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viernes, diciembre 5, 2025

Bajo presión: Impulso

Edilberto Aldán
Edilberto Aldánhttp://edilbertoaldan.blogspot.com/
Ex Director Editorial LJA.MX (2012 - 2024)

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Lo que decimos y los asuntos que ameritan una discusión pública no van ligados, todos los días lo vemos en las redes sociales, las fuerzas que mueven el diálogo entre todos sólo atienden distintos impulsos con que se intenta poner los temas en la mesa, sin atender la importancia que tienen para la comunidad; si un tema es promocionado se colará en la conversación porque alguien pagó para que hablemos de eso o de alguien, para consumirlo; el resto de los temas sobre los que se discute, también sólo responden a nuestro impulso, uno que no surge de la reflexión sino de la necesidad de ver que algo se mueve.

En física, el impulso es el término que se emplea para cuantificar el efecto general de una fuerza actuando en el tiempo, las fuerzas no son constantes, sus variaciones dependen del impulso que se ejerza. Gracias al teorema impulso-momento se puede realizar una conexión directa entre la forma en que actúa una fuerza sobre un objeto en el tiempo y el movimiento del mismo, un cambio en el momento.

El impulso es importante, nos permite ejercer la fuerza necesaria para realizar un cambio, para lograr que ese cambio sea permanente, pero en comunicación, responder únicamente al impulso corresponde a dejarse llevar, a hablar sin reflexión, sin darse el tiempo para analizar los requerimientos de ese impulso.

¿Quién dirige el discurso público y hacia dónde? La necesidad de figurar, no de resolver. Las posibilidades de establecer un diálogo público son infinitas, pero no solemos atender a aquellos que son resultado de una reflexión larga, ni los que por su importancia, al ser analizados, pudieran llevarnos a encontrar propuestas y soluciones y problemáticas que pesan sobre nosotros. No, seleccionamos aquellos que permiten la respuesta rápida el posicionamiento instantáneo, los que en su brevedad y filo, se considera reflejan lo que queremos ser.

Da lo mismo cuáles son los temas del momento, son impulsos, en esa lista se pueden mezclar el chisme de espectáculos, una problemática social de urgente resolución, un hecho catastrófico o una frase simplona y grosera que parece divertida. Se les toma e impulsa con la plena conciencia de que la fuerza que aplican sobre la realidad es mínima, las consecuencias son invisibles u olvidables, y apenas se escriben se desechan en la amplísima superficie de los millones de opiniones que no hacen el menor intento por concentrar una conversación, lo que desean es figurar por su ingenio y rapidez.

La discusión sin reflexión no podrá llevarnos a lograr ningún cambio, cuando se discute en el mar público de las redes es más sencillo condenar y castigar, señalar y estigmatizar, que plantar una idea. No importa cuál sea el tema, va a pasar y lo conversamos con la misma atención que merecen los fenómenos naturales. 

Léase cuando sea: hoy el tema fue la violencia machista, se encontró a un culpable, se estigmatizó a la víctima, se les condenó a ambos y se les perdonó la vida en un tuit, eso será todo. En la discusión se imprimió la fuerza suficiente a los reclamos y señalamientos como para que apareciera en los medios de comunicación y el hecho se revistiera de una importancia que va a perder en unas horas.

Despechado, para señalar la relevancia del enamoramiento una vez que se fue traicionado, Héctor Lavoe cantaba “tú amor es un periódico de ayer, que nadie más procura ya leer, sensacional cuando salió en la madrugada, a mediodía ya noticia confirmada, y en la tarde materia olvidada”; por supuesto, se refería a la versión impresa de los medios, esas hojas olvidadas con que el viento barre la calle cuando ya a nadie le importan.

No deja de ser paradójico que ante el anuncio constante de la desaparición de los impresos, cegados por la infinitud de los medios digitales, con la conciencia de que nada de lo que ahí se deje se va a perder, el discurso público sólo esté hecho de impulsos, fuerzas mínimas hechas para satisfacer la sensación de movimiento, ideadas sin un propósito.

Coda. Un epígrafe demoledor de Cioran en Ese maldito yo: “Si obedeciera a mis primeros impulsos, me pasaría los días escribiendo cartas de injurias y de despedida”, eso es Twitter, el sonido y la furia, el impulso que apenas logra mover el follaje.

 

@aldan

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