El lunes pasado el gobernador anunció la construcción de ocho, sí, ocho pasos a desnivel más en Segundo Anillo. Estas obras se encontrarán en las siguientes ubicaciones: Av. Quezada Limón, Av. Belisario Domínguez, Av. Las Américas, Av. Mariano Hidalgo, Av. Miguel Ángel Barberena, Calle Parras, Av. Independencia y Prol. Zaragoza. La intención del gobierno es convertir el Segundo Anillo en una vialidad de flujo continuo, inspirado en la teoría convencional de la ingeniería vial que sugiere que la solución a los problemas de tránsito está en desarrollar más infraestructura vehicular. Desde hace años, sin embargo, cientos de ciudades han superado esa teoría al atestiguar que saturar una ciudad de infraestructura para el automóvil no sólo no resolvió los problemas de tránsito, sino que incluso los aumentó, incluyendo el tráfico, accidentes, ruido y contaminación.
En Aguascalientes la administración estatal está capturada por lo que alguna vez representó el único paradigma de la movilidad: a mayores niveles de tráfico, mayor la inversión en infraestructura exclusiva para el automóvil. Los argumentos no son nuevos: el crecimiento poblacional demanda más infraestructura vehicular, la expansión de la ciudad requiere ampliar las vialidades, o el parque vehicular obliga a destinar más recursos para el automóvil. La experiencia nacional e internacional sugiere, sin embargo, que el gasto multimillonario que se ha hecho por años en ese tipo de obras no ha representado una solución real. O ¿qué ciudad ha resuelto sus problemas de tránsito con más infraestructura como segundos pisos o pasos a desnivel? ¿Alguna?
¿Por qué no repensar entonces el paradigma de la movilidad? ¿Es realmente el automóvil el modo más eficiente para mover a una población cada vez más numerosa? Si el parque vehicular es demasiado grande, ¿no será que la mala calidad del servicio de transporte público obliga a sus usuarios a transitar hacia el vehículo privado? ¿O que la ausencia de una red extensa, segura e interconectada de ciclovías motiva a los ciclistas a comprar un automóvil? ¿O que la reducción de las banquetas, la eliminación de cruces a nivel y la construcción de puentes peatonales orilla a los peatones a utilizar un automóvil? No se trata de polarizar la discusión a favor o en contra del automóvil sino de debatir acerca de soluciones reales, de largo plazo, a los problemas de movilidad. Existen diversos estudios, así como experiencias prácticas, que han demostrado que, si bien es contraintuitivo, la infraestructura vehicular incentiva un mayor uso del automóvil, con lo cual el tráfico, los accidentes, el ruido y la contaminación no hacen más que aumentar.
El gobierno asegura que en Aguascalientes la pirámide de la movilidad ya se invirtió, es decir, que en materia de movilidad la prioridad ahora está en los peatones, ciclistas y usuarios del transporte público. Las acciones, sin embargo, son contradictorias. Por ejemplo, la construcción de nueve puentes peatonales, como anunció el gobernador, no pretende priorizar la movilidad de los peatones sino removerlos de las vías para facilitar el tránsito vehicular, o sea, es infraestructura vehicular disfrazada de infraestructura peatonal. Igualmente, si consideramos que presupuestar equivale a establecer prioridades, entonces destinar cerca de mil millones de pesos para la construcción de ocho nuevos pasos a desnivel, posiciona al automóvil como una máxima prioridad. ¿Por qué no invertir una parte de esos recursos para modernizar el transporte urbano de manera más decidida y ambiciosa o para desarrollar más infraestructura peatonal o ciclista? ¿Cuál es entonces la verdadera prioridad?
Es cierto que el gobierno ha dado algunos pasos incipientes para modernizar el transporte urbano, como la renovación de 55 autobuses, pero los resultados de la modernización profunda e integral a la que se ha comprometido, más allá de los autobuses nuevos o mostrar “mano dura” contra los actuales concesionarios, están aún por verse, al igual que la ejecución de algunas ciclovías que en días recientes prometió el gobernador.
No se trata de afectar la circulación de los automóviles, sino de equilibrar de mejor manera, incluyendo el gasto público, las condiciones de los distintos modos de transporte con los cuales se desplaza la población. No olvidemos que, según el propio Gobierno del Estado, el 33 por ciento de los viajes diarios en Aguascalientes se realizan en vehículo privado, mientras 31 por ciento se realizan en autobús, 22 por ciento a pie y 4 por ciento en bicicleta.
Esperemos que por lo menos el diseño de los nuevos pasos a desnivel sea lo suficientemente innovador para asegurar condiciones adecuadas de movilidad para todos aquellos que no utilizan el automóvil. Y a todo esto, ¿alguien ha visto alguna vez algún estudio que justifique de manera sólida la intención del gobierno de convertir Segundo Anillo en una autopista urbana?
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