La pintura mural comunitaria, posiblemente sea una herramienta que logre verse como parte de las prácticas creativas que apoyan el cambio social, donde los artistas ciudadanos, son protagonistas de sus propias historias y de la población, que proyectan sus aspiraciones.
Con ello se participa de la construcción de la identidad local y comunitaria que produce bienes culturales que pretende mejorar, entre otros aspectos el entorno de manera visual que modifica estéticamente el lugar, no siendo esto su carácter central, ya que el papel relevante está en la transformación de significados que se dan a través de la organización comunal que exige está práctica.
Se encuentra en estas dinámicas, la promoción de la libertad de expresión a través del arte, que descubre su cauce en un canal de comunicación que da testimonio de la realidad social, política, económica y cultural, en que vive la comunidad, la cual se mira a sí misma en imágenes que le revelan su lugar en el mundo, su forma de verlo, entenderlo y contarlo a los demás.
Mediante imágenes se exponen creencias, valores y otros temas que pueden ser incluso divertimentos plásticos que embellecen la ciudad y que aportan a su construcción, acrecentando a su vez el patrimonio público, o como aquellos que tratan tópicos de género, la marginación social, la discriminación y segregación, derechos humanos, la enajenación mediática, la represión policíaca, el abuso de drogas, salud, educación y la pérdida de elementos culturales que se da por la importación de modelos hegemónicos dominantes impuestos por la cultura capitalista, entre otros.
Temáticas que preocupan a la comunidad y a los creadores de estas obras, no siempre con la urgencia de la reivindicación crítica, cuya dimensión es de carácter temporal y efímera, más no así, en su incidencia en la memoria de los vecinos que se involucran en el consenso en este ejercicio de participación ciudadana, el cual hacen suyo, ya que los habitantes de los barrios han estado presentes desde la concepción de las obras que perderán la noción de autoría individual a favor de la colectiva que es de reconocimiento público.
La motivación de este muralismo comunitario, puede gestarse bajo la percepción que tiene la sociedad y ante los hechos por la carencia de atención a la juventud de parte de la autoridad y de los exiguos programas sociales, cuyas políticas son orientadas a paliar estas problemáticas sin llegar al fondo estructural de las mismas, de lo que se obtiene en ocasiones, plusvalía ideológica partidista clientelar.
Por lo anterior, la autogestión es una opción y un camino a seguir, cuya base está en el proceso de participación entre vecinos y artistas que se apoya en la cooperación y en las necesidades de la sociedad, presentes en los barrios a los que llegan las propuestas que modelan la percepción de nuestro presente.
Es allí donde tiene mayor valor este proceso educativo como práctica de la libertad (Paulo Freire), la experiencia, el diálogo y la participación, ya que emerge de la búsqueda del beneficio colectivo, que no pone en primer plano lo “artístico”, el cual llegará por añadidura y de la mano de la satisfacción de las auténticas necesidades humanas.
Allí surgirá un arte relacional, que se imbrica con la gente de a pie que no tiene acceso a la llamada alta cultura, cuya esencia es un arte público que se desenajena de la imposición estilística, del mercado y de la educación artística basada en la concepción trasnochada y demagógica de las bellas artes, teniendo lugar en cambio, la construcción de una democracia cultural que propone formas de organización autogestiva, y digamos que en momentos hasta de resistencia cultural, que se expresa mediante intervenciones en las bardas, primordialmente de barrios populares, que abren una inmensa galería callejera como gran lienzo para la reivindicación, el goce y disfrute de la sociedad a la que se dirige, y que es también, territorio de convergencia de las tesis del artista alemán Joseph Beuys, que sostienen por ejemplo que: “Todo ser humano es un artista, un ser libre, llamado a participar en la transformación y la reorganización de la sociedad”, y que toma distancia de la autocomplacencia que otorga la legitimación de los modelos de política cultural.
La diversificación y la expansión del arte en la actualidad, atrae a un número considerable de jóvenes, y entre estas prácticas se da la pintura mural comunitaria con un componente importante de descolonización, de desafío cultural y de revaloración de lo propio.
