Un discurso bastante sobado es que en los tiempos actuales, gracias al acceso generalizado a las ya no tan nuevas tecnologías, cualquiera puede sumarse a la cultura del DIY (hazlo tu mismo) o incluso movimiento maker y generar riqueza o algo de provecho simplemente con capacidad y constancia. En semanas pasadas, tuve la oportunidad de platicar con Gerardo (@gerghas) acerca del proyecto de coworking y hackerspace que tiene con algunos socios, The Inventor’s House, llamándome la atención que han logrado mucho sin pedir dádivas del estado o estando en los club de toby [dónde se practica mucho la yoga] de las cámaras y grupos empresariales/emprendedores. Digo, es padre que unas personas a través de ahorros o préstamos puedan lograr algo sustentable sin necesariamente ser simples intermediarios entre el Inadem y gente con ideas; hablamos de gente con idea ayudando a otras personas en la misma situación. Nada de cosas “irrazonables” o palabrería sin sentido, digo, hasta el panadero es emprendedor y no anda con hashtags.
En semanas anteriores, también escuché una entrevista de El Golfo con Gustavo Mauricio “Catsup” en el podcast Metas/Puentes, ahí, el que fuera líder la banda Quiero Club mencionó que el indie y el DIY son una mentira, siendo que básicamente todos los músicos que le pintaron dedo a las disqueras fueron arrogantes, si no es que demasiado ingenuos. ¿Por qué? Puedes hacer música en tu cuarto, imprimir discos y venderlos en eventos que organizan tus amigos [que no pudieron hacer música, pero sí les salen las reuniones] pero no está de más dar el siguiente paso con los profesionales y apoyarte en áreas que tal vez no son tu fuerte. Yo considero que vas por etapas y puede que nos falte cultura acerca de emprender en nuestro país. Los negocios abren sin estudios de mercado (otra especialidad), invierten demasiado en anuncios de acrílico, no invierten en publicidad, si lo hacen no está hecha por especialistas y la administración es un volado. No somos supermanes, eres creativo o el adulto, punto.
El choro va por lo complicado que es comercializar creaciones para entretenimiento, en internet. Una persona cercana se preguntaba qué gana Netflix al financear Club de Cuervos o House of Cards siendo que nos lo ofrecen en una suscripción que tomamos ya de ley, como el agua o el gas. Simplemente, es una ventaja competitiva que nos da una razón para no cancelar el servicio o volver a él. Asimismo, los servicios de streaming musical al ofrecer exclusivas o funciones nuevas. Es la nueva manera en que consumimos contenido. Es un punto a favor y en contra del DIY. Con una tarjeta de crédito y algo escuchable, podemos llegar a Spotify, más no sería sencillo hacer dinero de ahí y más bien lo debemos pensar como herramienta de difusión. Lo siento chicos, ya no basta un archivo en MEGA y compartirlo en Facebook para que lo baje la gente, además que hay que invertir en pautas publicitarias y conseguir una disquera virtual, pero por otro lado te conocerá gente que nunca lo hubiera hecho antes ya que estarás en la plataforma en boga. Es el momento de adultez en internet, donde es complicado lograr algo solamente con creatividad [si es que quieres pasar de la broma] y entran otro tipo de capacidades como mercadotecnia y plan de negocios. ¡Es momento de hacer equipo!
Bocadillo: El Regalo, el estreno de la semana en una de las peores rachas de año, trae muy buenas críticas, demasiado, a pesar de que el trailer no es muy digno. Según los tomatazos, hay que evitar Everest; y Ella es Ramona podría ser genial, además de que trata un tema (discriminación a los gorditos) que ya vimos en Paraíso.
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