Aunque digan que se trate de una tema “trillado”, la violencia y la discriminación hacia la mujer está presente de manera constante en la vida de una considerable cantidad de personas.
De alguna forma u otra, todos tenemos contacto o conocemos a una mujer que haya sufrido cualquier tipo de violencia, no me refiero sólo al acto físico, psicológico, de maltrato o emocional, sino a la serie de sucesos que muchas veces pasan desapercibidos.
Creo que, a propósito del Día Internacional de la Mujer, lejos de festejos y celebraciones debemos conmemorar y tomar medidas para luchar por una igualdad de oportunidades de crecimiento y desarrollo integral en el mundo de todos.
Quizá extender esta premisa a nivel mundial es mera utopía, una utopía que puede llegar a ser realidad si cada cual se comprometiera a realizar aportaciones para mejorar el contexto en el que nos desarrollamos.
Como legisladora, tengo claro que una de las funciones es la de representar a una amplia gama de voces que exigen se combata la violencia y se busque la mejora continua y permanente, particularmente de condiciones bajo las que se encuentran los grupos vulnerables.
Ese es el principal reto para los integrantes de la actual legislatura, atender las asignaturas pendientes en la armonización legislativa en materia de equidad de género.
Para lograr la armonización pendiente, es necesario adecuar la legislación y plantear la perspectiva de género para sentar leyes que además de la equidad busquen consolidar la igualdad.
Es fundamental crear leyes para prevenir, atender, combatir y erradicar todo tipo de discriminación contra la mujer.
Lamentablemente, y aunque los buenos deseos existan, no es trabajo de una sola persona, debe ser un trabajo conjunto. Por lo que en futuras actividades espero que exista la solidaridad de las y los compañeros legisladores.
