Durante más de tres décadas de paz porfiriana, México con un ojo aquí y otro allá, allende los mares, se miraba de perfil en el espejo de la modernidad.
Desde el poder político y económico de un país en constante reconstrucción, se eligió como modelo para las artes, los aires académicos europeos, particularmente los de Francia, aquellos de rancias aspiraciones imperiales, que combatió por el ala de la República, el insigne oaxaqueño apodado El llorón de Icamole, Don Porfirio Díaz.
La búsqueda de una identidad propia desde entonces, ha sido una preocupación centrada en lo cultural y lo artístico, a decir, un rostro que mostrase dos facetas, que reconoce en su naturaleza una esencia propia que se amalgama con la otra raíz afincada en el Viejo Mundo, con un legado que permitiese discernir “al mismo tiempo, un abrir los ojos a la conciencia de la propia realidad social, en busca de algo capaz de definirnos e identificarnos como diferentes a Europa.” afirma Jorge A. Manrique y que con mayor intención, alcanza su culmen con el arte de la posrevolución Mexicana.
En el primer escenario se ubica al escultor Jesús F. Contreras, quien recibe un patrocinio del gobierno del presidente Díaz para especializarse en procesos de fundición en la ciudad de París. Esta beca, podría inscribirse en una suerte de acción de mecenazgo gubernamental que permitirá al artista por un lado desarrollar su obra personal y por otro, participar de un proyecto de obra pública de revaloración de la propia cultura y de los personajes de relevancia histórica; bosquejo que reconocería en las artes un indicador de desarrollado del país que a los ojos de la jerarquía, se percibía ya como apto para ocupar un sitio en el mundo moderno, con un sentido en el presente tratando de alejarse de pintoresquismos que expresase la esencia nacional con un lenguaje universal.
De aquí partimos para decir que el mecenazgo en sentido amplio, se refiere a la protección, patrocinio o abrigo político, que se brinda por parte de una persona, familia, empresa, institución pública o privada a artistas o asociaciones civiles o religiosas para apoyar la realización de obra o proyectos artísticos o culturales. Por ejemplo gracias a él es que en la actualidad poseemos en patrimonio la obra de Contreras para disfrute de la sociedad, al igual que somos depositarios de un acervo material e inmaterial de nuestra cultura, de momentos de nuestra historia, del arte mexicano y del internacional.
Los móviles de los mecenas a través del tiempo han sido variados, pues el mecenazgo además de dinamizar, estimular la cultura y el desarrollo artístico, justifica la posición social y mejora la reputación de quien lo practica, le concede prestigio o notoriedad social, política e incluso intelectual, asociando la imagen del benefactor a la actividad o movimientos que patrocinan por medio de subvenciones, con recursos materiales o de infraestructura y que han favorecido el surgimiento de movimientos artísticos, y en el renglón social, de prácticas culturales que han alentado el involucramiento de la sociedad civil en aspectos tan variados como la restauración del patrimonio cultural y natural , entre otros: son asimismo, promotores activos de nuevas formas culturales.
Actualmente el mecenazgo conserva como antaño, la capacidad de adherirse a sistemas sociales y a corrientes de pensamiento definidas, con el poder de excluir lo que no comparte sus intereses y de educar en aquello que le es funcional viabilizando su supervivencia, excluyendo aquello que le interfiere; ello permite independientemente a las sociedades, la conservación de sus creaciones culturales y acrecentarlas. Un arte ligado al poder como elemento de control y en ocasiones de censura; el que paga manda dice la conseja popular.
Como muestra, durante la primera mitad del siglo pasado, los artistas mexicanos comenzaron paralelamente a mostrar más un aspecto crítico que de respaldo al gobierno, como lo estaban haciendo los muralistas. Es en este momento que aparece en la escena artística nacional la galerista Inés Amor con la Galería de Arte Mexicano, oficiando como benefactora del arte con un alto poder político y económico, imponiendo estilos o tendencias o “congelando artistas.”, asevera Shifra Goldman.
Los artistas en la actualidad signan convenios de trabajo que en algunos casos les condicionan, les coartan y les someten a los dictámenes del mercado, que a su vez han modificado también el sentido del arte, el quehacer y por ende el objeto artístico, lo hace gravitar en la órbita de la especulación financiera y de la globalización neocolonizadora. Este entorno se perfila a partir de la “Guerra Fría”, de la injerencia de Estados Unidos de Norteamérica en asuntos internos en diversas esferas de la vida nacional de los países en desarrollo. De manera directa en América Latina impulsa la carrera de artistas con una producción alejada de temáticas sociales, hasta ese momento relegados de las políticas culturales, con el apoyo de becas a través de fundaciones culturales instituidas por las grandes empresas transnacionales.
En el circuito actual del arte en México cobra importancia a guisa de mecenazgo el coleccionismo, que con la adquisición directa de obra, no intervienen en la producción del objeto, pero si fijando un gusto por la forma, el contenido y el concepto, ya que supone bajo sus parámetros qué es de su interés y susceptible de invertir y atesorar.
