Cuando yo crecía, las únicas películas que había para niños eran de Disney, por lo que soy una más de esa generación de adultos que tienen —a querer o no— un rinconcito del corazón destinado a las producciones animadas de esos estudios cinematográficos. Siendo niña era fácil amar estas cintas pues era sencillo identificarme con los princesas de las historias, pues ellas eran siempre el centro de todo, mientras que los personajes masculinos eran incidentales, estaban perdidos en el fondo de la trama y destinados a sólo unos segundos de protagonismo al final.
Ahora que he crecido y tengo un hijo varón, he pensado en qué tan difícil ha de haber sido para los niños de mi época aguantar un mundo fílmico tan rosa como el que pintaba Disney, fuera de Peter pan y La espada en la piedra, no creo que hubiera mucho más, en las películas animadas, con lo que ellos pudieran sentirse identificados.
La cosa ha mejorado mucho para los niños en los últimos tiempos, pues cada vez hay más filmes clasificación AA y A que llevan personajes masculinos en los roles principales, y en los que pueden ahorrarse la parte musical y disfrutar una buena batalla e incluso identificarse con el protagonista. El reino secreto es uno de éstos.
Claro que esta cinta también tiene su atractivo para las niñas, que ya se han cansado de princesas que sólo esperan que llegue el príncipe azul a salvarlas y que también quieren participar en la acción, usar su fuerza e inteligencia y, por qué no, ser las que salven el día. Y para los adultos —ellos y ellas— que acompañan a los pequeños.
El reino secreto no trata una historia original, pues de pronto se parece mucho a cosas que ya hemos visto —El mago de Oz, Ant Bully, Arthur y los Minimoys y hasta la exitosa Avatar—, pero sí es una trama entretenida, no extremadamente profunda pero divertida, y, aunque sí busca transmitir un mensaje, no lo hace de manera admonitoria sino que éste fluye de manera natural.
La historia comienza cuando conocemos al profesor Bomba quien vive en una destartalada casa en las orillas del bosque, él es una especie de científico chiflado que tiene sólo un interés en la vida, descubrir a las pequeñas criaturas que —él dice— habitan en el bosque y cuya avanzada civilización se encarga de mantener el equilibrio en el ecosistema.
Su pacífico mundo viene a ser interrumpido por la llegada de MK su hija adolescente que, tras perder a su madre, viene a reintentar una relación con el padre que ha estado ausente la mayor parte de su vida. Se podrán imaginar que el reencuentro no resulta nada fácil pues a cada uno le cuesta acomodar al otro en sus planes.
Mientras tanto, conocemos a los hombres-hoja, los pequeños guardianes del bosque quienes, como un ejército muy bien organizado, se dedican a proteger su entorno de los malvados Boggans quienes —por alguna razón— quieren convertir todo ese esplendor de la naturaleza, en un agujero de destrucción, decadencia y putrefacción.
Los hombres-hoja tienen a su reina, Tara, la encargada del equilibrio del bosque, los Boggans tienen a Mandrake su espantoso líder que no se detendrá ante nada para acabar con todo lo verde.
En esa disputa se ve de pronto involucrada MK, quien al puro estilo de Alicia en el país de las Maravillas es reducida de tamaño y encargada de una misión que, de cumplirla, quizás la ayude a regresar a casa.
Hubo varias cosas que disfruté particularmente de este filme, la primera fue que el conflicto “verde” de la trama, es exclusivamente una batalla del pequeño mundo fantástico en el que ocurre, no se intentó moralizar —con el pretexto de educar a los pequeños— poniendo como los villanos a los seres humanos, como ocurre en muchas de las cintas que llevan un “mensaje ecológico”.
La segunda, que visualmente esta película es un agasajo, vale enormemente la pena pagar un poquito más y aprovechar la tecnología 3D, pues ayuda a llevar la aventura un poco más allá.
También, me encantaron los personaje encargados de constituir la parte cómica del largometraje (el comic relief), Mub y Grub, una babosa y un caracol cuyas intervenciones en la película tenían muertos de risa a los espectadores, tanto así que era difícil determinar quiénes reían más si los niños o sus papás.
Finalmente, quisiera compartir con ustedes lo que más me sorprendió y agradó de mi experiencia con esta película: los aplausos que al final de la proyección los pequeños asistentes, espontáneamente, le otorgaron al filme. Para mí, no existe mejor crítica que ésa.
Productor: Lori Forte y Jerry Davis; director: Chris Wedge; guión: James V. Hart, William Joyce, Dan Shere, Tom J. Astle y Matt Ember, basado en una historia de Chris Wedge, James Hart y William Joyce, inspirados en el libro The Leaf Men and the Brave Good Bugs de William Joyce; música: Danny Elfman; voces en español: Arturo Castañeda, Leyla Rangel, Carlo Vázquez, Gabriela Gómez, Humberto Solórzano, Ricardo Tejedo, Enrique Cervantes, Gerardo García, Herman López, Rolando de Castro, Pedro D’Aguillón Jr., Roberto Mendiola y Rafael Moreno; duración: 1 hora 43 minutos.
