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viernes, diciembre 5, 2025

Ética y moral/ El peso de las razones 

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El domingo platicaba con un amigo sobre la distinción entre moral y ética. Al menos en México, muchas escuelas privadas, debido a una fuerte influencia clerical, suelen distinguir ambos conceptos. No suele ser claro el motivo, pero se enseña que la ética pertenece a la esfera privada y la moral a la pública. Suelen señalar que la ética es una reflexión personal sobre el cómo vivir y cómo actuar, mientras que la moral es el conjunto de creencias mayoritarias sobre lo que se cree que está bien y mal.

Por mi parte, pienso que la distinción se ha convertido en una gigantesca confusión. De entrada, si llamamos moral al conjunto mayoritario (o que se piensa mayoritario) de creencias sobre lo que está bien y mal, la moral es por completo intrascendente. Con referencia a los problemas públicos, las creencias de una supuesta mayoría son irrelevantes si no se transforman en instituciones, en particular en leyes. Si esto sucede, llamarle a eso moral es impreciso, cuando no simplemente incorrecto. Con respecto al ámbito privado, al cómo hemos de vivir cada una y uno nuestra vida, las creencias morales de una comunidad carecen por completo de más poder causal que el que cada uno decida darles. Y, en el caso límite de una persona que decide vivir su vida estando atenta todo el tiempo a lo que los demás dicen y piensan, quien lo ha decidido es la persona, no las personas que piensan y opinan sobre su vida. En ese sentido, llamarle a esto moral también es impreciso, cuando menos.

Me explico. En algunos lugares a algunas personas sigue importándoles en demasía lo que los demás piensen de ellas. Viven a la espera del superficial y desinteresado juicio público. Nuestro implícito contrato social se fundamenta en consideraciones intuitivas sobre lo justo y lo injusto. En ocasiones, y no pocas, algunas creencias morales se establecen como principios legales. El ámbito legal se construye a partir de consensos muy generales sobre algunos principios rectores, que después los juristas utilizan para interpretar la ley escrita. Cuando esto sucede, la moral del rebaño da lugar al contrato social explícito, o a enmiendas al mismo. Esto con respecto a la esfera pública. Con respecto a la privada, la moral es epifenoménica: existen esas creencias del rebaño, muchas veces moralistas y puritanas (se sabe, nos fascinan los linchamientos y la sangre), pero no logran más que lo que nosotros les permitimos: depende de nosotros, no de ellas, el papel que tienen para guiar nuestras decisiones y acciones. Así, la moral popular se convierte en ética, que es la única que algo puede hacer para movernos a actuar y decidir.

Pero ¿por qué hemos dado tal importancia al qué dirán? ¿Por qué los juicios del vecino entrometido pesan tanto en nuestra mente? Pienso que conviene subrayar un par de cosas. En primer lugar, la importancia del rebaño en la vida del individuo tiene una base biológica evidente. Pero al igual que la gula lo tiene y las dietas lo contrarrestan, podemos contrarrestar el peso de la manada con la ética. O bien, si pensamos en la moral de otro modo, habría que llamarle, de manera más precisa, reflexión moral.

Así, el concepto moral tiene un uso, y uno que no sólo no genera confusiones, sino que es imprescindible. Este uso considera a la moral un ámbito de reflexión. Así como existen otros ámbitos de reflexión por derecho propio (el político, científico, estético…), la moral lo es también: surge cuando las personas reflexionan sobre lo bueno y malo, lo correcto y lo incorrecto, lo justo y lo injusto…, de las acciones humanas en particular. En este sentido, el concepto moral debe no sólo ser defendido, sino reivindicado: importa que los animales humanos reflexionen con seriedad, sistematicidad, claridad, honestidad, humildad sobre sus decisiones y acciones, sobre sus consecuencias, sus razones, su naturaleza, su alcance, y más. Hace falta que lo hagamos más y mejor. Así como el progreso científico es un bien público, el progreso moral lo es también. Es una lástima que pocas personas entiendan siquiera superficialmente cómo y por qué progresamos moralmente los seres humanos.

 

mgenso@gmail.com

 

 

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