Cuando 2021 llegaba a su plenitud; el pasado domingo 26 de diciembre, murió la maestra Elvira López Aparicio, una referencia obligada en la literatura local, tan importante que un premio de crítica literaria de la Universidad Autónoma de Aguascalientes lleva su nombre.
La ficha que le dedica la Enciclopedia de la Literatura en México dice, entre otras cosas, lo siguiente: “En 1952 obtuvo el grado de Maestra Normalista Urbana en la Escuela Normal de su Estado y la maestría en Lengua y Literatura Españolas en la Facultad de Filosofía y Letras (ffyl) de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam). Impartió cursos de Literatura y Teatro en el Instituto Autónomo de Ciencias, hoy Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA);….
Perteneció a la Asociación Mexicana de Investigación Teatral, a la Asociación Internacional de Hispanistas y al Instituto Internacional de Teoría y Crítica de Teatro Latinoamericano. En 1992 obtuvo el Premio Aguascalientes por su contribución al desarrollo de las humanidades.
En 2010 ingresó al Seminario de Cultura Mexicana, corresponsalía en Aguascalientes, por su apoyo a la promoción de la cultura.
Elvira López Aparicio se dedicó, además de impartir cátedra, a la investigación. Perteneció al equipo que, en el Centro de Estudios Literarios, se ha dedicado de una manera metódica y rigurosa, a recopilar en ediciones críticas las obras de Manuel Gutiérrez Nájera. Suyos son los volúmenes de obras najerianas en que se recogen sus crónicas y artículos sobre teatro y diversos espectáculos. Su tesis de maestría mereció ser publicada, en ella hizo un estudio e interpretación de la obra del mexicano José María Roa Bárcena.”
Tengo poca información sobre ella, pero por lo que sé me parece que fue una de esas mujeres que decidió no hacer lo que en los años 40, 50, del siglo pasado, “la sociedad” “esperaba” que toda mujer hiciera, desde luego ser ama de casa, empleada o maestra de niños. Ciertamente hizo la carrera de maestra normalista, pero en vez de asumir la conducción de un grupo de niños ruidosos, se fue a México, e hizo una maestría en la facultad de filosofía y letras de la UNAM, etc.
En fin, El Heraldo de Aguascalientes informa que en junio de 1958 formó parte del jurado de los IX Juegos Florales Luis Gonzaga. El dato sobre su ingreso al Seminario de Cultura en 2010 no es exacto. Prueba de ello es que en febrero de 1965 El Sol del Centro señala que era parte de la directiva de la corresponsalía que solicitaría que las calles de Democracia y Yáñez recibieran los nombres de Eduardo J. Correa y Arturo J. Pani, respectivamente.
Coincidí con ella en la corresponsalía del Seminario de Cultura Mexicana, del cual soy orgulloso miembro, pero apenas si cruzamos palabra. Fue maestra de literatura en varias escuelas locales, la Preparatoria, el Colegio Juan de Montoro, etc., y quienes tuvieron el privilegio de escucharla la recuerdan como una persona culta, amable y afectuosa, siempre dispuesta a una buena conversación, o a abrir su biblioteca para aquellos a los que contagió el amor por la literatura.
La imagen, una fotografía de 2009, la muestra conversando con el artista plástico Alfredo Zermeño, en el contexto de una sesión de la corresponsalía del Seminario de Cultura Mexicana.
Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a carlos.cronista.aguascalientes@gmail.com.




