En los últimos años de elecciones de Gobernador en Aguascalientes, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), fue derrotado en tres elecciones (1998, 2004 y 2016), y sólo obtuvo una victoria (2010). Durante ese largo periodo, una generación de valiosos cuadros políticos de ese Partido fue echada al olvido. Hoy, mientras el desprestigio del PRI crece, el “jefe político” escribe su Legado y cobra favores a los discípulos del desastre.
Luego de una victoria total en agosto de 2010, el PRI desapareció totalmente de la escena política estatal. El gobernador Lozano asumió su papel de “jefe político” y el partido fue anulado. En adelante la “familia real” dictaría la política partidista desde el Palacio de Gobierno hasta el edificio de López Mateos. En 2010, mientras la Monarquía tomaba el Palacio de Gobierno, la incipiente democracia en el PRI moría, pues no tenía razón de existir.
En la cultura democrática priista, sus gobernadores, cual Tlatoanis Aztecas, son tan infalibles y todopoderosos que ofrecen la sangre de sus víctimas sobre la piedra de los sacrificios para atemorizar a su pueblo fiel. Sus derrotas sucesivas en elecciones federales y estatales de 2012, 2013, 2015, y del 5 de junio de 2016, lo confirman. Ese jefe político impone la “Ley del más fuerte” ante la evidente debilidad democrática de su militancia.
La historia nos recuerda cómo el gobernador Otto Granados Roldán, durante todo su sexenio (1992-1998), actuó de manera similar al gobernador Carlos Lozano de la Torre. El joven discípulo del maestro Reyes Heroles perdió la brújula y el respeto a los políticos de Aguascalientes. Atacó sin piedad a cuadros políticos del PRI que disputaron la candidatura a gobernador; los persiguió, encarceló y se burló de ellos. Otto pagaría muy cara su afrenta. Perdería, durante su mandato, todas las elecciones locales y federales y entregaría el palacio de Gobierno al PAN. Más tarde, encubierto por un halo de intelectualidad, dedicaría su tiempo a denostar al partido tricolor. A sus miembros los trataría de ignorantes e incapaces. Luego atacaría al gobernador Carlos Lozano de la Torre, quien para calmar la sed de sangre de su antecesor, y como para recibir halagos del ahora “poderoso” Subsecretario de Educación, colocaría a su junior como delegado federal.
Yo no tengo la menor duda, tanto Otto Granados como Carlos Lozano, fueron eficaces administradores y gestores del desarrollo económico de Aguascalientes, es más, les reconozco sus altos niveles intelectuales. Pero eso no está a discusión. Lo que aquí se analiza y critica es su papel como “jefes políticos”, su Legado de costumbres y conductas como Tlatoanis, su favoritismo por su familia y sus resultados electorales negativos.
Es importante recordar, en 1998 fue derrotado un ícono de la política hidrocálida, mi amigo el profesor Héctor Hugo Olivares Ventura, quien sumó 130 mil 374 votos (37.7%). En esas elecciones, los diputados del PRI obtuvieron 130 mil 963 y en Ayuntamientos, 133 mil 331 sufragios. Como vamos a observar, esas fueron las últimas elecciones donde el PRI obtuvo un voto “en cascada”. Votaron 348 mil 133 electores (67.5% de la Lista Nominal), el mayor porcentaje en diecinueve años. Ante las derrotas electorales de todo su sexenio, el gobernador Otto se lavó las manos y los priistas lo acusaron de traidor.
En 1994, al llegar a la Presidencia de la República, por cierto, con una votación extraordinaria, el presidente Ernesto Zedillo decidió su “sana distancia con el PRI” y enseguida vinieron las derrotas en el país. En 1998, Zacatecas y Aguascalientes cumplirían con su cuota. La nación preparaba el terreno para la alternancia en la Presidencia de la República, así concluiría la transición hacia la democracia que llegaría dos años más tarde. El presidente Zedillo, se lavó las manos y los priistas lo acusaron de traidor.
Para 2004, el PRI en Aguascalientes se había convertido en “una cómoda oposición”. Su primera fallida coalición electoral con PT y PVEM (Alianza contigo), postuló “de emergencia” a Oscar López Velarde Vega candidato a gobernador (su primer candidato, Óscar González Rodríguez, ya había renunciado a la misión). La campaña de López Velarde, fue objeto de crueles ataques internos (sus atacantes afirman que pedir el voto diferenciado fue estrategia). Obtuvo la más baja votación en la jornada electiva, 122 mil 108 sufragios, unos 5 mil votos menos que los obtenidos por el profesor Olivares en 1998.
