- Entrevista a Aura Penélope Córdova
- Locus, Variaciones sobre ciudades, cartografía y la torre de Babel
“Un locus en palabras de Yates es un lugar que la memoria puede aprehender con facilidad y la autora nos ofrece un recorrido a través del tiempo, las ciudades y sus fronteras, la concepción de los mapas y el nacimiento de la cartografía”, nos dice el editor Iván Trejo en la solapa del libro Locus, Variaciones sobre ciudades, cartografía y la torre de Babel (Postdata-Conaculta, 2013), de la escritora mexicana Aura Penélope Córdova. Un libro construido a partir de la memoria y la historia de la cartografía que consta de 33 ensayos que utilizan como pretexto narrativo la historia de un viejo cartógrafo que se ve condenado a una enfermedad que se llevará consigo todas sus memorias.
Estaba haciendo un libro sobre autores de Europa del Este –cuenta Aura Penélope en la mesa de una librería en la Ciudad de México- pero cuando me di cuenta que era un libro demasiado grande, un libro que no iba a terminar en un año, pues este libro lo hice con una beca de la Fundación para las Letras Mexicanas, entonces el planteamiento del otro libro es que tenía un personaje que estaba haciendo un viaje en tren y que pasara por varias ciudades de Europa del Este y entonces pensé que lo que podía hacer era retomar la idea del mapa y poner a un personaje que se dedique a observar y a escrutar los mapas sin que haya ido necesariamente a esos lugares, porque también la idea es que no son viajes físicos, son viajes especulativos y viajes imaginativos y por eso era importante la idea del encierro y también hago aquí un homenaje a Montaigne en su torre, entonces todos sus viajes son alrededor del cuarto.
Javier Moro Hernández (JMH): En el libro aparece un personaje, pero nunca sabemos a ciencia cierta quién es.
Aura Penélope Córdova (APC): Es un hombre que trabaja en un Ministerio, yo pienso que trabaja en una Comisión Nacional de Zonas Áridas, que es una oficina chiquita en la Sagarpa, pero no se dice, es cartógrafo desde hace mucho tiempo y es un tipo de 60, 70 años que acaba de ir al médico en donde recibió la noticia de que su enfermedad es degenerativa y va a empezar a olvidar cosas, pero la intención es que el personaje no se comiera a los ensayos y por eso nada más constituí la entidad narrativa y a partir de eso se desgranan los ensayos, pero intento que sea un tipo cualquiera, sin grandes aspiraciones, pero la pregunta que se encuentra en el centro del libro, un poco es saber qué haría una persona que le gusta leer mucho y que le gusta hacer mapas que le dijeran que va a olvidarlo todo y pues obviamente es como si le dijeran a uno que va a morirse y empieza a hacer un recuento de su vida y rescata lo que puede, de lo que es capaz y la cartografía es la metáfora de la reinvención o de la reconstrucción de la memoria.
JMH: El mapa es la memoria y también es una especulación.
APC: Es una especulación en todos los sentidos, por más exacto que sea un mapa es algo que nosotros tenemos que imaginar, vaya, es una pieza que puede o no hablarnos de una realidad, pero que siempre va a configurar una idea en nuestra cabeza porque nosotros nunca vamos a comprobar que esos lugares están ahí, no tenemos manera de medirlos, no tenemos manera de verlo todo, no tenemos manera de ver la forma de los países, entonces todo es imaginado, todo es simbólico, entonces como sabemos que la tierra es redonda o que los países tienen esa forma implantan una idea en nuestra cabeza, entonces todo es imaginario, no es algo real, no es algo que se puede experimentar, porque podemos estar en una ciudad pero no verla desde arriba, y a la vez es una cuestión, como cuando lees una novela es una cuestión de fe porque uno tiene que creer ciegamente en el mapa porque no tienes otra opción, no tienes otra referencia que te diga que el mapa está mal, está equivocado, aunque tú estés viendo un mapa medieval en el que la configuración era completamente diferente pero que te da una idea de que las personas de ese momento que concebían, no tanto del físico como tal, sino de lo que ellos veían en su cabeza que al final de cuentas era lo que necesitaban creer que había ahí, es una cuestión de fe y de necesidad.
JMH: El mapa configura no sólo el territorio en sí, sino la idea que se tenía del territorio.
APC: Los que hacían los mapas medievales habían perdido todo el conocimiento que los griegos tenían en materia cartográfica, porque los griegos ya habían medido la tierra y el margen de error era mínimo, muy poco, pero en la Edad Media todo eso se perdió y entonces la única manera de conocer la tierra y de medir era mediante relatos y mediante lo poco que se había rescatado de la antigüedad y los únicos que tenían acceso a esos documentos eran los clérigos, entonces se tenían que referir a los relatos de los peregrinos o de comerciantes como Marco Polo, entonces la prueba de que las mediciones no eran tan exactas era que la distancia se medía en jornadas, entonces se hacían dos o tres jornadas de una ciudad a otra y todos estaban seguros de haber visto quién sabe cuántas maravillas. Entonces todos esos mapas medievales son palimpsestos temporales y literarios, por ejemplo en el Mapa de Hereford hay miniaturas y en la parte que corresponde al mediterráneo hay sirenas y monstruos antiguos y otras historias chiquitas, todo eso son reflejos de lo que se creía en ese entonces, pero obviamente todo ese discurso está tamizado por la teología y por el poder eclesiástico.
