Ser periodista en México es peligroso, con motivo del Día Internacional de la Libertad de Prensa, diversas organizaciones difundieron estudios que exhiben y prueban los riesgos que corren los profesionales del periodismo por cumplir con su tarea, que es informar. Article 19 o Human Rights Watch difundieron informes en los que se indica que este año, 2022, se encamina “a convertirse en el año más letal de la historia de los periodistas en México”. Eso, sin considerar, que, en el imaginario colectivo, polarizado por el resentimiento que siembra la Cuarta Transformación, se invisibiliza el maltrato que reciben quienes intentan comunicar desde los medios.
El periodismo siempre ha sido una profesión de alto riesgo, desde el reportero que gasta las suelas en búsqueda del hecho que le parezca relevante hasta el investigador que busca exhaustivamente en las bases de datos para encontrar el dato relevante, quienes se asumen como periodistas saben que tienen un compromiso con el derecho fundamental de informar, reconocen que tienen una obligación ética para con los lectores, sin embargo, resultado de la propaganda de la Cuarta Transformación hoy se hace una distinción que no beneficia a quienes reportean y quienes opinan, no muy sensata, por cierto, pues distingue a partir de preferencias partidistas antes que por los resultados de sus textos.
Si lo que se informa se alinea al discurso de la Cuarta Transformación, entonces se le considera periodista, en cambio, si se sale, aunque sea un poco de la verdad oficial, es decir, de la palabra del editor en jefe, Andrés Manuel López Obrador, entonces no vale la pena, es una calumnia, al profesional en cuestión, al no alinearse al discurso oficial se le degrada al papel de opinador, de simple sirviente de algún interés oscuro que intenta engañar al pueblo bueno.
No me deja de sorprender la cantidad de ocasiones en que en el Día Internacional de la Libertad de Prensa leí que “el periodismo murió cuando los periodistas dejaron de escribir para sus lectores y empezaron a escribir para sus jefes”, escrito por fanáticos de la Cuarta Transformación que así, sin análisis alguno, degradaban a meros sirvientes a miles de personas que intentan aportar al debate público, pero como no rinden su visión al paraíso prometido por el gobierno federal, entonces están equivocados.
Escribo fanáticos porque el dogma que les impone el amor al presidente, consigue que olviden que los únicos jefes que tienen los periodistas son el público, esa sociedad a la que aportamos para que ejerza su ciudadanía y participe, que no tendría motivo alguno para desviar la mirada ante un acto de corrupción, sin importar por quién es cometido.
Cuando intentan ofender a los periodistas indicando que escriben para sus dueños, quienes así opinan, sólo replican un resentimiento clasista que divide y omite los matices, lo que me parece peor, es que olvidan su capacidad de análisis para hundirse en una división miserable y moralista: los buenos y los malos.
Además de omitir, a propósito, que hoy el principal victimario de la verdad es el crimen organizado, quienes distinguen entre periodistas buenos y periodistas malos, sólo se engañan a sí mismos al reducir al otro a un enemigo porque no les da la razón, se compran el argumento, falso, de que hay grupos de interés que impiden al Poder Ejecutivo entregar la verdad al pueblo. Es lamentable que, en la búsqueda de pertenencia y aceptación, quienes desean creer en la transformación del país, olviden su sentido crítico y sólo acepten las opiniones parecidas a las suyas.
La obligación del periodista es narrar los hechos, sin importar si coinciden o no con la opinión de quienes detentan el poder, sin importar quién es el que manda.
Coda. Repito una frase que se escuchaba en la redacción de Proceso, Vicente Leñero constantemente apercibía a los reporteros diciéndoles “no le piensen, reporteen, chínguenle”, en una entrevista el escritor explicó que el verdadero periodista es el que informa, el que investiga, que la información es lo que hace al periodismo y no la opinión, como la verdad se construye narrando los hechos.
@aldan




