El fin de semana pasado se llevaron a cabo elecciones locales en Coahuila, Nayarit, Estado de México y Veracruz. Para todos, este fue un laboratorio de lo que podría suceder en la elección presidencial que se avecina en el 2018 y aunque bien dicen que la política no es ni será jamás una ciencia exacta, se pueden advertir diversas conclusiones y estrategias de los entes políticos preponderantes en el país para los próximos meses.
Hay diversas conclusiones, pero para entenderlas tenemos que voltear al pasado. El caso obligado de estudio es el Estado de México, la entidad federativa que más votos representa. Los resultados de la elección de gobernador del Estado de México, dieron como ganador a Alfredo del Mazo Maza (PRI) con el 33.72%, el segundo lugar lo obtuvo Delfina Gómez Álvarez (Morena) con el 30.81% de la votación, seguida de Juan Manuel Zepeda Hernández (PRD) con el 17.79%, y dejando hasta el último lugar a Josefina Eugenia Vázquez Mota del (PAN) con el 11.24% de los votos.
Ante los resultados antes descritos, surgen diversas preguntas: ¿por qué la gente sigue votando por el PRI?, ¿por qué si ni el PAN ni el PRD tenían la suficiente fortaleza para ganarle a la estructura priista por separado no se coaligaron?, ¿por qué Alejandra Barrales, presidenta del PRD y Ricardo Anaya, presidente del PAN, dieron una rueda de prensa conjunta semanas antes de la elección en la que no dijeron absolutamente nada relevante?, ¿por qué no se dio una natural alianza de izquierdas en torno a Delfina, garantizándole el triunfo electoral?, ¿cómo queda Andrés Manuel López Obrador ante estos resultados?
Especulo una serie de respuestas, y aclaro al lector que definitivamente especulo porque quien se declare experto en política no es más que un necio, a las preguntas señaladas en el párrafo en líneas arriba.
El PRD es en definitiva el ganador de esta elección, a costa del Estado de México. El PRD ha tenido fuertes e históricos bastiones en el Estado de México como los municipios Texcoco (que gobernó Delfina con Movimiento Ciudadano), Valle de Chalco, Tultepec, Netzahualcóyotl, entre otros, que aunados al auge de Delfina y de Morena garantizaban el triunfo electoral. Pero el PRD no se coaligó, por la soberbia de Andrés Manuel (que a media elección daba su nariz porque Juan Zepeda declinara), pero sobre todo porque la dirigencia de la Revolución Democrática tenía un plan más ambicioso. El primero era hacer perder a Andrés Manuel y hacerle saber que aún los necesita, que Morena sin el PRD perderá la presidencia de la República y que ese 18% de los votos que hubieran significado un triunfo avasallador en el Estado de México son prueba clara de ello.
El PRD no solo supo de antemano eso, sino que fue más allá. Ganó políticamente un lugar en la mesa en el 2018, un lugar que definitivamente hasta antes de esta elección tenía casi perdido. Ganó económicamente tras el evidente financiamiento de Los Pinos a la candidatura de Zepeda para restar votos a Delfina. Y para rematar, en rueda de prensa con Anaya, el PRD le dio un ultimátum a nivel nacional a Andrés Manuel. El PRD se quedó con su mejor resultado en el Estado de México en toda su historia, con una bocanada de oxígeno que garantiza su existencia y con la opción de aliarse a los únicos dos partidos con posibilidad de ganar la presidencia el año próximo, el PAN y Morena.
Por su parte, Anaya queda también en una cómoda posición. Ofrece a la militancia panista en las internas ser el artífice de que el PAN ahora gobierne prácticamente la mitad de las entidades federativas del país. Ofrece además la capacidad de operar una posible alianza con el PRD para evitar que al aliarse con Morena, respalden la candidatura de López Obrador. Anaya quiere ofrecer garantía al PAN de volver a al Gobierno Federal y está consiguiendo elementos para demostrarlo. Margarita Zavala y Rafael Moreno Valle no pueden ofrecer lo mismo puesto que el PRD no se aliaría con el PAN para respaldar a Margarita y sumado a Andrés Manuel, pondría en riesgo el triunfo panista.
El PRI no pierde su bastión histórico, pero queda debilitado. Es un hecho que si algo queda claro es que no permanecerá en Los Pinos a reserva de que el PAN, el PRD, Morena y Movimiento Ciudadano no logren acuerdos entre ellos. El Verde Ecologista y Encuentro Social acompañarán al PRI en el 2018 a la puerta de salida del palacio nacional.
Andrés Manuel termina en el mismo lugar donde comenzó. Los escándalos de Eva Cadena mermaron la imagen de su partido a nivel nacional. Sus recientes reacciones con los medios y su poco tino empiezan a cansar a la ciudadanía. Hay quien dirá que el error de Andrés fue no aliarse con el PRD, sin embargo, para él hace sentido esa decisión. Tenía que ir solo en todas las elecciones para generar su propia estructura (que robó del PT y Movimiento Ciudadano) y demostrar lo que para él era prioridad demostrar: Morena es más que el PRD y en una posible alianza, Morena pondrá al candidato. Puede que Andrés Manuel se encuentre dando imagen de alguien demasiado anciano al cantar la canción de “Despacito” a la primera provocación, pero sigue siendo un político hábil. Habrá que ver si toma las mejores decisiones en los próximos meses puesto que Andrés Manuel sin Mancera, sin Alfaro, sin las bases de la izquierda, está destinado a perder por tercera ocasión la presidencia.
Así las cosas, el 2017 deja nada para nadie e incertidumbre para el 2018. Sin embargo, los ciudadanos no debemos olvidar que aunque la clase política crea que puede definir en la mesa los destinos del país, nosotros seguimos teniendo la última palabra.




