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viernes, diciembre 5, 2025

Todos enseñamos, siempre aprendemos / Martín Orozco en LJA

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Muy variadas son las expresiones que se aprecian en la conclusión del presente ciclo escolar. Encontramos así las de la alegría por haber dado un paso más en la formación como personas; las de la satisfacción por un deber cumplido, y no son ajenas las de la incertidumbre por si se logrará el siguiente nivel rumbo al cumplimiento de las metas individuales.

Indudablemente que en el tema educativo de México los avances aún son insuficientes; más considerando el grado de competencia internacional en que se encuentra inmersa nuestra nación.

Los probables avances alcanzados están muy lejanos aún de asegurar a los mexicanos el acceso a una educación para la vida digna.

Los esfuerzos que a diario hacen muchas maestras y maestros no han sido valorados ni recompensados como merecen, y por el contrario, se les ha dejado una excesiva responsabilidad en el tema educativo, cuando bien compete a todos esa tarea.

Decía Jesse Jackson que un sistema escolar que no tenga a los padres como cimiento es igual a tener una cubeta con un agujero en el fondo. Una apreciación muy válida en estos tiempos, donde la dinámica en que se encuentran muchos pareciera haber dejado de lado el tema de la atención a los menores, de la divulgación de los valores que nos enaltecen como personas y el de la corresponsabilidad en la educación, debido a que tienen que trabajar prácticamente todo el día para llevar lo indispensable a sus hogares.

Nos debe quedar muy claro que la educación de la niñez, la adolescencia y la juventud no es una actividad exclusiva de quienes ejercen la función de docentes, y que las escuelas no son guarderías. Necesitamos dimensionar el papel que a cada uno toca para contar con una academia exitosa y lograr hacer de las nuevas generaciones ciudadanos de bien. En esta labor -insisto- nadie está excluido ni exento.

Un ciudadano que es responsable cumple con las leyes, es solidario con sus semejantes y se conduce siempre por el buen camino, respetando en todo momento a la familia como el núcleo más importante de la sociedad. Es aquel que en la escuela como en su casa recibió buenos ejemplos y acató la disciplina. Se sembró en él la buena semilla de la honradez, el trabajo, el respeto y la obediencia, siendo valores que encontramos en primer lugar en el hogar y luego en las aulas.

Definitivamente debemos apostar a ese tipo de preparaciones. El trabajo honrado y comprometido con el bienestar social es esencial para la construcción del país y del Aguascalientes al que todos anhelamos.

Hoy más que nunca requerimos hacer énfasis en el desarrollo del talento que tiene cada persona, sea en la academia, el arte, la cultura o el deporte, por ser fundamental para el desarrollo con plenitud.

En estos últimos días he sido distinguido como padrino de generación en varias instituciones educativas de todos los niveles, invitación que acepté con todo respeto, y sobre todo, con el firme compromiso de mantener un comportamiento ético como individuo, como padre de familia y como persona pública, que cada paso que dé, que cada acción o decisión que tome, siempre sea encaminada en mejorar y aportar a esta sociedad.

Mientras transcurrían las ceremonias de graduación se venían a mi mente los emotivos momentos en los que con el apoyo de mis padres y maestros logre concluir cada una de mis etapas educativas, aún recuerdo ese sentimiento de nostalgia por decir adiós a la escuela, pero a la vez me sentía animado por el escalón que había que seguir ascendiendo.

Agradezco infinitamente el respaldo que obtuve de mis padres, que aun y con las limitaciones económicas, siempre se esforzaron para que siguiera por el camino del aprendizaje y llegara a cumplir mi proyecto de vida.

Desde entonces entendí a cabalidad que los objetivos que uno se traza en el campo laboral, político y social sólo se consiguen ejerciendo un trabajo congruente con el esfuerzo, la transparencia y el bienestar común.

Además de mis padres, guardo una profunda admiración de mis maestras y maestros que orientaron mi camino. Por siempre hemos contado con un magisterio que se distingue por intervenir en la construcción de una mejor sociedad.

Apreciemos que la escuela es más que el inmueble donde se imparte la cátedra y se perfila un título profesional. Representa el alma de una sociedad capaz de esforzarse por construir mejores hogares y una nación progresista.

Aisladamente ni los padres de familia ni los docentes, como tampoco los programas oficiales, lograrían cumplir un modelo educativo que cuente con las condiciones de calidad y accesibilidad. Se necesita de la participación de cada una de las partes para conseguir el éxito.

Y es deber de cada uno luchar por bien vivir. Por no dejar de prepararse y aplicar el conocimiento al engrandecimiento de nuestras comunidades. Ese aprendizaje no sólo se adquiere en la escuela y el hogar. Lo podemos encontrar en la lectura, que es una comunicación interna que nos aporta sabiduría, experiencia y amplía nuestro lenguaje.

Concluyo reconociendo que hoy más que nunca el reto de quienes somos autoridad es generar los espacios donde los estudiantes puedan descubrir y explotar sus talentos más allá de las matemáticas y el español, establecer políticas públicas que permitan a los jóvenes ser productivos a su estado y nación, un tema que tendré muy presente para el futuro.

¡Felicidades a todos quienes concluyeron una nueva etapa de estudio o sus respectivas carreras, recuerden que nunca se deja de aprender!

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