En esas elecciones de 2004, los electores abandonarían el voto en “cascada”. En la elección de Diputados, la Coalición sumó 131 mil 730 votos (casi 9 mil más que la elección de Gobernador); en la elección de Ayuntamientos 144 mil 974 (casi 22 mil votos más que el Gobernador). Entonces, Carlos Lozano de la Torre, era candidato a presidente municipal de Aguascalientes y la petición del “voto diferenciado” hizo su aparición. En esos comicios la participación ciudadana se redujo a 343 mil 991 votantes, casi 5 mil votos menos que en 1998. Fue la primera Coalición electoral fallida, el PT tuvo regidores el PRI ninguno y alguien se lavó las manos.
Luego de 12 años como oposición, en el 2010 había un mayor ánimo en el PRI de Aguascalientes. Con el empuje del grupo “mexiquense” y la aspiración presidencial de Peña Nieto, el PRI estatal recibió suficiente oxígeno para que sus militantes volvieran al redil. En la elección del Gobernador el PRI aportó 171 mil 359 votos, que sumados a los 33 mil 266 sufragios de la Coalición PRI-PVEM-PNA, totalizarían 204 mil 625 electores en favor de Lozano de la Torre quien se hizo de la gubernatura. El PNA, aportó 20 mil 862 sufragios y el PVEM 7 mil 298 votos. Fue una segunda coalición fallida, pero aportó los votos suficientes para la victoria. Y Luis Armando Reynoso Femat, se lavó las manos, y los panistas lo acusaron de traidor.
En 2010, la candidatura del PRI a gobernador que se decidió en favor Carlos Lozano de la Torre, pero eso no habría sido posible sin el respaldo político ¿y financiero? del gobernador panista Luis Armando Reynoso Femat (LARF). Lorena Martínez Rodríguez, quien tenía gran aceptación según encuestas, aceptó ser candidata del PRI a la Presidencia Municipal de la capital. Y Lozano de la Torre, promovió un segundo ensayo de Coalición ahora con PVEM-PANAL y, de facto, con el grupo político de LARF (PAN). Tal vez, Lozano de la Torre, pensó que él había ganado aquellas elecciones sólo, o que su popularidad era inalcanzable y se equivocó. También LARF se equivocó y pagó las consecuencias, ahora es un perseguido de una Justicia inequitativa.
En las elecciones del domingo 5 de junio de 2016, el PRI cerró con broche de oro un sexenio de derrotas, mientras en el palacio de Gobierno del Estado siguieron los festejos. La votación en la elección de la candidata a Gobernadora Lorena Martínez Rodríguez, sumó 151 mil 099 votos (32.7%), lo que representó, 20 mil 260 sufragios menos que la elección de gobernador de 2010. Y por supuesto, Carlos Lozano de la Torre se lavó las manos, y los priistas lo acusan de traidor.
En este tercer ensayo de coalición fallida, los partidos aliados PT-PVEM-PNA, le aportaron a la candidatura de gobernadora 38 mil 378 sufragios (5 mil 120 votos más que en 2010), para un total de 189 mil 484 votos (40.9%) de la votación. (El IEEA aún no contabiliza al PRI otros 2 mil 800 votos del cómputo final de actas del distrito I de Rincón de Romos). El PVEM aportó a esta Coalición de Gobernadora 11 mil 246 votos, esto es, 3 mil 248 votos más que 2010. El PNA, aportó 19 mil 919 sufragios, esto es, 943 votos menos con respecto a 2010. El PT aportó 7 mil 213 votos, esto es, 4 mil 201 votos menos de los que habían obtenido 11 mil 414 en la elección 2010.
El indicador más grave para los priistas es el resultado de elecciones de diputados: tienen una votación de 120 mil 36 sufragios, esto significa 31 mil 63 votos menos que la elección de gobernadora y unos 2 mil menos de los que obtuvo López Velarde en 2004. Otro indicador crítico es el resultado de elecciones de ayuntamientos donde el PRI sumó 119 mil 877 votos, y que significan 31 mil 222 sufragios menos que la elección de Gobernadora. Finalmente, en 2016 en voto por la gobernadora postulada por el PRI, fue muy superior al voto de diputados y alcaldes postulados por ese mismo partido.
Esos resultados contradicen la conducta usual de votantes del PRI en Aguascalientes a nivel de distritos y ayuntamientos. Reitero, en 1998, el voto fue casi el mismo, mientras que en 2004 y 2010, el voto por diputados y ayuntamientos fue superior al voto de gobernador.
Más allá de traiciones y lavamanos, pienso que el electorado en Aguascalientes mantiene una mayoría de votantes en favor del PAN. El PRI es segunda fuerza, pero cada vez más relativa, y sus aliados no representan la preferencia de los electores. El primer domingo de junio del 2018 será toda una aventura.
davidperezcalleja@yahoo.com.mx