En esa vertiente encontramos al “mecenas contemporáneo” Eugenio López Alonso que aspira a dejar una herencia artística para los mexicanos quien construyó un Museo de arte contemporáneo de perfil nacional e internacional, en el que alberga su colección estimada en más de dos mil quinientas obras con una inversión superior a la centena de millones de dólares, compensando a la sociedad con una reducida porción de las ganancias recibidas por sus empresas.
Eugenio, con la fórmula del mecenazgo de “responsabilidad social compartida”, conjuga el apoyo a la producción, la adquisición y la exhibición de obra, dirigiendo sus esfuerzos a artistas jóvenes emergentes por la vía de su Fundación Colección Jumex. Los beneficiarios han sido becados para continuar sus aprendizajes y producir en otros países (particularmente metrópolis culturales) para que desarrollen un mayor expertise, para luego ser promocionados en espacios expositivos de relevancia en el orbe. Invierte pero a decir de él: “El arte no es la Bolsa de Valores. Es muy agradable saber que tu artista subió, pero con base en el reconocimiento del museo o con exhibiciones en el extranjero”. […] “Dice separar lo empresarial pues considera que no ve en las colecciones una oportunidad para acrecentar su fortuna…”. Pero en mercadotecnia se sentencia que la sociedad de mercado se rige por la rentabilidad, la exclusividad y la competencia. De ahí que la filantropía en cualquiera de los ámbitos que se practique, es sujeta de no pagar impuestos y de recuperar las inversiones realizadas.
En otras variantes de mecenazgo privado empresarial, tuvieron su auge las becas post-académicas Adidas Border, Fundación BBVA- BANCOMER-MACG y SOMA, (CEMEX, BOING, GRUPO CARSO, FEMSA) que se centran en la investigación, la producción y la circulación de la obra de artistas en ciernes, con propuestas exploratorias en las artes visuales emergentes, asistidas fundamentalmente por programas de formación interdisciplinarios, residencias artísticas, viajes de estudio y ambientes de aprendizaje estimulantes, que abonan a la profesionalización, además de la facilitación y preparación en gestión interinstitucional para hacerles visibles en los terrenos del arte.
Llegamos en este punto para recordar la participación del Estado en materia de una naciente política cultural que parte de los esfuerzos sobre creación artística y culturización del país promovidos por José Vasconcelos al frente de la Secretaría de Educación Pública y Bellas Artes, y el transitando al correr de las décadas, por las subvenciones que el gobierno otorga a los muralista para la creación de obra.
No es, sino hasta los setenta-ochenta, que toda una pléyade de intelectuales mexicanos como Octavio Paz y Elena Poniatowska, entre muchos otros, avizoran la necesidad de la creación de un fondo para apoyo a la creación, que encontró eco con el establecimiento del Conaculta y de su Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, Fonca y su réplica en provincia con los Fondos Estatales y Regionales, ofreciendo “Fomentar y estimular la creación artística en todas sus manifestaciones cuya aparición obedece a una de las respuestas que ofreció el Gobierno Federal a la comunidad artística para construir instancias de apoyo basadas en la colaboración, la claridad de objetivos, el valor de la cultura para la sociedad y el aprecio de la diversidad de propuestas y quehaceres artísticos”, de conformidad con el Fonca.
Para instrumentar este mecenazgo oficial, posiblemente se advierta una política incluyente con énfasis en la libertad de las personas para crear y expresarse resaltando la figura del artista independiente, eximido de los gustos y criterios de los patrones a quienes sirve o de los gustos del funcionario en turno.
Es la creación independiente uno de los factores que permite desligarse del régimen tradicional del mecenazgo siendo las becas de fomento y estímulo a la creación de desarrollo artístico, el principal medio, y cito a Fonca, “para que los creadores puedan desarrollar su trabajo sin restricciones, afirmando el ejercicio de las libertades de expresión y creación, de participación democrática y equidad de oportunidades” para las que se estipulan esquemas de cumplimiento y de retribución social; se busca asistir la profesionalización en los jóvenes creadores y hasta contribuir a la consolidación de aquellos artistas que poseen trayectoria artística ingresándolos al Sistema Nacional de Creadores de Arte, cuando sus aportes al arte y la cultura han contribuido significativamente al país, al que seguramente Jesús F. Contreras pertenecería como miembro vitalicio, más por el reconocimiento y trascendencia social y cultural que brinda el pertenecer al Sistema que por apremios económicos.
Al igual que el presidente Porfirio Díaz, Carlos Salinas de Gortari saludaba al mundo proyectando con esta política, una imagen de prosperidad, bienestar, paz, progreso y modernidad, al tiempo que su gobierno estrechaba lazos de colaboración entre la comunidad artística, la iniciativa privada, empresas, transnacionales, fundaciones y embajadas, en tanto el país era sacudido por la primera revolución del siglo XX, y en los noventa nos obligó a mirarnos de frente al espejo, conmocionados por el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional que nos regresaba a la realidad de una población empobrecida, humillada e ignorada, a pesar de los esfuerzos de las políticas públicas y de la responsabilidad empresarial que no han resarcido siglos de marginación, y que a la fecha, esa deuda histórica continúa a más de 30 años de neoliberalismo en México.
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Septiembre de 2021




