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viernes, diciembre 5, 2025

El infierno de amar a las Ciencias Sociales/ Otra inútil columna para la paz

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Lo peor de haber estudiado ciencias sociales es que no te arrepientes. Cuando te inicias en este camino, sabes anticipadamente que el refugio que encuentras entre las aulas universitarias y los libros, es únicamente momentáneo, nadie te engaña, el mundo que te espera como profesional, no es nada sencillo.

Hay que admitirlo, para poder estudiar sociología, historia, ciencias políticas o cualquier disciplina que se dedique a entender el mundo social, hay que ser masoquista, muy soñador y algo ingenuo. La ingenuidad está en pensar que todo el conocimiento heredado de las y los grandes pensadores de la historia, nos servirá para sobrevivir en esta economía.

A pesar de entender cómo funciona el capitalismo, insistimos en seguir formándonos en aquello que no nos da ventaja laboral, lo hacemos con mucho amor y mucha pasión, porque pretendemos que hemos olvidado, que la época en que el conocimiento era valorado, ya se extinguió. Aún así no nos arrepentimos.

Ser socióloga es una bella decisión, con funestas consecuencias. La sociología te echa la verdad a la cara, sin dotarte de herramientas para afrontarla. Te convierte en ave de mal agüero, oráculo de desgracias, y sustancia de amargura, aún así no me arrepiento. 

Siempre que me preguntan para qué sirve la sociología, me quedo en un bucle infinito de pensamientos contradictorios, pienso en responder “para nada”, “para todo”, ”para saber que realmente no sabes nada”, pero siempre contesto que somos como los médicos que se dedican a hacer diagnósticos y comprender esas enfermedades raras. Las enfermedades que buscamos comprender son la desigualdad, la violencia, el suicido, el porqué la gente se organiza, y porqué en otras circunstancias no; la sociología es entonces útil para comprender los conflictos que surjan donde exista algún grupo de personas, exacto, es útil en casi cualquier sitio, pero valorado en ninguno. Aún así no nos arrepentimos.

Un lugar donde deberían de habitar las ciencias sociales es la universidad, generando investigación oportuna para los contextos en los que vivimos ahora; con la pandemia quedó descubierta la necesidad de generar datos y explicaciones acerca de la realidad en la que habitamos y sin embargo a estas áreas del conocimiento se les sigue ignorando y menospreciando, aún no existen plazas suficientes para quienes dedican su vida a comprender a los fenómenos de la sociedad ni tampoco hay interés en generarlas.

Para dedicarse a las ciencias sociales hay que estar febril de pasión delirante de un amor que jamás será correspondido, pues para empezar el camino de amar a estas áreas del conocimiento humano es infinito no hay vida que alcance para conocerlas, para comprenderlas, para dedicarles el tiempo que requieren, Bórrenme el recuerdo de este amor imposible, insostenible, al que sin embargo me aferro, como me aferro al sobrevivir en este mundo incierto, no queda más que vivir con esta decisión a cuestas, cosechando cada grano de conocimiento con tiempo y con amor para ver si algún día podremos ver el fruto de nuestro desquiciado esfuerzo. Qué infierno este de amar a las ciencias sociales, aún así no me arrepiento.

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