Esta semana particularmente, un evento se llevó lo que se conoce en el gremio periodístico impreso como la de ocho, en referencia a las ocho columnas que encabezan las primeras planas de los diarios con la noticia más destacada por su importancia, que fue el relacionado con el regreso a clases de más de cuatrocientos veinte mil estudiantes en todo el estado a los cerca de mil cuatrocientos cincuenta planteles educativos de todos los niveles, desde jardín de niños hasta educación superior.
Prácticamente en todos los hogares se habló de ello, y no era para menos considerando las condiciones extraordinarias que se dieron, derivadas de la contingencia sanitaria presente. Por primera vez en la historia, el ciclo escolar arrancó sin alumnado en las aulas, sino que, como se viene haciendo desde inicios de este año, se privilegió la comunicación a distancia.
Miles de jóvenes, niñas y niños, despertaron este lunes con más dudas que certezas, pero no fueron los únicos. Papás y mamás, personas que ejercen la tutoría de los menores y demás familiares se enfrentaron a una novedad que requirió la definición de un plan mínimo. Es sabido que no todas las personas tienen acceso a una computadora, y de ese universo todavía son menos quienes cuentan con acceso a internet que, para el caso, les facilite la comunicación.
Más aún, fue el propio personal docente quien resintió de igual manera el cambio. Miles de maestras y maestros debieron ajustar contenidos y estrategias instruccionales para adecuarlas a poder ser impartidas en línea. Incluso el propio gobierno, debió realizar un esfuerzo extraordinario por llevar, a través de la televisión abierta, contenidos educativos para reforzar lo aprendido.
Aquí es donde me gustaría hacer énfasis. Nos habíamos acostumbrado a un proceso educativo en el que las y los alumnos acudían a un lugar ajeno a casa, interactuar con otras personas, con un docente quien les proporcionaba la guía sobre los temas a conocer, según la especialidad, y la labor de la familia (padres, madres, especialmente) radicaba en el reforzamiento de esos temas de manera indirecta.
Durante los últimos veinte años, el Instituto Estatal Electoral ha realizado una labor de manera conjunta con las instituciones educativas a la par de las elecciones escolares y estudiantiles, dando pláticas a las y los alumnos sobre temas de educación cívica y democrática. Varias escuelas, en su momento, recibieron los contenidos educativos sobre la forma de gobierno democrático que nos rige, a fin de que pudieran comprender el sistema de gobierno. Pero también, a partir de la definición de la democracia como forma de vida, se impulsaban actividades lúdicas para que didácticamente las niñas, niños y jóvenes conocieran que la única manera de ejercer la democracia es a través de los valores.
Viene a colación porque, es muy probable que a partir de ahora también se tenga que modificar la forma en que se incidirá en las instituciones educativas. Habrá que encontrar un modelo que permita la interacción para no dejar fuera el programa, con la seguridad sanitaria para todos quienes participan. Lo que no se modifica es que en las instituciones solamente se ven contenidos que, por fuerza, deben ser ejercitados en el seno familiar.
Por ello, y dado que al mal tiempo, buena cara, esta emergencia sanitaria debe de permitir que en los hogares se ejerciten valores. Se está tornando difícil la convivencia en todos los aspectos, por lo que se vuelve indispensable practicar la tolerancia. Las normas de etiqueta se adecuarán a esta nueva normalidad siempre fundamentadas en el respeto, y la participación será fundamental en las tareas del hogar, en las tareas escolares y en todos los aspectos de la vida misma, que incluye la política, entendida esta como el mejoramiento de las condiciones sociales en las que vivimos.
No está siendo fácil para todas y todos. Lo mismo para jóvenes, niñas y niños, que para padres y madres y demás familiares a cargo, pero no hay que dejar fuera de esta ecuación a maestras y maestros. Cualquier cambio requiere un periodo de adaptación y eso necesariamente nos va a llevar un tiempo que puede durar algunas semanas. Seamos empáticos y solidarios, unos con otros. Exploremos nuevas posibilidades de enfrentar este problema del que, como en cualquier otro caso, seguramente saldremos fortalecidos.
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