Ya están en el Congreso Mexicano, a través de la comisión permanente, las reformas constitucionales en materia de energéticos así como las leyes secundarias de la reforma educativa. Ambas han provocado que algunos grupos inconformes comiencen a trastocar la vida de la Ciudad de México, en virtud que ya no hay nada que trastocar en sus entidades de origen, pues en ellas el comercio casi ya no abre y cuando abre sus ventas son mínimas y con ausencia de turismo, con escuelas cerradas pero recibiendo sus cheques puntualmente cada quincena; todo esto en la Ciudad de México.
Como hemos podido comprobar, este daño a los habitantes de la gran ciudad es verdaderamente irritante, con un gobierno cómplice del desorden, con una posición complaciente para quienes violan la ley o alteran la convivencia pacífica con el riesgo de que cuando quieran meter orden y controlar el problema tal vez sea muy tarde.
Por otro lado, tratando de no exacerbar a la sociedad por estas reformas, en algunos estados se ha permitido que se formen las famosas policías comunitarias -anticonstitucionales todas ellas-, llamadas de autodefensa, demostrando una debilidad gubernamental verdaderamente alarmante. Estos grupos de autodefensa han llegado a la osadía de retener inclusive a partidas de soldados del Ejército Mexicano, intentando chantajear a las autoridades para que dejen libres a delincuentes con órdenes de aprehensión y al mismo tiempo miembros de esos grupos armados, que de acuerdo a algunas autoridades sospechan que atrás de varios de ellos se encuentran los grupos delincuenciales que dominan esas regiones, o bien los grupos de guerrilleros que no han desaparecido y que aparecen en cuanto las condiciones se los permiten, sobre todo cuando perciben un gobierno con una debilidad institucional, como se ha visto en esas comunidades, en los tres niveles de gobierno.
Otro daño es la permisividad con que se conduce la Secretaría de Hacienda y la Secretaría de la Contraloría con las entidades federativas en cuanto a su deuda pública, que sube cada mes como la espuma, alcanzándose al último de julio una cifra fantástica: 443 mil millones de pesos, con un aumento de 1.9 por ciento en un mes. Esto sin contabiizlar los préstamos de corto plazo que les permite maquillar sus deudas, lo que se hace para no irritar más a la población que no ve obras o programas sociales pero sí el aumento de sus deudas, las cuales las próximas generaciones deberán todavía seguir pagando.
Otro daño colateral es la parálisis que se está provocando en la economía nacional, pues la inversión pública y privada ha caído de tal manera que el producto interno bruto se encuentra en los niveles más bajos acontecidos en muchos años. Por consiguiente el desempleo se ha incrementado al 6 por ciento y la caída en la captación de impuestos ha sido muy pronunciada y preocupante.
Otro daño detectado es el temor de los inversionistas extranjeros, los cuales ya han sacado de México tantos dólares que han provocado que las reservas del Banco de México hayan bajado en 3 mil millones de dólares y las reservas de oro 800 millones de dólares, y las empresas mexicanas comienzan a perder vigor; las medianas y pequeñas empresas acusan un cierre de las mismas muy preocupante.
Las agrupaciones empresariales se encuentran pasmadas pues no hacen señalamientos y propuestas para revertir este proceso negativo, y tampoco hacen la observación de que se le dijo al pueblo mexicano que al aprobar la reforma laboral se iban a generar miles de empleos y nuevas inversiones en todos los niveles de empresas, a la fecha no se ha visto esto y al contrario, nos encontramos, como ya lo dije antes, en una contracción muy riesgosa.
La violencia -a la que la prensa ya no le da la importancia que debería tener en virtud del nivel que tiene actualmente y que han comenzado a retar a la autoridad de una manera muy preocupante-, incide de manera negativa en el ánimo de los ciudadanos.
El hecho de que un grupo de inconformes tenga o no la razón y pueda cerrar una carretera, autopista o camino de acceso a las comunidades sin que ninguna autoridad le haga pagar ese delito, que viola la Constitución pues atenta contra el derecho de los ciudadanos de libre tránsito, hace ver un gobierno que acusa una debilidad muy peligrosa, no es excusa que digan que es el costo de no irritar a esos grupos violentos, para que pudiera esto escalar e impedir que las reformas transiten y puedan ser aprobadas.
Con estos daños colaterales, si se siguen permitiendo, con reformas o sin ellas, será muy complicado aplicar la ley y castigar a los delincuentes e infractores de la ley.
Los distintos niveles de gobierno deben tener mucho cuidado de no persistir en conductas que los llevan a permitir agresiones a la ciudadanía y violaciones a la ley a través del derecho a la protesta. Cuando detone la barbarie no podrán argüir desconocimiento.
No dudamos que se necesitan reformas a fondo, pero tampoco dudamos que con ineficiencia y corrupción no habrá avances que puedan subsistir en el tiempo.
