37 poemas conforman los Fragmentos de una noche, último poemario de la doctora en Letras Mexicanas, Grissel Gómez Estrada, publicado bajo el sello de la UACM, en coedición con Bon Art Ediciones, y con una cuarta de forros de Irma Pineda, la cual anuncia al lector que al introducirse en este libro encontrará poemas que “nos dejan un nudo en la garganta y nos hacen sentir, en lo más profundo de nuestro ser, que al final solo somos pequeños fragmentos perdidos en la noche”.
Perteneciente a la generación de los años setenta, Gómez Estrada nos entrega poemas con distintas hechuras y extensiones, en los que construye versos lúdicos, juega tanto con el lector como con los conceptos que muy bien podrían ser musicalizados pues contienen estribillos y mucha agilidad. Lleva de la mano a quien lo lee y sabe cómo escribir para que el poema sea releído por sus atractivas repeticiones: “No es este clavo / es la presencia oscilante del desierto / cadencia rojiza / que vibra en murmullos / murmullos calientes / apenas si pasan / no es este clavo.” O bien: “Violines / Yo / lloví también. / Yo vi el canto cayendo… / yo / lloví en el mar, / niño, en el mar,/ yo ví, / lloré y lloví / en el mar.” No cabe duda de que a Grisel le gusta armar y desarmar las palabras para encontrar sus códigos secretos; indaga en ellas como si fueran una fruta a la que hay que tomar su semilla.
Además, nuestra querida autora también toma de la naturaleza numerosos elementos: desierto, sol, árbol, peñascos ,estalactitas, llamas, lluvia, aire, lava, ramas, arenas, agua, viento, niebla, campos, cerros, cielo, lodo, flores y con ellos genera la atmósfera de este libro arraigado a la tierra, a través de la cual se busca a Dios. “Digo Dios para decir aire, pino, piedra, Dioses:”, dice la poeta, o bien, “Para acelerar las cosas / digo Dios digo Dios / digo viento” e, inevitablemente, escucho a Fernando Pessoa cuando dice: “Pero si Dios es las flores y los árboles / y los montes y el luar y el sol, / ¿por qué llamarle Dios? / Le llamo flores y árboles y montes y sol y luar.”
Asimismo, un bestiario desfila por las pasarelas de este libro en donde nos encontramos serpientes, gallinas, abejas, chicharras, mariposas, dragones, búfalos, gorilas, garzas, anguilas, peces, aves, gatos, y caballos que le dan movimiento y sonido a estos versos, donde se menciona tanto a James Bond como a Arturo Cosme, el gran amor de la autora, (para desgracia de James Bond), los cuales presencian la aparición de la Sonora Santanera, Señor Jesucristo, Señor Savi, Señor Eleguá, la Teoría del Big Bang, o de El Señor de los Anillos. Digo, con esto, que en la poesía de Grissel todo es posible, y como buena maga saca del sombrero lo requiere para sorpresa del lector más atento y concentrado.
Pero además en el libro se invoca a la energía femenina que toma diversos nombres: Campira, Belén, Alberta, Fátima, Karina, Nancy. “Tus hijos esperan tu regreso: / de la semilla que es tu cuerpo”. El tratamiento corpóreo se va revelando durante la lectura de estos Fragmentos de una noche en donde encontramos: “tus ojos gas, ojos capaces de hacerme fragmentos, / de disminuirme a diente, uña, lunar, cabello.” “Moreno rostro, señora, / moreno rostro como el tuyo / que no tienes rostro, ni senos, Señora.” “Y cómo me llama tu cuerpo / tu cuerpo que se flagela cada noche.”
Con Grissel Gómez Estrada me une una entrañable amistad porque hemos compartido viajes interiores, amistades y el quehacer poético. Es una poeta que merece ser leída con mucho detenimiento porque su poesía está muy bien estructurada, enriquecida por imágenes y numerosos recursos estilísticos que logran que sus versos destilen aromas, contengan texturas, emitan sonidos. Versos que pueden ser degustados en sus diversos contrastes porque, fundamentalmente, se trata de versos vivientes, llenos de pasión y, al mismo tiempo, con una buena dosis de cable a tierra, que se desplazan por el poemario invitando al lector a conectarse consigo mismo, porque ejercen también una función de espejo en la que se reflejan las diversas aristas que contiene el ser humano.
Es por esto, que felicito entrañablemente a la poeta Grisell Gómez Estrada, quien se encuentra en un periodo de gran fertilidad creativa. Estoy segura que se colmará de nuevos lectores que llegarán a poner en ella su interés para escribir en torno a sus creaciones que mucho tendrán que aportar a la nueva literatura mexicana.




