“Hush now baby, baby don’t you cry.
Mama’s gonna check out all your girlfriends for you.
Mama won’t let anyone dirty get through.
Mama’s gonna wait up until you get in.
Mama will always find out where you’ve been.
Mama’s gonna keep baby healthy and clean.
Ooh baby, you’ll always be baby to me…”.
Mother. Pink Floyd.
El diez de mayo es una fecha emblema en gran parte del mundo. Esa efeméride se celebra en países de América, Medio Oriente, y Asia para conmemorar el ideal de la madre, de la maternidad, de la posibilidad femenina de la procreación. Culturalmente, esta idealización de la feminidad maternal ha contribuido a la inequidad en los roles de género al reducir las aspiraciones femeninas al hecho de ser madres, como vía para realizarse personalmente.
Igualmente, romantizar el ideal de la maternidad ha puesto a las mujeres en una posición prioritaria para la crianza, la labor doméstica y de cuidados, creando un desbalance inequitativo en los roles de género. Justo de ese tema trató a emisión anterior de esta columna, a colación del Día del Trabajo y del trabajo doméstico no remunerado, cuya carga, primordialmente, se distribuye entre mujeres, y -sobre todo- entre las mujeres víctimas no sólo del patriarcado, sino también del capitalismo.
Por ello, es oportuno aprovechar esta efeméride para repensar el papel de la maternidad como un acto voluntario de las mujeres, y no como una imposición social. La maternidad ha sido un concepto que se ha inculcado en las mujeres como único medio de realización personal, y esto ha tenido graves costos sociales. En consonancia, a las mujeres que no desean ser madres se les somete socialmente a una presión que intenta propagar la creencia de que son “mujeres incompletas”. Peor aún, a las mujeres que buscan la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) no sólo se les recrimina de manera misógina, sino que -además- se les criminaliza legalmente.
Justo ayer, miércoles 8 de mayo, en las páginas de este diario se publicó la nota de la periodista Sandra Macías, en la que se consignan los expedientes judiciales actualmente abiertos por el delito llamado “aborto doloso”. En la nota dice “Ante Juzgado de Control y Juicio Oral Penal en Aguascalientes fue abierto el primer proceso judicial del 2019 por el aún existente delito de aborto doloso, mientras que de investigación de La Jornada Aguascalientes se desprende que del año 2015 al cierre del primer trimestre del 2019 suman 26 mujeres las que han sido sometidas a investigación por tal tipificación”.
Paralelamente, los grupos anti derechos, ligados a los rancios estamentos de la ultraderecha católica, han vuelto a extorsionar al congreso local para que se vuelva a subir a tribuna el tema de la “protección de la vida desde la fecundación” y criminalizar la ILE. Estos mismos grupos son los que se oponen al matrimonio igualitario, a la adopción homoparental, a la educación sexual en las escuelas, a la corrección jurídica de datos legales para las personas trans, y -en general- al derecho positivo, a la empatía comunitaria, a lo que sea distinto y diverso, al saber científico, y al sentido común. Estos grupos retrógradas son propagadores de esa cultura perniciosa que ata a la feminidad con la maternidad, y que confina a la mujer a la crianza y a lo doméstico. Esos grupos son, justo, lo que nos ancla al atraso cultural y social.
Que una mujer quiera o no ser madre, es una decisión que debe permanecer en el estricto ámbito de la voluntad individual; que, luego, puede consensuarse en pareja, pero que nunca habría de obedecer a las taras culturales y a las presiones sociales sobre lo que significa ser mujer en plenitud. Las mujeres que ya son madres, y a las que el inequitativo rol de género les ha confinado a la crianza y a lo doméstico, en detrimento de su plenitud individual, podrían -desde sus trincheras como personas adultas en tutela de menores- propagar la transformación cultural hacia la deconstrucción de los conceptos actuales de género, que terminan por encumbrar al hombre a costa de oprimir a la mujer. Las mujeres que aún no son madres habrían de tomar consciencia sobre el hecho de que desear o no ser madre es una decisión y una vocación personal. No es un llamado biológico ni un mandato social; es una decisión, nunca una condición inherente de la mujer. De este modo, la maternidad será deseada, o no será.
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