Soy buena siendo ave de mal agüero, hace unos meses, justo al principio del año y de la pandemia, escribí que la diferencia de clases no entraría en cuarentena, y es verdad, esta pandemia ha venido a mostrarnos una vez más que la necropolítica, es la política del Estado mexicano, puesto que en esta situación extraordinaria ya se ha determinado que hay vidas que importan y otras vidas que no, las que no importan socialmente ya han sido condenadas, aquellas más vulneradas son las que afrontan con mayor crudeza esta pandemia.
En estos últimos meses a nivel local y nacional hemos podido ver diferentes casos de personas que se vieron afectadas con la cuarentena, comerciantes, sexoservidoras, restauranteros, gente dedicada a las artes, profesores, “godínez”, distintos oficios de toda clase han sido víctimas, no del Covid, sino de la necropolítica estatal apoyada por la indiferencia social.
Socialmente, así como desde el Estado, hemos decidido quienes son aquellas personas que morirán sin acceso a las atenciones mínimas de salud, ni oportunidad de poder tomar tratamientos médicos ante el contagio de Covid-19, les dimos una sentencia de muerte anticipada, y eso que decimos que en México no existe la pena de muerte, quizá no en las leyes y tribunales pero sí como una práctica de la vida cotidiana.
El término teórico de necropolítica fue creado por Achille Mbembe para hacer una crítica al modelo político, refiriéndose a tres situaciones 1) a cuando lo excepcional se ha vuelto lo normal, por ejemplo cuando la violencia nos parece algo cotidiano. 2) Se refiere también a las figuras de la soberanía que se han encargado de la destrucción material de los cuerpos y poblaciones humanas juzgados como desechables o superfluos, pienso por ejemplo en los cuerpos acumulados en las morgues o en los famosos trailers, pero también en todas las personas que no son protegidas por no considerarse vidas que importan, como las personas migrantes. 3) También este término se refiere a cuando figuras de poder apelan a situaciones emergencia, y a una noción ficcionalizada o fantasmática del enemigo para justificar el totalitarismo, el recrudecimiento de la presencia militar.
¿No les suenan familiares estos contextos?
Hace unos días la organización feminista “Intersecta” dio a conocer que la tasa de muertes por Covid-19 de personas privadas de la libertad es de 2.3 veces más que la tasa nacional, pero aún así el número de las personas que ingresan a las cárceles estatales no ha dejado de aumentar, entre los Estados que presentaron un aumento de ingresos está Aguascalientes, según lo reportado por esta organización.
La necropolítica no es una práctica exclusiva del Estado, culturalmente se implanta de tal manera que socialmente la apoyamos sin darnos cuenta, o al menos me gustaría creer que como sociedad aún no llegamos a ese nivel de sadismo.
Siendo sincera, no me sorprende que Aguascalientes sea mencionado entre las entidades que abusan de la prisión preventiva, la gente en esta tierra suele pedir mano dura y al mismo tiempo se burla de la desgracia ajena desde un clasismo que poco tiene que ver en muchas ocasiones con el poder adquisitivo, el fascismo como tierra fértil para la necropolítica no ha dejado de trabajarse, ya lo advirtieron hace casi medio siglo Deleuze y Guattari, este logra insertarse en la subjetividad de las personas, crece de forma rápida, exponencial, aumenta el odio, elimina la empatía, esa sea la primera pandemia que tendríamos que erradicar.
@KarinaLeyvaRdz