JMH: Otra de las cosas que aparecen en tu libro son los medios de transporte, los barcos, el ferrocarril y a través de tu personaje dices que los navegantes son descubridores y ampliaban el mundo…
APC: Y ampliaban los mitos también al recorrer todo ese espacio, pues finalmente hacían más chiquito su mundo para que cupiera el resto del mundo, y por ejemplo la leyenda de El Dorado duró muchísimo, en la que decían que en el fondo del lago estaba llena de sanguijuelas y otros decían que estaba repleta de diamantes, y ellos ya llevaban científicos, gente que sí sabía cómo medir las distancias y demás, pero este mito, por ejemplo, dura tanto tiempo porque a ellos les interesa encontrar el oro y al ampliarse el mundo entramos a otra era, y esos mapas del nuevo mundo son los últimos en los que aparecen los monstruos mitológicos, pues a partir de la Ilustración estaban interesados en que la reproducción del mundo fuera exacta, porque ya no era el Mediterráneo, ya había un océano de por medio y el norte tenía que estar arriba, porque era el norte magnético y poco a poco tenían que alejarse de la teología, de la religión y apegarse a la ciencia, pero la ciencia, la Ilustración también construye sus propios mitos y eso generó un cambio en la cartografía.
JMH: ¿De dónde surge tu interés por los mapas, la cartografía?
APC: Cuando llegas a un lugar desconocido no tienes otro amigo que un mapa, porque no conoces la lengua del país o porque no tienes a nadie que te puede ayudar inmediatamente y la única cosa que te puede ayudar es un mapa y también por cuestiones estéticas me parece muy significativo que un mapa puede contarte cosas de la misma manera que un texto antiguo, el hecho de que en un mapa aparezcan criaturas mitológicas y dragones también, lo que me hace pensar es que se mezclaban diferentes mitologías, diferentes formas de entender el mundo, pues se mezclaba la mitología griega antigua con la teología cristiana medieval y eso me parece muy interesante, la manera en que un mapa puede sintetizar tantas realidades en una sola.
JMH: El subtítulo del libro es “Variaciones sobre ciudades, cartografía y la torre de Babel”, la torre de Babel se convierte en un mito referencial, primigenio, sobre el desorden en el que se convirtió el mundo.
APC: Me interesó mucho el aforismo de Kafka que me parece una clave muy importante para leer el mundo, en el que dice que si se hubieran permitido subir a ella, la hubieran permitido, entonces es una parábola de la especulación, pues hay muchas cosas cuya entidad no es física, no son algo concreto, por ejemplo la idea que intento plasmar aquí sobre las ciudades que son ciudades completamente aéreas, subjetivas, como diría Italo Calvino, son ciudades invisibles, no son las ciudades reales, las ciudades que van cambiando en la imaginación y eso tiene que ver con la especulación y entonces es un libro de ensayo que sí tiene que ver con la reflexión, cierto, pero tiene mucho que ver más con la especulación y la Torre de Babel justamente tiene que ver con la especulación.
Siempre me ha interesado mucho la mitología, en ese aspecto estoy muy de acuerdo con la teoría de Lévi-Strauss sobre la simetría de los mitos y de cómo los mitos están ahí para reflejar una realidad y que todo en el mundo, o sea el orden del mundo está basado en simetrías que no podemos ver y que está bien que no podamos ver porque necesitamos el misterio, la literatura necesita el misterio si no no sirve, no se trata de eso, entonces los mitos griegos siempre echan luz sobre cualquier situación temporal y no creo que haya un solo libro que no esté haciendo referencia a algún mito griego, aunque sea en una mínima parte y me parece muy importante porque obedece a una necesidad de configurar una realidad latente y aunque la mitología ya no la vemos como a los dioses en el sentido sacro, sí la seguimos tomando en cuenta en un sentido literario y metafórico, incluso en los héroes modernos está muy presente el modelo de Prometeo, aquél que roba la sabiduría a los dioses o el modelo de Antígona, o el camino del héroe que también es básico en las epopeyas que por más que sea un antihéroe en el modelo postmoderno siempre hay un viaje, y cuando lees una novela el personaje no es igual al principio y al final, y era un poco lo que quería hacer con mi personaje y creo que la mitología no se agota, que todavía sigue explicando y le sigue dando sentido a la vida y no solamente a la literatura, porque por ejemplo ahí está Freud, con el que puedes estar de acuerdo o no, pero le dio un esqueleto al inconsciente.