Como hecho artístico de dimensión global el arte actual, se constituye como referente y también como un acicate que empuja a los pueblos a conservar sus rasgos identitarios, ya que aquel, opera a favor de la estandarización de las culturas, donde todo es mercancía, individualismo exacerbado e hiperconsumo.
“No más transferencias de estilos de vida…”, se dijo en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, la Cumbre de la Tierra, lo cual contribuye a la destrucción de la naturaleza, de los lazos de solidaridad, del trabajo colaborativo, la inclusión y el amor por la tierra, cultivado por generaciones a lo largo de la existencia del género humano, a pesar del actual modelo económico-social capitalista imperante.
El muralismo es una práctica abierta, que en México proviene históricamente del proyecto cultural de la Posrevolución Mexicana del siglo pasado, que ha permeado en todo el país y en el orbe, que se hibrida para resignificar contenidos con medios contemporáneos tecnológicos que persiguen los postulados de David Alfaro Siqueiros en cuanto al empleo de medios modernos de producción, por lo que ahora se echa mano de la multimedia, el arte digital, el cambio de la brocha de pelo y el pincel, por el aerógrafo, el plotter que reemplaza al estarcido, y de más innovaciones que arqueológicamente indican el momento histórico en que se da la creación y la expresión de las artes urbanas que se constituyen como categoría estética y social.
De aquí la importancia académica de que en las escuelas y universidades sea incluida esta asignatura de pintura mural en el currículo o bien, como taller de educación continua, ponderado como laboratorio de experimentación e investigación que encuentra salida en el arte urbano y el público, siendo los referentes inmediatos la Facultad de Artes y Diseño, FAD, de la UNAM y el Taller de Gráfica Monumental, de la Universidad Autónoma Metropolitana, UAM, Xochimilco.
Otro impulsor del arte comunitario en México, el primero que se dio en los años setenta del siglo pasado, es el Taller de Investigación Plástica de Morelia, del cual cita Guillermina Guadarrama que es el: “…concepto que hace referencia a un tipo de arte público que surgió cuando el “individualismo y el arte por el arte, comenzaron a ser reemplazados por colaboración, relevancia social, proceso y contexto.
Aquí en casa, para materializar las propuestas artísticas y socioculturales ciudadanas en el municipio de Rincón de Romos, trabaja la asociación civil Jóvenes Replicantes, colectivo multidisciplinario que extrae su nombre del film Blade Runner, que ha conquistado las calles, los parques y los espacios públicos en beneficio de la sociedad y para sí mismos, que abarca igualmente a las artes escénicas, con más de ocho años de trayectoria, creado a partir de la falta de foros y que se nombra adicionalmente por lo que denota la palabra, “una opinión diferente o una respuesta a la opinión que da réplica al replicar”.
Igualmente, estos promotores culturales-artistas, han diversificado sus propuestas en otros proyectos urbanos como el Gallo Negro Social Club, Diésel Punk, Canalla, Creando Aguascalientes, El Rincón de la Memoria y Arte Esquina con los Replicantes, que es posible seguir por YouTube.
Este colectivo de producción ha propuesto y operado el proyecto “Murales Acción Comunitaria”, desde el año 2017 a la fecha, que tiene por objeto visibilizar y el contribuir a la inclusión de jóvenes vulnerables, con discapacidad, migrantes o personas en situación de pobreza, a espacios educativos, laborales o sociales, ante el rezago y carencias sociales generados por la pobreza y la falta de oportunidades; de la misma manera, intervienen el espacio público para mejorar el entorno social.
Son un colectivo que se dedica a difundir el arte y la cultura en su municipio. Encuentran en estas dimensiones la posibilidad para unir a la población, principalmente a los jóvenes, que, a decir de ellos, quieren dar a conocer sus experiencias de vida a través del arte y participar de un proceso de inclusión social y educativo, por lo que desarrollan murales con esas temáticas, como forma de arte público, que se encuentra gestionado con autonomía y que mediante imágenes exponen esas realidades que guían y concientizan, teniendo cabida las niñas y los niños, que aportan al proyecto con su visión, mundos imaginarios.
