I was standing
You were there
Two worlds collided
And they could never tear us apart…
Never tear us apart – INXS
La actual pandemia que ha azotado al mundo, también ha cambiado algunos paradigmas culturales en nuestras sociedades, y ha afianzado otros. Este cambio cultural tiene sus aristas positivas y sus lados negativos. Si queremos ver en qué ha consistido este cambio cultural, habríamos de respondernos algunas preguntas base. Propongo algunas interrogantes sobre las cuáles partir; pero el catálogo debe extenderse a más.
¿Nos informamos más y mejor que antes? La desinformación, la emergencia de noticias falsas y de teorías de la conspiración, el fracaso en educación científica y en pensamiento crítico, nos han conducido a una catástrofe social en la que la gente no sabe cómo cuidarse, no confía en la medicina, no entiende de estadística, o de plano rechaza las vacunas y arguye que el virus es un invento. Esto se ha traducido en mayor propagación de contagios.
¿Cambiamos nuestros hábitos de consumo hacia formas más sustentables para el entorno? No está de más recordar que el virus pudo saltar de otros animales al humano gracias a las condiciones insalubres de los “mercados húmedos” que comercian con especies exóticas; y no sólo eso, también debemos tener presente que la depredación ambiental (sobre todo de especies animales para consumo alimenticio) ha tenido como consecuencia diversas afectaciones a la salud humana y al entorno.
¿Nos volvimos más empáticos y considerados con los menos privilegiados? La pandemia reveló la crueldad del sistema basado en la desigualdad. La brecha entre muchos pobres y pocos ricos quedó patente en las formas en las que unos u otros pudieron o no confinarse en cuarentena; en el acceso a atención médica, a tanques de oxígeno, o a insumos tan básicos como enseres de aseo e higiene, o agua limpia. Los privilegios de unos han sido obscenos ante las carencias de otros.
¿Hemos sido capaces de adaptarnos a la adversidad y a la pérdida? La pandemia que viene es la de la salud mental. Esta ya se encuentra presente en muchas regiones, y se demuestra con las alzas en las incidencias de padecimientos como depresión, ansiedad, neurosis, adicciones, propensión a la violencia, o ideación e intentos suicidas. Más aún, las formas del luto que nos ha impuesto la pandemia nos impiden cerrar sanamente los ciclos de duelo y tanatológicos, por lo que la pérdida de seres queridos golpea de manera más intensa.
El cambio cultural es importante, porque la cultura no es sólo la expresión de las artes o el folclor. No. La cultura está constituida por todas las maneras que tenemos para habitar el mundo, para relacionarnos con él y con nosotros mismos. En la cultura están los hábitos, el lenguaje, las usanzas sociales, las formas de coexistir, las tradiciones y costumbres, los espacios para la reflexión pública, y las expresiones sociales.
Visto así, en apenas poco más de un año, la pandemia ha transformado nuestra cultura, eso es indudable. La etiqueta social para tener contacto físico, saludarse, expresar escatologías como un estornudo o limpiarse la nariz en público; el uso de cubrebocas, o el procurar distancia física entre unos y otros; la ausencia o restricción de reuniones masivas, el esmero en la higiene, o la popularización de nuevos vocablos o neologismos son sólo muestras como ejemplo.
En ese sentido, el cambio cultural no puede aquilatarse aún del todo, porque todavía está ocurriendo. Tendremos que dejar reposar el tiempo para comparar cuánto nos ha transformado aquel almuerzo de caldo de murciélago que alguien degustó en la antípoda oriental durante algún momento de 2019; comparado con cómo se ha vivido después de eso. El tema es, entonces ¿esta transformación ha sido para bien? Que cada quien lo conteste.
@_alan_santacruz
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