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viernes, diciembre 5, 2025

¡Horror, brotó Marx! / A lomo de palabra

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A Roberto Bermúdez Sánchez, profesor de

economía política marxista en la FCPyS

 

Me parece que de Jorge G. Castañeda únicamente he leído un libro, Utopía desarmada (1993), un ensayo trepado en la euforia fukuyamista de principios de los noventa… Por cierto, dos días después de terminar de leerlo (él concluía que los movimientos guerrilleros de izquierda en Latinoamérica eran ya imposibles), amanecí con la sorpresiva noticia del alzamiento de los neozapatistas del sub Marcos en Chiapas… En fin. No suelo leer los apuntes periodísticos de Castañeda (quien hoy se presenta a sí mismo en su perfil de Twitter como “escritor, comentócrata y profesor en la Universidad de Nueva York”). Sin embargo, vía e-mail, JAIR me convidó una columna del comentócrata aludido: “El marxismo de AMLO y de la FCPyS” (El Financiero; 15/2/2019). El correo llegó sin comentario alguno, así que supuse que JAIR me lo mandaba por la alusión directa a la facultad en la que yo mismo estudié sociología… Ahora, después de leer el texto, creo que quizá lo hizo preocupado por mi vulnerable inconsciente… Como sea, enseguida comento el fullero texto del doctor Castañeda Gutman.

El primer párrafo tiene el peso de afirmaciones tales como “el cielo es azul, pero a veces está nublado”, o “hay que aceptar la condición humana”, o “todos podemos cambiar de parecer”, etcétera… Su falta de sustancia lo hace en sí mismo irrebatible. Sin embargo, considerando ya todo el texto, verán que es una guasa: “Es tan injusto reclamarle a alguien el haber cambiado de convicciones o valores, como indignarse porque alguien de joven se identificó con tal o cual ideario o ideología…”

En el segundo párrafo trae a cuento las reuniones del autor con sus “colegas poco adeptos a la 4T”. Significativa definición: lo único que une a esa especie de camarilla es un antagonismo. Más que una oposición u oposiciones, es pura pejefobia, malquerencia; un conglomerado que sólo dispone de un adherente: el objeto macuspanense de su antipatía. De ahí su dependencia, su adicción a las mañaneras, su obsesión monotemática… En cuanto a la acusación que hace, es mañosa: ¿qué es una “virtual unanimidad que impera en torno a la voluntad de López Obrador de concentrar el poder”? Señalo lo amañado en el uso del lenguaje: “virtual” puede significar casi real, tácito o no real, al mismo tiempo, según convenga.

En el tercer párrafo, para responder a la pregunta que plantea (per se impertinente: para qué quiere el poder un político: para poder…), se coloca como vocero de “la gran mayoría de los integrantes de la comentocracia antichairos” (sic, el error de concordancia de género y número es del señor). ¿Qué programa tendrá el susodicho amasijo? ¿Seguirán determinados estatutos, darán credencial? Luego, establece que la mayoría de los enemistados con AMLO “no detectan ni comprueban (sic) un proyecto radical (o no) de transformación de país o de régimen”… Extraño, ¿no? Porque si más allá de tanta y tan frecuente proclama el presidente realmente no le quiere mover un pelo al status quo, ¿entonces por qué estarán tan endiablados?

En cambio él sí, Jorge G. Castañeda, como parte de una minoría al interior de “la comentocracia antichairos” (sic again), ve que AMLO impulsa “un proyecto transformador con varias inspiraciones, sin una gran coherencia y en gran medida nefasto para el país”… ¿Tendrá al menos una coherencia chiquita? Ahora, ¿“un proyecto transformador… nefasto para el país”? “Nefasto” es algo triste o que produce tristeza, algo detestable. Por antonomasia, pues, para “la comentocracia antichairos” (sic) el proyecto de López Obrador tiene que resultar funesto, necesariamente, pero ¿para el país? Las últimas mediciones señalan lo contrario (86% de acuerdo, según encuesta del mismo diario).

Castañeda sostiene que el proyecto de AMLO es “una mezcla ecléctica de ideas” -pos sí, si no cómo-, pero que el centro de su programa está basado en el marxismo que aprendió durante los años 70 en la FCPyS (de la UNAM, se entiende). ¿Y cómo lo sabe el excanciller de Fox? Por “los colaboradores de AMLO [que] dicen lo que él calla, pero piensa”… (y luego van y se lo cuentan a Castañeda, se entiende). Eso sí, acepta que su juicio es o puede ser entendido como una “especulación” -“¿De dónde saco tanta especulación? preguntarán algunos”-, pero aduce que especula con bases: el vox populi y “el regreso de lo sublimado” lacaniano -¡ajúa!-…

Lo que sigue, el asunto central de su texto, da un poco de pena… Trae a colación algunas declaraciones recientes del presidente de la República. Una de ellas, evidentemente tiene sello marxista: “…basta de estar haciendo análisis de la realidad sin transformarla”. Pero, por si alguien tuviera duda, Castañeda pone el dedo en la tesis 11 sobre Feuerbach, de Marx: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”… y luego, triunfal, declara que ha expuesto la prueba contundente de “sus raíces marxistas de la FCPyS”. Es decir, el proyecto del Peje es funesto para el país porque el Peje es marxista. “Brotó Marx”, acusa inquisitorial el ex canciller de Fox. Para colmo, el tabasqueño licenciado de la UNAM -fuchi- además de marxista es marxista inconsciente (más que una ideología, Andrés Manuel tiene una especie de pulsión, está “malito” de marxismo): “… tal vez ni siquiera se enteró de la analogía, aunque se encuentre sólidamente anclada en su memoria inconsciente”. Claro, para el lector promedio de Castañeda esto es una demostración más que suficiente para seguir odiándolo… Espero, lector, que tú no seas como un lector promedio de Castañeda.

 

@gcastroibarra

 

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