Las políticas públicas que tratan de comprender, analizar y superficialmente resolver el asunto, han sido rebasadas, tanto que podríamos incluso considerar que no existe ningún tipo de política pública al respecto.
Se actúa si bien va, en respuesta a lo que ocurre, el momento y el humor de quien esté al frente del Gobierno dictan las acciones a seguir. Regularmente la solución como lo hemos platicado anteriormente es catalogarlo como “hechos aislados” y contabilizar para tener una estadística. De ahí en más: nada.
Cuando de suicidios se trata, nadie tiene la culpa, es una acción individual, llevada a cabo de manera personal a consecuencia del cúmulo de una enorme variedad de agentes que afectan a la persona y la “obligan” a tomar la decisión de atentar contra su propia vida. Se han determinado factores como lo son: el estrés, la ansiedad, la tristeza, la depresión o los problemas económicos, sentimentales, de salud, de relaciones, es decir, cualquier factor de la vida diaria puede desencadenar en una conducta que lleve al suicidio.
Desafortunadamente para las autoridades tanto como para los medios de comunicación las autoinmolaciones sólo son números: el primero del año, el número 25, los suicidios 51, 52 y 53, llegar al 100, romper el “récord”. Por regla general, hasta por privacidad y respeto, jamás tienen un nombre o un rostro, sólo son cifras.
Nosotros sabemos que son personas, que cada quien tenía una vida, una historia qué contar. Momentos buenos, malos, alegrías, tristezas, altas y bajas, como las solemos tener todos. Tenían pareja, esposa o esposo, quizá novio o novia, hijos, hermanos, padres, tíos, amigos, compañeros, un sinfín de personas con las que convivían a diario, y un día de pronto ya no están. Se suicidaron.
Eran estudiantes o trabajadores, amas de casa, maestros, jornaleros, obreros, profesionistas, empleados, empleadores, gente productiva o quienes seguían buscando una oportunidad, era tu vecino o tu mejor amigo; los hay quienes tuvieron problemas con algunos vicios, drogas, alcohol. A quienes sus problemas de deudas no los dejaron pensar más claramente; los ha habido quienes aparentemente tienen su vida tranquila y resuelta, sin embargo de pronto por un motivo aún inexplicable decidieron suicidarse. Jóvenes quienes discuten con la pareja y se deprimen tanto que no encuentran salidas. Hombres padres de familia que pierden su empleo y no ven la luz al final de la oscuridad. Hijos que reprobaron una materia en la escuela y no saben afrontar el “problema”. Jovencitas cuyo cuerpo no es el que desearían tener, mismo que les causa tal angustia que prefieren dejar de existir. Personas enfermas que para ellos no hay mañana.
Problemas y motivos son varios. Explicaciones no muchas y soluciones, muy pocas.
Cada mes se contabilizan en promedio más de 30 llamadas que entran al C4 Municipal, con intentos de suicidio, muchos de ellos afortunadamente son impedidos, otros tantos, se consuman. Las cifras dicen que se producen dos suicidios por semana, es decir entre ocho y 10 al mes para llegar a un total de más de 100 al año. Son los números que hemos tenido en los años recientes y que este 2013 desafortunadamente vuela para superar dichas cantidades.
La falta de oportunidades, los bajos sueldos, los trabajos de hambre, la paupérrima educación pública, la deficiencia en la prestación de servicios, el desesperante e ineficiente sistema de salud, la poca vocación de los servidores públicos, la escasez de espacios y áreas de esparcimiento y diversión, la economía deplorable en la que vivimos, la inseguridad y la falta de valores sociales son algunos de los factores que tienen a las personas al borde del suicidio. Simplemente en muchos de los casos no hay de dónde agarrarse y si a todo lo anterior le sumamos tiempos electorales en los cuales los candidatos sólo buscan “jalar agua para su molino” el círculo se completa y la bomba explota.
Para contener el asunto de los suicidios no hay pensar en el mañana, sino trabajar de inmediato en el hoy, en muchas ocasiones el suicida sólo busca ser escuchado y saber que tiene a alguien que lo escucha y comprende. Nosotros debemos ser más humanos, entregar un poco de nuestro tiempo a las personas que queremos, si conocemos a una persona, si hemos escuchado algún indicio que nos diga que alguien está cerca del suicidio debemos ayudarlo. Hay centros como el Neurosiquiátrico o el mismo Centro Agua Clara que pueden ayudar. Tenemos esa responsabilidad de hacerlo.
Si hoy usted hace lo suyo al respecto, mañana no leeremos en el periódico, ni escucharemos o veremos en las noticias de la radio y la televisión uno, dos o tres suicidios más. Comprendo que es difícil detectar las señales que dan los suicidas, pero debemos hacer algo al respecto, es una actitud humana que deberíamos llevar a cabo. No hay nada más valioso que salvar una vida.
En medida de lo posible debemos, quienes estamos en búsqueda de un espacio público, comprometernos con el tema de los suicidios. No hay puentes, carreteras o edificios más valiosos que la vida humana. Si logramos generar las condiciones para tener una vida mejor, una sociedad en general sin suicidios, estaremos logrando la trascendencia que muchos buscamos.
Sólo por hoy nos debemos comprometernos en ayudar a que no haya un suicidio más. Mañana será otro día para hacer lo que nos toca. Hacer el bien siempre tiene su recompensa.




