Podrías sentir algo que abraza tu interior,
y que no te deja vivir, como agujas que alguien
introdujo hasta el fondo en tu carne.
Podrías sentir algo así, y sentirías bien.
Cosas bien hechas. Nacho Vegas
En la emisión anterior de Memoria de espejos rotos (disponible en https://bit.ly/2vwaWih) se dio un panorama general de los grupos religiosos contemporáneos, en el que se destacaban los bloques históricamente hegemónicos (las tradiciones abrahámicas y dhármicas), las religiones étnicas, los sincretismos, y los grupos religiosos emergentes. Igualmente, se intentaba concluir a cerca de la capacidad de dominación política que las religiones ejercen y han ejercido sobre las sociedades.
Sin embargo, hay una serie de grupos también emergentes que, aunque no califica del todo como sistema de creencias religiosas teístas, ni como canon de credo para la fe (en el sentido tradicional), sí utiliza los mismos mecanismos de dominación psicológica, emocional, y hasta física, de las religiones, sin precisar de la existencia de un culto metafísico o una liturgia, sino que giran en torno a conceptos propios del capitalismo, tales como éxito, liderazgo, o superación personal; y se basan en premisas pseudo psicológicas como la Programación Neuroligüistica, la cuántica, y demás timos charlatanes. Estos grupos entran en la categoría de Sectas Coaching.
El carácter sectario es el que los asemeja a los grupos de dominación religiosa. En las sectas, el grupo es cerrado, la información o conocimiento “iniciático” está reservado sólo a los miembros, hay férreos códigos de conducta, existe un agresivo reclutamiento (usualmente de carácter piramidal, con jugosos beneficios económicos para la cúpula), recurren a la culpa y al chantaje para operar la dominación de sus miembros, y recurren al sometimiento psicoemocional para validar su poder.
El arribo de estas sectas obedece a varios factores. La ola del New Age en la última mitad del siglo XX propició la emergencia de diversos sistemas de creencias que se hacían pasar por “sabiduría ancestral” debidamente embotellada y edulcorada para el consumo blanco, capitalista, y occidental. Así, se probó la existencia de un mercado ávido de nuevos paradigmas no teístas que abonaran a lidiar con el sinsentido existencial. Una vez que ese mercado demandó más oferta, pulularon los afiches y la literatura motivacional, de superación personal, y de los secretos para el éxito. Todo, por supuesto, orientado a la hiper individualización, la despolitización, el emprendedurismo, y el consumo de satisfactores inmateriales necesarios en el modo de producción capitalista. Quizá la obra inaugural de esta forma de la decadencia fue El vendedor más grande del mundo, libro del tal Og Mandino lanzado en 1968, en el que mezclaba pseudomística y motivación para formar vendedores exitosos en el ámbito empresarial.
A partir de ahí se encumbró la triada formada por el ideal del éxito económico, el adoctrinamiento despolitizado, y el manejo de las emociones para favorecer la preservación del capitalismo. Una vez probada la funcionalidad del modelo, estos contenidos inundaron el mundo empresarial, y pronto se desbordaron a los demás ámbitos de la coexistencia social como modelo exitoso de negocio, operativo a costa de la salud psicoemocional de sus consumidores. De este modo comenzó un movimiento sectario basado en las “asesorías para el éxito en la vida”, conocidas como Sectas Coaching.
El capitalismo promueve la desesperanza, la inmovilidad en el estatus social, la desigualdad, el aspiracionismo como zanahoria para el asno, y la individualización entre los miembros de las comunidades. Eso vuelve sumamente atractivas y poderosas a las Sectas Coaching; su mercado es la angustia, la depresión, el desasosiego de una población vulnerada por un sistema que disuelve la noción de lo colectivo. Así, la víctima encuentra en estas sectas la pertenencia social que el capitalismo le ha arrebatado, encuentra un falso solaz que gradualmente suplanta las demás esferas de la vida: familia, pareja, amigos, empleo; y, paralelamente, imbuye a la víctima en una maquinaria económica de carácter piramidal en la que la prometida bonanza económica fluye sólo a la cúpula. El mecanismo es tan eficaz que, para la víctima, el resto de la gente a su alrededor sólo puede ser o futuro reclutado, o adversario. Justo como las religiones fundamentalistas. El capitalismo nos ha vulnerado de diversas formas. Quizá la más perversa es esta, en la que se lucra con la vulnerabilidad impuesta por el sistema., a cambio de volutas de humo.
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