Comprender los impulsos de los demás es una tarea en la cual me he prometido no precipitar mi atención y menos cuando entiendo que muchos de esos impulsos no son auténticos, pero si son motivados por reflexiones ajenas, que sólo son copiadas sin el recato de entenderlas.
Estuve atento a eso que se llamó las marchas anti-Peña, y a fuerza de ser sincero, esperaba algo distinto. A raíz de la convocatoria me forjé falsas ilusiones, y tuve el atrevimiento de pensar que de manera coincidente algunos de los participantes en estos eventos, reprodujeran los esquemas que ilusoriamente, yo manifesté en mi pasada colaboración del día 14 de mayo.
Incluso pensé en voz alta, y le comenté a más de un amigo, que me daría gusto que los manifestantes convocados para “las marchas” se acordarán de un sinnúmero de temas que vienen lacerando el presente de nuestro país, y que casi han logrado cancelar su futuro, y que de esa forma se pudiera vislumbrar la idea de que a partir de ya, los gobernantes que han disminuido nuestra capacidad de asombro, entendieran que el país empezaba a tener a algunos despertando del marasmo en el que cómodamente se han quedado, los más de ellos anclados en su confort, y en su entorno de ausencia de mística.
Pero tristemente me enteré que no pasó nada de lo que yo pensé, los multicitados eventos no tuvieron un contenido adecuado, que nos permitiera vislumbrar, que con precisión, se reclamó, se gritó, se demandó el cese de tanta suciedad que lesiona nuestra travesía hacia la esperada salida del hoyo en el que nos encontramos. Siguiendo un poco la ruta del excelente artículo del maestro Sabino Bastidas Colinas (Debate sin narrativa, Reforma, 13 de mayo de 2012), me pregunto: ¿cómo puede ser que en una marcha en la que participaron mayoritariamente jóvenes nadie se acordó de mencionar los más de 65 mil muertos de la guerra de Calderón, ni los más de 180 mil desplazados, y el incalculable número de desaparecidos? ¿En qué país viven?
Lo cual me lleva a citar lo que el destacado catedrático Alejandro García Macías, quien actualmente se encuentra estudiando su doctorado en Barcelona, subió a Facebook: “En Europa veo muchos jóvenes protestar contra el desempleo, los recortes en salud y educación, los bancos y la crisis. En México (mientras el país se desangra a balazos) veo a algunos protestando contra un candidato que todavía ni gana. Será una cosa de diferentes alturas de miras”.
Me preocupa el hecho de que a partir de la intención de iniciar una cultura de participación ciudadana (si eso es lo que algunos quieren) no se tenga claro que existen situaciones que nos han detenido como nación en la historia reciente, alguien se ha preguntado por qué no hemos realizado marchas contra los gasolinazos, contra los gobernadores corruptos (reitero lo que dije la semana pasada, podemos empezar por los ex gobernadores priístas), contra el desempleo (cuando se nos prometió que sería el sexenio del empleo), y contra tantas cosas más.
Lo que sí había que reconocer es que el candidato presidencial del PRI, no descalificó estas manifestaciones en su contra, al contrario señaló que las respetaba; a diferencia de alguien que hace algunos años calificó de “una marcha de pirrurris”, a quienes se manifestaron contra la inseguridad pública en la Ciudad de México, cuando aquel era jefe de Gobierno.
No cabe duda que estando tan cerca la jornada electoral del próximo 1 de julio, la tensión irá subiendo de tono, esperemos que todos tengan el corazón caliente y la cabeza fría, sería bochornoso el que ocurran sucesos reprobables en los días por venir, y que se empañara un proceso que hasta el momento y a pesar de algunos incidentes que sí se han tenido que lamentar, se ha podido llevar de forma tranquila.
A tiempo estamos de identificar a quienes creen que pueden sacar provecho si la elección cae en un nivel de confrontación, que les permita atentar de nueva cuenta contra la inteligencia de los mexicanos; existen muchos que son fervientes seguidores de aquello que dice “a río revuelto, ganancia de pescadores”, pero sin temor a equivocarme somos muchos más los que creemos que nuestro país ya cumplió la mayoría de edad, y no permitiremos que unos pocos se salgan con la suya.
Sinceramente espero que el tiempo me dé la razón, porque yo sí creo que el pueblo de México tiene como virtud la sensatez, y que sabremos reconocer los resultados electorales del próximo 1 de julio, y entonces sí convoquemos a las grandes marchas que no se circunscriban a ir un momento a caminar y desahogarse repitiendo consignas agresivas, sino a las marchas en la construcción del futuro, el cual no es premisa para quienes sólo piensan con criterios cortoplacistas.
