Estimado lector, actualmente estamos viviendo una época que podemos sin lugar a dudas decir, que los números se están prostituyendo. ¡Qué fuerte! E impensable, ya que los números, como un estimado profesor de estadística nos decía en el aula, son, independientemente de quien los use o para qué se hayan hecho. Creo que actualmente los números no son, es decir, pueden llegar a ser, pero se venden al mejor postor.
Veamos algunos ejemplos:
En la crisis del 2008, derivado de la explosión de la burbuja hipotecaria, el gobierno de Estados Unidos aprobó la famosa acta TARP, mediante la cual se recapitalizaron los bancos, y cuyo objetivo principal era el de inyectar dinero al sistema financiero para que el crédito no parara, esto debido a que el sistema actual americano (y financiero total en su conjunto) para crecer necesita del crédito, ya que con el dinero que circula no habría sino una recesión impresionante (cosa que en México podemos ver, cuando se restringe el crédito hay menos compras). La realidad es que esos 800 mil millones de dólares sólo sirvieron para pagar compensaciones extraordinarias a aquellos directivos que no hicieron su trabajo, las personas que estaban perdiendo su casa la perdieron irremediablemente y aunque la mayoría de esas instituciones financieras ya pagaron sus deudas al gobierno, la realidad es que la economía no ha crecido lo suficiente a cuatro años de ese evento, tan es así que el mundo en su totalidad (vean las políticas de China) esta tendiendo a la tasa CERO de interés.
Otro ejemplo es el de las encuestas presidenciales en México. Claramente advertimos que las encuestas arrojaban los datos que el que las pagaba quería escuchar. Tristemente el daño hecho a la credibilidad de este instrumento es tal, que en lo personal me inclino en pensar que ya no habrá la bonanza de este tipo de compañías como lo hubo en el pasado. ¿Por qué ocurrió eso? Sencillo, si hago las encuestas por ejemplo, en el DF, claramente se tendrá como resultado un mayor apoyo al PRD. Si las hago en Guanajuato, el PAN será el líder de la encuesta y si la hago en el Estado de México el PRI. Así de sencillo. Las encuestadoras serias que dieron a conocer realmente las tendencias fueron ignoradas y hasta atacadas. Baste recordar a Ciro Gomez Leyva en su noticiero de Milenio retando a todas las encuestadoras a dar a conocer sus resultados y cual aficionado deportivo, apostando su ya poco capital político y periodístico en el resultado de su encuesta. El resultado fue una disculpa vana y la “expulsión” de la compañía encuestadora. Tal como el sistema político, se buscó un “chivo expiatorio”.
Otro número que no ayuda al crecimiento o a una mejor visión de la realidad es el de la inflación. El INEGI actualmente es el encargado de dar a conocer el índice inflacionario mensual del país, que es un promedio ponderado de varios productos que hacen una canasta básica. La realidad es que en muchas otras ciudades o estados el índice es del doble. Si se hiciera un índice por tipo de ingreso, tristemente se vería que la inflación anual de los que menos ganan es de casi el triple de la que promueve el INEGI, ya que los productos que inciden en la canasta básica son los alimentos agropecuarios, los cuales están actualmente, por las nubes.
Los panistas locales están de plácemes porque lograron casi el carro completo. La realidad es que ganaron debido a un mal trabajo de los priístas que nunca le dijeron a su electorado que votar por coalición era lo peor, debido a que nulificarían los votos de senadores y diputados. ¿Habría ganado el carro completo el PRI? Lo dudo, personalmente veo difícil que Paty Muñoz le ganara a Paquín González (para evitar suspicacias de más de un lector, no tengo ninguna relación parental con el ahora diputado, lo conozco y es mi amigo, pero parientes no somos), y las senadurías las ganaría el PAN, aunque por un menor margen, donde creo que el PRI si hubiera ganado era en el Distrito II, pero la verdad es que si no se hizo el trabajo de explicar a los votantes cómo hacerlo, pues en su salud lo hallaron. Panistas locales, felicidades, pero no echen a volar las campañas al vuelo, revisen sus estrategias y busquen sobre todo, la unidad que no veo en ustedes.
Y por último, las reacciones ante el triunfo del PRI. En redes sociales, mucho se dice “40 por ciento votó por Peña, el 60 por ciento no, desconozcamos las elecciones”, bueno, pues yo desconozco al movimiento #YoSoy132, porque si bien es cierto allí están cerca de tres millones de estudiantes, no están en todos, representan sólo el 30 por ciento del total, por tanto, hay un 70 por ciento (que según los mismos pensamientos de ustedes son la mayoría) que no piensan como ustedes ni toman las calles, así que…. El que a hierro mata a hierro muere. Igual con Andrés Manuel. Obtuvo 15 millones de votos, si él hubiera sido el triunfador, no solo también el 40 por ciento lo hubiera elegido, sino que un 60 por ciento no estaría de acuerdo con él. Señores, así es la democracia, así es este juego, pero parece que para ustedes es gano porque gano. Eso… es dictadura. A las izquierdas inteligentes les pido que se reagrupen en otro candidato, que vean por el país y no por el sueño guajiro y mesiánico de que el país sólo crecerá con él y sin él sólo la perdición (tanto ha criticado AMLO a la Iglesia Católica que llega a ser más extremista que lo que critica), el país se los agradecerá y el electorado los premiará en las siguientes elecciones.
Entonces, ¿qué hacer? ¿ya no creer en los números? Bueno, hay que revisar las intenciones detrás de los números, para después claro que sí, hacer lo conducente y meditar, investigar, y en su caso, sancionar positiva o negativamente lo que me están tratando de “vender” con esos números.
Por último estimado lector, nada más comentarte que nos vemos dentro de quince días, la semana siguiente el que escribe tomará unas vacaciones, no sé si merecidas, pero sí sé que necesarias.
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