Dentro de las explicaciones de lo que sucedió en el caso del accidente del edificio B2 de Pemex, en la Ciudad de México, se nos explicó a los ciudadanos que la explosión se debió a una acumulación de gases, versión que hasta ahora no convence, pues son varias las voces que no están de acuerdo; esta inconformidad es de gente experta en problemas de esa índole. Sin embargo se presentó ese día a una empresa suiza (no inglesa, como dijo el Procurador Murillo Karam) como perito que opinó sobre la investigación de la explosión, avalando que fue una acumulación de gas.
A raíz de eso varios periodistas se dieron a la tarea de investigar quién es SGS, o sea la empresa aludida, y ha habido sorpresas. Para comenzar quienes estuvieron presentes en dicha conferencia informativa fueron los señores Brian Dunagan y Mauricio Chequer, el primero maestro en administración de empresas y que fue empleado de las petroleras Shell y Halliburton, contratistas de Pemex. El señor Chequer es ingeniero civil, con maestría en administración de empresas. Fue gerente de operaciones de National Oilwell Varco (NOV) y de Tuboscope, proveedoras también de Pemex, y su último trabajo, antes de trabajar para SGS, fue en Mexpipe en Puebla, la cual en julio de 2012 obtuvo una adjudicación directa de un contrato de Pemex por 10 millones 260 mil pesos.
Esto nos indica que los dos “expertos” en explosiones no lo son tanto pero sí son duchos para vender servicios a la petrolera. La pregunta es: ¿cómo es posible que nos traten de seguir engañando, hasta en lo más elemental que es el presentar como “peritos” a quienes no lo son? Lo más grave es que SGS es una empresa que desde el año de 2005 da servicios de supervisión de aduanas al gobierno mexicano en el modelo de inspección de preembarque, conocido internacionalmente como PSI, el cual consiste en validar internacionalmente las mercancías y su inspección. En este caso también está concesionado este servicio a una empresa mexicana, Logistik. Hasta ahí no hay datos de que en este servicio la empresa tenga demandas o sospechas de corrupción.
En donde encuentran cosas graves las investigaciones periodísticas, es que a finales de los años 90, en México, la empresa ganó la concesión como perito independiente para validar las obras de la refinería de Cadereyta y al mismo tiempo se hacía público que la empresa era sometida a juicio en Pakistan por sobornos, habiendo sido condenados por haber dado sobornos a la primer Ministro de ese país, Benazir Bhutto, la cual luego fue asesinada en el año de 2007; el esposo de ella fue a la cárcel por el mismo asunto. Este caso descubrió una serie de complicidades de abogados y bancos suizos.
Posteriormente se le acusó de haber validado la operación de una fábrica en Bangladesh que se colapsó y provocó la muerte de 64 trabajadores. Esta empresa también ha sido acusada de no llevar a cabo las inspecciones aduanales, de acuerdo a las leyes internacionales en África. Esta compañía se encuentra diversificada en áreas de minería, carbón -y por lo que se observa también en el petróleo- y ahora en explosiones, que, por lo que se ve, es la primera y con una gran difusión y premura del gobierno federal de dar carpetazo al asunto y no llegar, como ofrecieron, hasta el fondo en las investigaciones pues SGS dijo que fue el gas el causante de la explosión.
Entre los contactos o socios y colaboradores que se mencionan de la empresa tenemos a los hermanos Bribiesca. El ex director de la CIA, R. James Woolsey fue el abogado de la empresa. Debemos de tomar en cuenta que a raíz del descubrimiento de los sobornos y corrupción, en el caso Pakistán perdieron los contratos que tenían en Filipinas, Angola, Costa de Marfil, Etiopía, Indonesia y Paraguay, sin embargo en México no pasó nada y siguieron operando hasta la fecha y de una manera más importante.
Se cree que su incursión como peritos en explosiones les redituará mejores contratos en nuestro país, en la nueva forma de gobernar. En el área ecológica no han sido menos sus malas prácticas, pues a través de Qualifor, filial de SGS, tuvo un contrato en 2007 para la certificación de las prácticas de tala en el parque nacional de Monte Elgon en Uganda y se atrevieron a hacerlo con cuatro personas, y evaluaron 112 mil 100 hectáreas ¡en cuatro días! Por supuesto todo salió bien. También lo hicieron en Polonia y Rusia, y en todos los casos fueron reprobadas sus verificaciones por Greenpeace.
La pregunta es: ¿En esas manos estamos o iremos a estar?




