somos capaces de dejarles ir para recorrer otros mundos, vivir otras vidas, soñar otros sueños que no se conectan con lo que esperamos y ansiamos para nosotras mismas.
Alguien me dijo una vez, que para mi la ciencia es más fuerte que el amor, que la ciencia nos acabaría separando, yo pienso que el amor ni siquiera es una fuerza comparable con otras y que amar es un arte difícil de explicar, pero que definitivamente el amor no puede con todo.
El amor no puede ni debe anteponerse ante los caminos de libertad que eligen aquellos que amamos porque el amor solo puede significar gratitud, aunque sea por aquello que ha sido coyuntural.
Desechemos los deseos egoístas que a veces nos llevan a pensar que todos quienes nos rodean tienen que permanecer intactos en el tiempo, como sí fuesen figurillas fijas en una vitrina que exhibe la colección de personas que hemos recolectado en nuestro andar por el mundo; nada más falso, porque las personas no se pueden recolectar, ni poseer, ni permanecer más que en nuestra memoria y por eso deberíamos estar agradecidos.
Ojalá fuera tan sencillo admitir que tenemos miedo del abandono y del olvido, dentro de cada ser humano está el deseo de trascendencia en la vida de otros, pero no debemos olvidar que aquello que ha sido plantado con tanto amor, no puede olvidarse ni desdeñarse tan sólo cambiará de tierras para volver a echar raíces y seguir creciendo. Ya ven, no es sencillo cosechar lo que se ha plantado con tanto esmero.
Los caminos que se separan también se pueden volver a junta, tal vez en la otra vida, en otro tiempo y en otro lugar…
@KarinaLeyvaRdz




