Desde que el daguerrotipo llegó a México en la primera mitad del siglo XIX se hizo popular, no para uso, sino como un espectáculo que era presentado como lo que es, un invento maravilloso.
En los cuarenta llegó a México en manos de franceses alquimistas que recorrían las ciudades del interior del país, de esta manera se introdujo la fascinación por la imagen proyectada en un soporte de vidrio o metal. En nuestra región se dio a conocer en Guadalajara y Zacatecas, las ciudades importantes, pero no se establecerían los gabinetes fotográficos sino años después, cuando la fotografía impresa, los insumos y las cámaras pudieron comercializarse y se volvieron poco a poco una práctica común dentro de la sociedad.
El conocimiento del daguerrotipo y posteriormente la fotografía, llegó a Aguascalientes a través de la prensa periódica de la capital del país y del rumor por quienes habían tenido cercanía con las exposiciones que circularon por el país, pero el primer registro que tenemos de la llegada de la cámara y muestra de sus resultados fue a través de un zacatecano, Rafael Moreno, quien la mostró en una de las Exposiciones de Artes, Industria, Agricultura y Minería que se realizaban en periodo de feria.
El primer gabinete o estudio fotográfico se estableció en Aguascalientes años después, en 1859. Sóstenes Chávez con el apoyo de su padre, José María Chávez, integró el ramo fotográfico a los Talleres de la familia.
Sóstenes tenía conocimiento en el trabajo de la imagen, aprendió tipografía, grabado y litografía en los talleres de su padre, se destacó en grabado y litografía y ese gusto por la imagen y el contacto con Rafael Moreno, lo motivaron a especializarse en la fotografía.
En 1857 fue enviado por su padre a estudiar a la Ciudad de México, se instaló, junto con su tío Martín W. Chávez, en la casa de Guillermo Prieto. Durante dos años Sóstenes aprendió de fotografía seguramente en alguno de los gabinetes que ofrecían cursos y lecciones particulares como el de Eugenio Latapí. En estos gabinetes, además de ofertar los cursos, se ofrecían todos los productos necesarios para el ramo fotográfico. Tras dos años Sóstenes regresó a Aguascalientes, seguramente con una cámara y materia prima para su nuevo oficio.
En 1859 Sóstenes y su padre establecieron el primer Gabinete fotográfico de Aguascalientes como uno más de los ramos del “Establecimiento de Artes del C. José María Chávez”. Se ofrecían retratos en fotografía y ambrotipos sobre vidrio abultado, charol y hule y la caja para contenerlo con un costo de $3 a $3.5. El precio no era económico, para darnos una idea, un par de botines de piel para mujer costaban entre 1 y 4 pesos. O sea, una fotografía costaba como los mejores zapatos de mujer.
Durante la Guerra de Reforma el negocio tuvo que suspenderse, pero retomó sus actividades en 1860 con más impulso, tanto que en 1863 se independizó del negocio de la familia, estableciendo su gabinete frente a los Talleres de su padre en la calle del Obrador, hoy Calle José María Chávez.
Ya en 1863 Sóstenes no sólo hacía fotografías, también vendía todos los implementos necesarios para su producción, ofertaba: fotografías y daguerrotipos, aparatos fotográficos de media placa con sus instrumentos y químicos, cursos o clases en los que se enseñaba el funcionamiento de la cámara y la técnica para hacer retratos, paisajes además de teoría fotográfica; también enseñaba las posibilidades de imprimir sobre tela, marfil y otros soportes.
Como el fotógrafo curioso que era, Sóstenes mantenía una relación epistolar con Rafael Moreno de Zacatecas, quien, además de conseguirle insumos para su negocio, era ya un colega con el que compartía fotografías, técnicas y modos de revelado durante los periodos de escasez de insumos. Les gustaba discutir la composición fotográfica y para Sóstenes fue una especie de maestro con quien podía compartir sus avances y conocimiento hasta que Moreno quebró su negocio y le vendió su cámara.
Como el entusiasta que era, a través de anuncios publicitarios motivaba al oficio de la fotografía mostrando los beneficios de su uso: “este perfeccionamiento del dibujo, permite ya copiar con sorprendente verdad la naturaleza animada y sacar retratos admirables”. Acusaba: “Un miniaturista suele ser complaciente, dando gracia y animación á una fisonomía fría y lánguida, y ocultando con el colorido alguna que otra leve imperfección; pero la cámara oscura no perdona nada, las más leves arrugas del semblante aparecen en la placa acusando la edad y el ceño del original”
Desconocemos el fin del Gabinete de Sóstenes, pero tras su introducción en 1859 la fotografía en Aguascalientes fue usándose cada vez con más frecuencia, la posibilidad que daba poder adquirir el conocimiento y una cámara en el estado, promovió sin duda su uso, así como las prácticas sociales y culturales en torno a la fotografía.
El gusto por la imagen y el desarrollo de nuevas formas de impresión de Sóstenes, así como el anhelo siempre presente de su padre por introducir lo último en tecnología para el desarrollo de las artes, incentivó la introducción de la fotografía en Aguascalientes de manera sólida. A Sóstenes le debemos la introducción de la fotografía, pero además, las enseñanza de la teoría y la técnicas.
Sóstenes fue, además de fotógrafo, un impresor de formación con una larga y fructífera carrera en el siglo XIX, con un anhelo personal por las nuevas formas gráficas y visuales, transitó hacia estilos más modernos a través de la composición al utilizar nuevos recursos visuales y planteó nuevas maneras de difusión de la información a través de la publicidad. Un personaje para no olvidar.
