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viernes, diciembre 5, 2025

Población 2020/ A lomo del planeta 

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A la socióloga María de la Paz López Barajas.

 

Ladillas y estrellas

¿Qué es más complejo, el Sol o una ladilla? El primero, con un volumen de 1,409,272,569,059,860,000 km3, aunque concentra el 99.9% de toda la masa del sistema solar, se compone casi por completo de dos elementos químicos, hidrógeno y helio. Por su modesta y molesta parte, una ladilla (Pthirus pubis), a pesar de que no sobrepasa tres milímetros de longitud, posee una composición físicoquímica tan compleja que se encuentra ya en el ámbito de lo biológico, de los seres vivos. El Sol no es más que una estrella, una cosa inanimada, un montón de plasma que, dicho en corto, no se dedica más que a consumirse a sí mismo. La ladilla es un insecto anopluro capaz de establecer una relación de simbiosis, parasitaria específicamente, con humanos; se mueve, come, se reproduce, muere… Ahora, ¿cuál comportamiento es más fácil de predecir, el del regio Sol o el de una ladilla?

“El Sol no ha cambiado drásticamente desde hace más de cuatro mil millones de años, y seguirá siendo bastante estable durante otros cinco mil millones de años más” —Wikipedia dixit.

 

Población 2020

En pocos días el Inegi dará a conocer los resultados del Censo de Población y Vivienda 2020. ¿Cuántos seremos? Más precisamente, ¿cuántos éramos a mediados del año pasado?

En 2000, 97.5 millones de personas residíamos en México. Entonces ocupábamos el undécimo sitio en el ranking de los países más poblados, atrás de Nigeria y Japón. La población mundial ascendía a 6,063 millones, y nuestra participación relativa era de 1.6 por ciento.

Para 2010 se habían sumado 11.5 millones de personas —más que las radican hoy en la Ciudad de México—: en la República Mexicana vivíamos 112.3 millones de habitantes. La Tierra cargaba a cuestas 6,843 millones de sapiens, y aunque nuestro país seguía ocupando el lugar 11 entre los más poblados, el orden había sufrido cambios: Nigeria, por ejemplo, con sus 152 millones, había escalado al séptimo escaño, en tanto que Rusia había caído del sexto al noveno lugar. La participación relativa de quienes habitábamos en territorio mexicano no había variado: 1.6% de la población mundial.

Cinco años después, el planeta albergaba ya a más de siete mil millones de humanos (7,379), y nuestro país se mantenía como el undécimo más poblado: pululábamos México 119,938,473 personas (Encuesta Intercensal 2015; Inegi).

Ahora, supongamos que un estudiante quiere saber cuánta gente vive hoy en el país… Seguramente no consultará a alguno de sus maestros ni a sus padres, mucho menos intentará averiguar el dato en un libro; lo más probable es que googlee población total de México. La respuesta será 126.2 millones, con un 2018 entre paréntesis —el monto es una estimación referida a tal año—. También es posible que el estudiante acuda a la fuente de fuentes, Wikipedia, but of course; en su entrada “México” se encontrará con otro dato: 128,649,565, una estimación al 2020 tomada de una fuente estrambótica, por decirlo suave: North America: Mexico, The World Factbook; Central Intelligence Agency. Entonces eso dice la CIA, ¿será? El dato más reciente que hallará por ahora quien consulte el sitio del Inegi será el de la Intercensal 2015. Ahora, según la institución responsable de realizar las proyecciones poblacionales oficiales de este país, Conapo, en 2020 éramos 127.8 millones de habitantes. Por su parte, la ONU estimaba que para entonces México tenía 128.9 millones de residentes. La diferencia no es mucha; en cualquier caso, es un hecho que desde el año pasado México, desplazando a Japón, se ubicó como el décimo país más poblado del mundo, un mundo que cerró el año con 7.8 mil millones de bípedos sorprendidos.

 

¡Pa’tsunami!

El sábado (9/1/2021), a las 17:00 horas, 7,837,931,408 seres humanos plagábamos el mundo (worldometer, con estimaciones de la ONU). Se escribe fácil, pero recordemos que a lo largo de más de doscientos mil años los sapiens no tuvimos una presencia notoria en el planeta —durante mucho tiempo, ni siquiera hegemónica entre los homínidos—. Con el advenimiento de la era moderna, se desató el tsunami humano. En 1804, hace apenas 217 años, llegamos a los primeros mil millones. En 1930, ya éramos el doble, dos mil millones, y en 1974 la población mundial se había duplicado otra vez: cuatro mil millones. Menos de medio siglo después, ya ven, estamos a punto de multiplicarnos por dos de nuevo. Y el artilugio no se detiene: nada más en 2020 el crecimiento de la población mundial fue de unos 80 millones, equivalentes a la población de Australia, Bolivia, Cuba, Portugal, Israel, Paraguay, Mongolia y Puerto Rico…, ¡en conjunto! En menos de diez días, a la medianoche del sábado, se estima que en lo que va de 2021 ya habían nacido 3.4 millones de niños y niñas, al tiempo que habían fallecido 1.45 millones de congéneres, con todo y pandemia, así que en apenas nueve jornadas la cantidad de hombres y mujeres en la Tierra se ha incrementado en dos millones.

 

Incertidumbre

¿Y qué sigue? ¿Qué prevé la demografía? La proyección más aceptada señala que en 2050 serán/¿seremos? 9,700 millones de personas. “‘No hay grandes diferencias en las proyecciones de población para los próximos 30 años’, dice John Wilmoth, jefe de la División de Población de la ONU. ‘Pero comienzan a divergir en la segunda mitad del siglo y, sinceramente, para después nadie lo sabe con certeza.’” (Richard Webb, “The great population debate”. New Scientist, November 2020). ¿Por qué? Más allá del azar, los accidentes, las calamidades previstas o sorpresivas, las estimaciones se basan en la tasa de fecundidad mundial promedio —el número de nacimientos por mujer—, y si esa tasa se aumenta en medio niño, a finales de siglo llegaríamos a 16 mil millones. Pero lo opuesto puede suceder: hay quienes insisten en que la demografía no ha dado el peso adecuado al órgano de reproducción que hoy resulta decisivo para los humanos, el cerebro, y especialmente el cerebro de las mujeres (v.g.: Darrell Bricker, Empty Planet: The Shock of Global Population Decline).

Por lo demás, la incertidumbre no debería extrañarnos: conforme la humanidad se va haciendo más y más compleja, su devenir se hace cada vez menos predecible. Ladillas del planeta, cada vez nos alejamos más del Sol.

 

@gcastroibarra

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