I’m the little jew who wrote the bible…
The Future – Leonard Cohen
El pasado 16 de octubre de este año, fue asesinado en París el profesor Samuel Paty, docente de secundaria francés, luego de que en sus clases días antes utilizara como material didáctico para explicar la libertad de expresión una caricatura del periódico Charlie Hebdo que representaba al profeta islámico Mahoma. Entre su alumnado había estudiantes musulmanes que denunciaron al profesor ante religiosos extremistas islámicos, quienes encargaron la decapitación del profesor a un checheno refugiado. El asesino cortó la cabeza del profesor con un cuchillo; hizo alarde de esto en redes sociales, afirmó que lo había hecho en nombre de Alá, y fue detenido por la policía. Durante la detención, el asesino fue abatido. El asesinato fue calificado por el presidente de Francia, Emmanuel Macron, como un “atentado terrorista islamista”. El profesor fue asesinado por la intolerancia religiosa ante la impartición de la materia de Instrucción moral y cívica, que dictaba el profesor Paty, dentro de la carga académica obligatoria en las escuelas de Francia, en la que se debaten temas como la secularidad, la pena de muerte, el aborto y la libertad de expresión.
La madrugada del sábado 26 de octubre de 1935, en la comunidad de Huiscolco, del municipio de Tabasco, en Zacatecas, una turba de católicos cristeros que gritaba ¡Viva Cristo Rey! Sacó de su casa a la maestra rural María Rodríguez Murillo, de 45 años de edad. Una vez secuestrada, fue torturada por horas; vejada sexualmente y desnudada, para luego cortarle los senos con un cuchillo. Finalmente, los católicos cristeros que gritaban ¡Viva Cristo Rey! la ataron de los pies para arrastrarla con un caballo hasta la entrada del pueblo, para abandonar su cuerpo agónico. La maestra murió desangrada. El Sol de Zacatecas (19 de marzo de 2019) consigna que “El cura del pueblo, en la misa dominical absolvió de cualquier pecado o culpa a aquellos que participaron en el asesinato de María Rodríguez Murillo, acusada por el sacerdote de apoyar la reforma agraria y de tener en su poder textos de corte comunista” en el material docente que usaba para sus clases. Obviamente, el crimen quedó impune.
La revuelta conocida como Guerra Cristera fue un episodio atroz en la historia nacional, en el cual muchos sectores sociales del país, especialmente del bajío mexicano, fueron manipulados por la iglesia católica para levantarse en armas y sublevarse contra las políticas posrevolucionarias que afectaban los estamentos y privilegios de la iglesia. Como es usual, las masas menos favorecidas, las más ignorantes, las más damnificadas por el fracaso educativo y de pensamiento crítico, sirvieron de carne de cañón en una revuelta religiosa contra el reparto agrario, la educación socialista y el estado laico. Son infames los casos de personal docente en las áreas rurales que fueron torturados y asesinados por los católicos cristeros, quienes fueron persuadidos para pelear contra cosas abstractas como el comunismo, la masonería, o la amenaza a los valores cristianos. Sin embargo, el caso de la maestra María Rodríguez Murillo es un emblema contra la intolerancia religiosa. El asesinato de la maestra ocurrió alrededor de la Fiesta del Cristo Rey, que los católicos cristeros celebran el último domingo de octubre de cada año. Una macabra sincronía.
Por las mismas fechas, el 27 de octubre, pero de 1553 en Ginebra, Suiza, era quemado vivo el teólogo, médico, y científico español Miguel Servet, debido a que proclamó, en el siglo XVI, que ninguna autoridad eclesiástica o civil tiene derecho a imponer sus creencias ni a limitar la libertad de cada uno a tener y exponer las propias. Sumado a esto, los avances en las ciencias médicas que descubrió, supusieron una amenaza contra la férrea y rancia forma en la que la iglesia entiende el mundo. Por ello, fue ejecutado en Ginebra, a iniciativa de Juan Calvino, uno de los padres de la Reforma Protestante. En 1546, el déspota Calvino escribió en una carta a un amigo: “Si [Servet] viene aquí, si mi autoridad sirve de algo, nunca le permitiré que se marche vivo”. Por sus postulados teológicos y su planteamiento sobre la libertad de expresión, el Santo Oficio católico lo persiguió. Así, Servet huyó de la inquisición francesa de Vienne con dirección a Italia, pero decidió hacer escala en Ginebra, donde Calvino cumplió su palabra y ordenó que los cristianos protestantes lo mataran en la hoguera.
Todo esto tiene en común los asesinatos motivados por la intolerancia religiosa; desde los católicos, los cristianos protestantes, y los musulmanes. La podredumbre judeocristiana ha recorrido siglos y kilómetros para amedrentar en nombre de un dios a las personas que propagan el conocimiento, la laicidad, el pensamiento crítico, y en general, los valores de la educación racional. No es de extrañar que los fanatismos religiosos se encuentren en la antípoda del sentido común y del saber. Para cifrar esto en la historia, el colectivo Activismo Ateo MX (un grupo de luchadores sociales en temas de laicismo, derechos humanos, y divulgación científica) conmemora cada año las Jornadas de Luto por las Víctimas de la Intolerancia Religiosa. Estas jornadas van desde el 26 de octubre, por el asesinato de la maestra María Rodríguez Murillo, y terminan con la condena a la Fiesta del Cristo Rey, pasando por el asesinato a Miguel Servet. Esta columna tiene la intención de cifrar en la memoria que la fe puede manipular a las masas y a los individuos, hasta hacerlos capaces de cometer crímenes atroces, por el simple hecho de que el conocimiento trastoca sus fantasías de credo.
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