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viernes, diciembre 5, 2025

Intervenciones para mejorar la seguridad vial/ Agenda urbana 

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En México, se estima que cada año mueren más de 16 mil personas en accidentes viales, a pesar de que un gran porcentaje de ellos son prevenibles al estar relacionados con velocidades vehiculares elevadas que pudieran moderarse mediante estrategias de diseño vial en las ciudades. En ese contexto, en Aguascalientes los accidentes viales innegablemente están al alza, especialmente a lo largo del “circuito de flujo continuo” de Segundo Anillo, donde los automóviles conducen cada vez más rápido. Por ello, los gobiernos estatal y municipal deben diseñar intervenciones rápidas y eficaces que permitan reducir la velocidad y prevenir más muertes y lesiones por hechos de tránsito. ¿Qué tipo de intervenciones pueden implementar en el corto plazo y con relativa facilidad? A continuación, se retoman cuatro ejemplos de la guía “Ciudades Más Seguras Mediante El Diseño” del World Resources Institute, una organización internacional especializada en movilidad urbana. 

Primero, los reductores de velocidad –no topes– son elevaciones en algunos puntos de una calle que permiten reducir la velocidad vehicular dependiendo de su altura y longitud (ver imagen 1). Normalmente se diseñan como un trapecio o una curva para inducir a los automovilistas a desacelerar: por ejemplo, un reductor de 10 metros de longitud con altura de alrededor de 10 centímetros suele utilizarse para inducir una velocidad vehicular de 50 km/h. En ese sentido, los reductores buscan que los automóviles se desplacen a una velocidad prevista de forma constante a lo largo de una calle y evitar que tengan que desacelerar y acelerar antes y después de cada reductor. Así, este tipo de intervenciones reduce la velocidad de los automóviles y facilita una circulación vehicular continua, al mismo tiempo en que disminuye la probabilidad de accidentes asociados a la velocidad. 

Segundo, los estrechamientos de calles o avenidas buscan reducir el ancho de una vialidad a través de la ampliación de las aceras (ver imagen 2) tanto para inducir a los automovilistas a desacelerar como para acortar la distancia peatonal necesaria para atravesar una vialidad. En zonas habitacionales donde suele existir una menor circulación vehicular, por ejemplo, una calle puede reducirse de dos a un carril al extender las aceras, lo que hace que los conductores circulen más despacio. Esta intervención además puede combinarse con la delimitación de lugares de estacionamiento en ambos lados de una calle y con elementos paisajísticos y mobiliario urbano para las personas. En suma, el estrechamiento de algunas calles o avenidas puede “calmar” el tránsito” en zonas, por ejemplo, donde niñas y niños, jóvenes y adultos mayores suelan caminar, y además permite ampliar el área peatonal.

Tercero, las extensiones de aceras son intervenciones que generalmente se implementan en intersecciones para visibilizar mejor a los peatones y reducir la distancia que una persona debe caminar para atravesar una avenida (ver imagen 3). Esta intervención consiste en expandir las aceras hacia el interior de los carriles vehiculares en una esquina o intersección para reducir la velocidad de los vehículos y mejorar la seguridad del cruce peatonal. Estas extensiones suelen utilizarse en intersecciones que cuentan con carril de estacionamiento en ambos lados o paradas de autobuses, pero también pueden ubicarse a mitad de cuadra para aumentar el número de cruces peatonales en una vialidad. De esa manera, ayudan a reducir la exposición de los peatones a atropellamientos sin realmente afectar la circulación vehicular, lo cual es sumamente relevante considerando que, como sugiere el World Resources Institute, en América Latina la probabilidad de atropellamientos aumenta en 6 por ciento por cada metro adicional de distancia en los pasos peatonales.

Finalmente, los pasos elevados –no puentes antipeatonales– son elevaciones del nivel de calle que reducen la velocidad vehicular en sitios donde cruzan los peatones, como una intersección o a mitad de una cuadra (ver imagen 4). En esos lugares, la calle se nivela con la altura de las aceras, se construyen rampas como acceso vehicular a la zona elevada y se instalan bolardos u otros elementos para separar a los peatones de los automóviles. Las rampas de acceso que se crean para el tránsito vehicular pueden tener distintos grados de inclinación dependiendo de la velocidad que se prevea para los automóviles que circulen por la vialidad, pero normalmente llegan a la misma altura del cordón de la calle. Este tipo de pasos elevados además suele construirse con material diferente a la del resto de la vialidad para llamar la atención de los usuarios e indicar que en ese espacio los vehículos deben desacelerar. Así, estos pasos reducen la velocidad en las intersecciones y permiten una circulación peatonal más segura y eficiente, especialmente en zonas con un alto volumen peatonal, incluyendo usuarios del transporte público que caminan hasta un paradero de autobús. 

En conclusión, existen intervenciones que pueden realizarse en el espacio vial para reducir la velocidad vehicular y mejorar la seguridad tanto de los mismos automovilistas como de peatones, ciclistas y usuarios del transporte público. En Aguascalientes, este tipo de intervenciones pueden implementarse con relativa facilidad, pero ¿existe la voluntad, creatividad e iniciativa a nivel estatal y municipal para hacerlo?

 

fernando.granados@alumni.harvard.edu / @fgranadosfranco

 Referencias:

 World Resources Institute (2015). Ciudades Más Seguras Mediante El Diseño. 

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