La dinámica de trabajo consiste en dar talleres sobre valores de inclusión, además de artes plásticas para el conocimiento y uso de técnicas pictóricas para plasmar los contenidos que han sido reflexionados y definidos en consenso, al igual que el tratamiento de la imagen, mediante sondeo y con la comunidad, padres de familia y los jóvenes mismos.
Como mediadores al inicio de esta experiencia, se encontraron jóvenes egresados de la Universidad Autónoma de Aguascalientes de las carreras en Letras Hispánicas, Gestión Cultural, Diseño Gráfico, así como de Salud Pública; y por parte de la Universidad de las Artes, perteneciente a la institución rectora de la cultura en el estado, se hallarán los egresados de la Licenciatura en Artes Visuales, quienes acompañarán el proyecto durante varias etapas, siendo en la actualidad el responsable de estas iniciativas el artista visual José Cristian Palacios Rodríguez.
A la fecha en diferentes tiempos, se han realizado cerca de 20 murales comunitarios en esa ciudad, con ningún título oficial en particular, pero sí con el tratamiento de temas y problemáticas diversas como son la identidad, la equidad de género, la abstracción, dibujos animados, entre otros, recibiendo apoyo de profesionales a través de talleres o conversatorios según sea el caso de la especialidad a tratar.
En el fondeo para la realización de estas actividades en distintos tiempos, ha sido gestionado a través de los programas de La Secretaría de Cultura federal, de la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas (DGCPIU), así como del Instituto Cultural de Aguascalientes, a través del Programa de Acciones Culturales Multilingües y Comunitarias, PACMyC, y del Instituto Mexicano de la Juventud, IMJUVE; se da además en el mismo tenor, la subvención que otorga a este tipo de proyectos, la actual administración municipal de Rincón de Romos.
Si bien existe en la actualidad una apertura gubernamental de apoyo a estas manifestaciones, es importante subrayar que la independencia de este proyecto, debe prevalecer por encima de las dinámicas de institucionalización, para evitar que éste arribe a la autocomplacencia y la subordinación, lo que le haría perder su impulso crítico a favor de planes administrativos o políticas partidistas, que diluirán el potencial de la propuesta de cambio social que tanto valoran Los Replicantes mediante la organización comunal, lo que se constata en las imágenes que proponen un mundo posible que comparten una visión en conjunto como respuesta colectiva, que desarrollan y acrecentan nuestra riqueza cultural.
En resumen, promover este tipo de manifestaciones es vital para las comunidades, ya que son un instrumento de pertenencia, que posee un alto valor simbólico que descubre en la organización comunal el color, la forma y la imagen cotidiana, como recurso de manifestación igualitaria. Son, en definitiva, un testimonio público visible de la libertad de expresión ganada, y también signo, de la inclusión de una sociedad que ha madurado en el ejercicio de los derechos humanos. Colectivo de artistas ciudadanos en el amplio sentido de la tesis de Joseph Beuys, que ha democratizado sus espacios públicos y artísticos, que recuperan la calle e integra a aquellos ciudadanos que nunca fueron considerados o que no ha sido posible articularlos a estos procesos sociales, a lo largo de los años y de las políticas culturales, que sugieren una revisión autocrítica y constructiva que mire hacia el horizonte que persiguen los jóvenes Replicantes…
Coda:
Han colaborado: Oddet Palacios, Carmen Navarro, Yazmín Dzoara Núñez, Lesly Teresita Quiroz, Mayté Esparza, Gorka Mungía, Armando González, Hugo Ramírez, Andrés Isaac González, Roberto Prieto, Carlos Oropeza, Abraham Valderrama y Vidal Kaled Martínez, entre otros.
Las niñas y niños: Coraima Muñoz, Frida Hernández, Romina Hernández, Víctor Ovalle, Kevin Delgadillo y Edwin Castañón.
Primavera de 2022




